sábado, 12 de abril de 2008

MIRKO LAUER Y LA VISION MEDIATICA DE LA EDUCACION

José Ramos Bosmediano, miembro investigador de la Red Social para la Escuela Pública en América, ex Secretario General del SUTEP


La no publicación de nuestra carta aclaratoria por el diario La República de Lima ante las mentiras y algunas otras medias verdades que el escritor y periodista Mirko Lauer escribió en su columna EL OBSERVADOR (La República, 02/04/2008. p. 6) con el título Normales: nuevo eslabón en la cadena de culpas, nos obliga a escribir un nuevo texto para referirnos con más extensión a los contenidos de su artículo, pues en la carta solo habíamos considerado la falacia de la “alianza entre el fujimorismo y el SUTEP”, especie que los senderistas y sus aliados suelen afirmar para ganar acólitos a favor de su alternativa anarco-sindicalista.

EL DESCONCIERTO PEDAGOGICO DE LAUER

Como todo lego que funge de conocedor de una ciencia determinada, Mirko Lauer concluye su artículo autoflagelándose con su propia ignorancia. Dice que

A estas alturas uno empieza preguntándose dónde esta la bolita. ¿El alumno, el maestro, los padres de familia, el Sutep, el Ministerio, la normal? Sin duda que en todas partes, y podemos meter de yapa muchos medios masivos irresponsables. Habría que preguntarse qué tiene la educación privada, además de dinero, que le está faltando a la educación pública.

Las causas de la crisis de la educación peruana -no solamente de la pública- no radica en ninguno de los elementos señalados tomados parcialmente, ni en todos ellos como conjunto. Una concepción atomizada en la interrelación de causa-efecto conduce a una visión ecléctica de los hechos y a criterios que se reproducen diariamente en esos medios masivos irresponsables a los que se refiere el articulista Lauer sin cuidarse de no caer, también, en esa irresponsabilidad, considerando su mayor consistencia cultural frente a la gran mayoría de periodistas.

El desconcierto de Mirko Lauer se explica, suponiendo que sus afirmaciones no obedecen a fobias o encubrimientos, a que ignora el carácter integral de la crisis de la educación peruana, su raíz colonial con una hegemonía ideológica y cultural extranjera impuesta y acumulada, desde el lado de la escuela como educación formal, con reformas educativas ajenas a la realidad peruana, como la del velasquismo con su neoconductismo y su tecnología educativa sistémica y la reforma actual con su constructivismo solipsista; y, desde la otra dimensión del mismo fenómeno educativo, de la educación no formal ejercida por los fenómenos sociales y, particularmente, los medios de comunicación que destruyen, minuto a minuto, gran parte de lo que la escuela pretende hacer con los niños y jóvenes. Cualquier reforma que no rompa con esta contradicción carecerá de valor para la gran mayoría de los peruanos.

Pero lo anterior no se ha producido hoy ni es la única contradicción. La misma herencia colonial enclavada en la educación republicana y en la base económica y social que fundamenta el sistema educativo peruano, definen las causas históricas y estructurales de nuestra crisis educativa que hoy se vuelve trágica (Lauer) porque desde hace 50 años, al descomponerse la semifeudalidad supérstite (J. C. Mariátegui), el viejo sistema educativo ya es incapaz para adecuarse a las necesidades de la explotación capitalista neoliberal, cuyos requerimientos de mano de obra y de formación profesional tratan de ser cubiertos con la reforma educativa de los 90: educar para el resultado inmediato (pragmatismo), mentalidad ultraindividualista (enseñanza por competencias), menos gasto por alumno-maestro(apertura de la educación al libre mercado, “meritocracia”, municipalización de la educación, evaluación docente estandarizada al margen del desempeño profesional par “demostrar” que los maestros peruanos no tienen más derecho que trabajar con sueldos miserables, incluyendo a los maestros universitarios). Si tuviésemos un proyecto nacional de desarrollo diferente al neoliberalismo, no hay duda que habría que plantearse también el nuevo proyecto educativo. Lo que hoy vivimos es el fracaso de la reforma educativa neoliberal y eso no se “cura” con las evaluaciones estandarizadas, ni menospreciando el título pedagógico de los maestros, lo que en realidad está ocurriendo), ni interviniendo a las universidades en su estructura académica desde Palacio de Gobierno, ni mucho menos estableciendo la arbitraria nota l4 como mínima para postular a la profesión docente.

Lo verdaderamente trágico de la educación peruana está en que todas las medidas de política educativa que se están aplicando forman parte de la visión neoliberal de la educación y, como ya está demostrado, el neoliberalismo no ha resuelto ninguno de los problemas de los países subdesarrollados, sino que los está ahondando. Menos, pues, podemos esperar de las reformas de la salud, el poder judicial y hasta algún cambio en el ejercicio mercantilizado del periodismo en el marco de los nuevos parámetros del capitalismo imperialista que domina nuestro país. Lo que el comunruna (Lauer) ve es lo que tiene más cerca de su percepción sensorial, lo que todos los días le dicen los medios de comunicación de masas y lo que ha venido “enseñando” el Banco Mundial, artífice de las reforma educativas y de otras, desde los 90: el maestro como culpable del bajo rendimiento de los alumnos de la escuela pública, de esos maestros que son los mismos, en su gran mayoría, que enseñan, en otro turno o después de jubilarse, en las escuelas privadas y en las que funcionan por convenio con las iglesias (privatizadas con subsidio del Estado), la mayoría de cuyos maestros también fueron “desaprobados” por ESAN.

REDONDA MENTIRA Y MEDIAS VERDADES

Sin recordar la vida política nacional de los 90, Lauer se atreve a decir que La revolución educativa del maestro Alberto Fujimori consistió en ignorar el hecho (se refiere a que las escuelas públicas estaban produciendo alumnos subdesarrollados, nuestro), renovar la clásica alianza con el Sutep y construir aulas, que luego empezaron a caerse; afirmación que contiene una falacia y esconde una verdad.

La falacia, que más se parece a un sofisma, está en la supuesta existencia de una alianza del dictador con el SUTEP, afirmación que no tiene nada que ver con los hechos de esa confrontación que nos cupo protagonizar como dirigente del sindicato magisterial al lado de decenas de los más de 280 mil maestros peruanos en aquel entonces. Tuvimos el honor de escribir en las páginas de opinión de La República cuando la dirigió el Ingeniero Gustavo Mohme Llona y no concedimos ni un milímetro de crítica y oposición radical al neoliberalismo que se nos impuso desde el 8 de agosto de 1990 y no solamente desde el golpe de Estado del 5 de abril del año siguiente, cuyo objetivo fundamental fue avanzar sin obstáculos en la aplicación del modelo del “Consenso de Washington”. Pero más allá de la acción escrita (Genaro Carnero Checa) de un individuo, está la confrontación permanente del gremio con la dictadura: a) la campaña de lucha contra el DL 699 que privatizaba, municipalizaba y hasta militarizaba las escuelas del Estado (1991-1992); b) la campaña contra los decretos leyes 26011, 26012 y 26013 que privatizaban la educación y la municipalizaban con el COMUNED, introducían el bono educativo tipo modelo Pinochet e implantaban la evaluación estandarizada de los maestros; c) la lucha contra el Proyecto de Ley de Educación de Rafael Rey que respondía a los planteamientos neoliberales del fujimorismo en pleno funcionamiento del CCD; d) la lucha del SUTEP contra el golpe de Estado de 1992 como parte de la lucha librada por muchos partidos, intelectuales, honestos periodistas, don Máximo San Román, el Ing. Gustavo Mohme Llona, etc.; e) la lucha del SUTEP por el NO a la constitución neoliberal que hoy los gobernantes de turno y sus periodistas aceptan sin chistar; f) la gran huelga magisterial de mayo a agosto de 1991 por la defensa de la escuela pública y contra el pago de la deuda externa a expensas de los gastos sociales del Estado; g) la lucha pedagógica a través de nuestra propuesta de Ley General de Educación y Cultura elaborada en 1992 y presentada al Parlamento desde 1994, diferente y opuesta a la reforma neoliberal; h) la lucha contra el DL 882 que abre a toda la educación peruana a la inversión privada y el negocio educativo, que hoy muchos recuerdan cuando sus efectos se ven en con el problema de la formación magisterial; i) las permanentes movilizaciones del SUTEP con el gremio de construcción Civil y la CGTP, únicos gremios de significación que quedaban tras la razia antisindical fujimorista; j) la lucha contra ese contrabando de bachillerato con la reducción de los años del nivel secundario con fines de ahorro presupuestal de 1997; k) el deslinde pedagógico contra la propuesta del “nuevo enfoque” constructivista que trasunta solipsismo ontológico y gnoseológico así como orientación pragmatista de la enseñanza “por competencias”; l) la lucha, al lado de los dirigentes de la Federación Médica, contra el nuevo intento de municipalizar la educación y la salud en 1997; m) la participación protagónica del SUTEP en las campañas contra la segunda reelección, con movilizaciones y recojo de firmas entre 1998 en el 2000, sin obviar que en el X Congreso Nacional Ordinario del sindicato se acordó la Jornada de Lucha de mayo del 2000, decisiva en el mayor debilitamiento de la dictadura; n) los numerosos comunicados del SUTEP, precisamente pagados en el diario donde escribe Lauer, cuyos contenidos no tienen nada que ver con atisbos de alianzas ni condescendencias, ni “buenos modales” frente a la dictadura.

Para no abundar más en los episodios del conjunto de esa confrontación, podemos recordar que el Padre Mc Gregor se lamentaba, en un pequeño libro sobre educación y violencia en esos años de los 90, cuyo título y año exactos no podemos citar porque estamos lejos de nuestra residencia, de que un sindicato radical, con una huelga de 109 días, había impedido al Ingeniero Fujimori realizar su reforma educativa. En realidad, le habíamos impedido en parte, pues no logró avanzar como estaba previsto por el Banco Mundial, como lo hizo, por ejemplo, Carlos Saúl Menem en Argentina, con los resultados que conocemos. En esta misma línea, Carlos Boloña llegó a predecir la liquidación del SUTEP en 1993 por constituir un obstáculo para la reforma de la educación. Tampoco podemos dejar de mencionar que desde marzo de 1991 hasta su caída, no hubo diálogo entre el SUTEP y el Ministerio de Educación.

Nos hemos extendido en demostrar que la alianza de la que habla Lauer solo existe en su cabeza poética y en su espíritu poltrón en medio de los frutos que da la vida burguesa a los escritores bien adaptados al liberalismo de estos tiempos. Seguramente podrá decir que había un pacto por abajo, oculto. Pero este argumento carece de validez en todos los sentidos.


La verdad que esconde la afirmación de Lauer en la frase citada se refiere a que supuestamente Alberto Fujimori solamente hizo su alianza con el SUTEP y construyó aulas. ¿Por qué se quiere ocultar la imposición de una reforma educativa neoliberal durante el gobierno fujimorista y solamente se señala una alianza que nunca existió y lo que constituye una simple acción demagógica y encubridora de robo del dinero público, como ha sido la “construcción e inauguración mensual” de locales escolares, como decía la propaganda de aquel entonces? Mirko Lauer, en realidad, está encubriendo el hecho fundamental del fujimorismo en materia educativa: una reforma privatizadora de la educación (véase del DL 882) que se refleja muy bien en la nueva Ley General de Educación (28044) que fue promulgada en el 2003, que a él no le interesó.

UN EMPEDERNIDO MENTIROSO

Una de las afirmaciones de Lauer señala que el actual Ministro de Educación se está enfrentando a la cultura política del SUTEP constituida por la oposición a la evaluación docente, la no diferenciación por el mérito, el resguardo de cuotas políticas y muchos diálogos sobre lo duro que es educar. Lo único que le ha faltado decir a Lauer para ponerse en el nivel de los senderistas es que los dirigentes del SUTEP hemos recibido sueldos del gobierno de turno. Veamos.

Por lo que se ve, Lauer concibe a un sindicato sin el derecho a plantear los problemas de sus afiliados, a dialogar o, como se dice en el lenguaje jurídico-sindical, a negociar las condiciones del trabajo y los problemas laborales, incluso educacionales. Hasta junio de 1984, el derecho al diálogo le estaba negado al SUTEP DESDE SU FUNDACIÓN E 1972. Los diálogos con las dictaduras de Velasco y Morales Bermúdez (1968-1975 y 1975-1988, respectivamente) se dieron baja la presión de la lucha magisterial del gremio) Lo que pasa es que, desde el discreto encanto… (Buñuel) en que vive, este burócrata de la pluma no ve en qué condiciones trabaja un maestro peruano que siempre ha sido maltratado económica y socialmente, que percibe hoy una remuneración de 1000 soles, de los cuales tiene que tocar algo para pagar a los intereses por los préstamos a que se ve obligado permanentemente, además de los gastos para ambientar las aulas. Estas “pequeñeces” no interesan al refinado Lauer ni a los gobernantes ni a los “expertos” en educación.

Fue precisamente el sociólogo Nicolás Linch, que fue Ministro de Educación del gobierno neoliberal de Toledo, quien vendió la interesada tesis de que el SUTEP es enemigo de la evaluación docente, como si la evaluación docente no hubiese sido planteada y plasmada en la Ley del Profesorado de 1984, en la cual se concibe la evaluación pedagógica como un proceso integral, sistemático, permanente y con objetivos de superación del desempeño docente y de ascenso en la carrera pública magisterial, diferente, por supuesto, a la evaluación “meritocrática” del neoliberalismo que mide solamente los conocimientos a través de una prueba estandarizada. En la concepción integral los criterios son múltiples, empezando por el desempeño en el aula, los estudios de post grado, los aportes intelectuales que pueda tener un maestro, el tiempo de servicios como expresión de experiencia acumulada (que se exige para todo trabajo especializado, incluso para los ascensos en la docencia universitaria), la prueba de conocimientos y el trabajo en la comunidad. Uno de los rasgos de los intelectuales hipócritas es el filisteísmo: se destruye al adversario negando o tergiversando sus argumentos para derrotarlo. Hay, pues, dos concepciones sobre la evaluación docente: la pedagógica y científica que se aplica en la propia Europa desarrollada, por un lado; y la neoliberal que nos trajeron desde los 80 (Chile) y que se quiso generalizar desde los 90 (Canadá, EEUU y México, experiencias fracasadas, como la de Chile). El único mérito que existe para un maestro, según Lauer y sus amigos Linch y Chang es resolver una prueba tipo ESAN.

Y hablando de Linch y su tesis del “pensamiento arcaico” en el SUTEP, que Lauer celebra, solo se le recuerda como una estridencia seudo pedagógica para encubrir su “guerra a muerte” contra su rival político “Patria Roja”. Pero esta guerrita casi individual del otrora “radical” de los 70, esconde el verdadero trasfondo de sus argumentos: su afán de afianzar el pensamiento liberal socialdemócrata del “nuevo pacto social” y de derrotar el pensamiento marxista (con “Patria Roja” o con cualquier otro partido que defienda los principios marxistas) como opción revolucionaria hacia el socialismo y el comunismo. Este es el problema central de ese texto. Porque si se aplica la afirmación que encierra sobre que los dirigentes del SUTEP hacen oposición para recibir prebendas y no luchar por el cambio, entonces no hay ningún sindicato en el mundo que se libre del “pensamiento arcaico”, incluyendo a la CCP que su partido dirige y que hoy ha olvidado sus viejas banderas. A Lauer, que alguna vez, durante el velascato, abrigó ideas “progresistas” muy afines con el trotskismo, le cae bien el planteamiento antimarxista de Linch. Habrá un tiempito para desarmar y pulverizar el armatoste de su panfleto. Para concluir con don Nicolás, es bueno recordar que su evaluación docente del 2002 no ha sido diferente a las del fujimorismo ni a la reciente del gobierno aprista: los mismos objetivos encubiertos con la fraseología de la meritocracia y de la “calidad de la educación” y la misma estructura de la prueba; con el agravante de que luego de la evaluación, no todos los maestros que habían aprobado fueron nombrados o contratados, pues el “eficiente” Linch devolvió al Tesoro Público el presupuesto no ejecutado. Por esto le echaron de su recinto ministerial.

En cuanto a las cuotas políticas, un periodista honesto, si sabe de qué está hablando, no debiera de ocultar cuáles son esas cuotas y quiénes han sido los beneficiarios. El señor Lauer no podría mencionar ninguna. Pero habla de generalidades porque lleva en su espíritu la cultura criolla o acriollada de lanzar acusaciones sin necesidad de probarlas. Pero tenemos experiencias en la dirección del SUTEP para referirnos a un elemento de tantas acusaciones: la derrama magisterial. Desde el gobierno aprista de los 80 se pretendió condicionar la administración legal de la derrama a los representantes de los dos sindicatos que intervienen, sin embargo, durante ese período se produjeron tres huelgas magisteriales del SUTEP, con una fuerte represión física y administrativa como respuesta. Durante el gobierno fujimorista se nos mandaba recados para “no poner en peligro la derrama” y cuidarnos de “una posible intervención”, lo que también se produjo durante el toledismo con acusaciones de “malos manejos”; y nadie ignora que El Ministro Chang pretendió intervenir en esa institución para “democratizarla”. Administrar la derrama magisterial es potestad de los dueños del dinero, que son los maestros, e institucionalmente corresponde a sus organismos sindicales que son dos. A los maestros de la Federación Colombiana de Educadores, a los del COLPROSUMAH de Honduras, a los SENTE de México, etc., les corresponde administrar el dinero de sus cooperativas. Ahí no hay cuota sino un derecho. Sin embargo, en el Perú, es el Ministerio de Educación el que impone su cuota de delegados de la “alta dirección” del MINED sin tener un medio sol en derrama magisterial. Cuando alguien no conoce los hechos o pretende tergiversarlos, cualquier mentira puede considerar como cierta y con eso transita alegremente por los espacios periodísticos.

EL DESPRECIO A LA ESCUELA PUBLICA Y A SUS MAESTROS

En el Perú republicano la escuela pública ha nacido en la marginalidad económica, social y cultural de la clase dominante. Esta ha concebido a la educación pública como la escuela de los que no están en condiciones de sufragar el gasto que supone tener a un niño en una escuela privada. El presupuesto estatal para la educación pública, en el mejor de los momentos, no ha pasado del 4.5% del PBI, lo que se pretendió subsanar con la constitución de 1979 que fijaba un porcentaje no menor del 25% del Presupuesto Nacional anual. El mandato constitucional quedó simplemente escrito.

La mezquina política presupuestal de la república peruana es un efecto de la concepción que la clase dominante tiene de la educación y, en particular de la escuela pública como “escuela de los pobres”, que se convirtió, en estos años de neoliberalismo, en “escuela de los más pobres”, pues hay pobres que pueden sufragar la educación de sus hijos en escuelas privadas más baratas, como las de los convenios y tantas escuelas, institutos y universidades con precios más rebajados que los centros educativos de la élite social, todos, aunque no lo creamos, con “excelencia educativa”.

Cuando se leen los enfoques neoliberales sobre la educación, sobre todo lo escrito en el Perú, llegamos a percibir ese desprecio republicano a la escuela pública y a sus maestros. La palabra “maestrito” en boca de gamonales, en todo el siglo XX, constituía la referencia a los maestros de la escuela pública en las provincias y los caseríos de antaño. La situación de estos no era mejor que la de hoy, ni la educación se distanciaba de la pobre y atrasada estructura económica y social dominante. El clientelismo político era una manera de hacer proselitismo a través de la educación.

Los que vienen opinando adversamente sobre la capacidad de los maestros, partiendo de las limitaciones culturales y ciertamente cognoscitivas que existen en cualquier profesional, como existieron también durante toda la República (maestros solo con educación primaria o con primaria incompleta, sin ningún conocimiento de pedagogía, con otra cuota de maestros con solo educación secundaria desde la década de los 40, escaso porcentaje de maestros titulados hasta la década de los 70), como lo señala don Nicolás de Piérola a fines del siglo XIX, digo que esos opinantes llevan en el fondo de sus convicciones el espíritu de esa cultura que los antropólogos o los filósofos de la cultura denominan cultura hegemónica, la cultura que desprecia la cultura popular o se interesa de ella solo para interpretarla desde sus intereses de clase. La cultura de masas es el instrumento para difundir sus afirmaciones, distorsiones y negaciones de todo aquello que no le sirve para mantener su dominio cultural. Es interesante, al respecto, el libro del Profesor David Sobrevilla, Introducción a la filosofía de la cultura y estudio de la cultura peruana actual (Universidad Ricardo Palma, 2007), en el cual resume esta contradicción entre la cultura hegemónica y la cultura popular y el papel de la cultura de masas como una verdadera “industria cultural” para producir efectos que no contribuyen a construir una sociedad mejor. Es la “razón madiática” de que se sirve muy bien Mirko Lauer en sus artículos sobre muchos aspectos de la vida nacional.

Los maestros de la escuela pública y la gran mayoría de los de la escuela privada en el Perú y América Latina forman parte de ese pueblo oprimido y despreciado por la clase dominante. Cuando el discurso neoliberal expandió su interesado enfoque de que el problema de la baja calidad de la educación eran los maestros, el discurso cultural hegemónico atrapó el veneno y reelaboró el discurso para adecuarle a la estrategia de “demostrar” que los maestros son los enemigos de la “educación de calidad”. El argumento se alimenta, de algún modo, con otra afirmación irreflexiva: la educación anterior era mejor; y otra más subyugante: la educación privada es la mejor. Por eso Mirko Lauer concluye su columna diciendo: Habría que preguntarse qué tiene la educción privada, además de dinero, que le está faltando a la educación pública. Lo que le falta, decimos nosotros, es una nueva base económica y social para afianzar su espíritu nacional y democrático que no tiene la educación privada. Si en algo están fallando los maestros peruanos, no es, como afirman interesadamente los neoliberales, en la solución de esa mediocre prueba estandarizada, sino en educar para transformar este país. Esa es su responsabilidad.

Iquitos, abril 04 del 2008

MITOS Y REALIDADES SOBRE EL DESARROLLO

(A propósito de Mitos que impiden el desarrollo regional de Loreto)

José Ramos Bosmediano, miembro investigador de la Red Social para la Escuela Pública en América, ex Secretario General el SUTEP


En las ediciones del lunes 7 y martes 8 del presente mes (pp. 12-13 en ambas ediciones), el Ing. Rony Valera ha escrito, en dos partes, el artículo que referimos en el subtítulo. Al lado de afirmaciones parciales que son correctas, hay serios errores y tergiversaciones conceptuales que debilitan el conjunto de su contenido. Por eso decidimos escribir un comentario sobre el texto citado.

Para conocimiento de quienes lleguen a leer estas líneas, el Ing. Rony Valera es un militante aprista y, como tal, ha sido Alcalde de la provincia de Maynas (Loreto). En el 2006 escribió el artículo Descentralizar la educación primaria (Kanatari, Iquitos, No. 1144), en cual, obviamente, defiende la municipalización de la educación y la necesidad de los “bonos” en bienes de consumo para retribuir a los maestros por su trabajo. Vayamos a los contenidos más relevantes de su artículo, sin tener en cuenta el orden de los mitos que menciona.

EL MITO DE LA CIENCIA

La creencia en que la ciencia constituía el factor necesario y suficiente para el desarrollo de las sociedad humana correspondió a la filosofía positivista del siglo XIX, que en nuestro país se prolongó hasta las primeras tres décadas del siglo XX. En la segunda mitad de ese siglo ya nadie podía seguir afirmando semejante falsedad. El cientificismo actual se refiere más a la fundamentación empirista del conocimiento, pero no a la creencia anterior. Pero dejar de lado la creencia en la ciencia como el único factor del desarrollo no significa convertirla en innecesaria frente a la técnica, como afirma Rony Valera al decir que todas las cosas que usamos son producto de la tecnología y no de la ciencia (p. 12). En líneas anteriores hace afirmaciones que distorsionan la relación entre ciencia y tecnología, señalando que son primas hermanas. La filosofía de la ciencia concibe a ambos elementos como parte de un solo proceso de creación e innovación, una unidad que tiene su elemento principal en la ciencia a partir del mundo moderno, desde el desarrollo de la investigación científica, especialmente en el campo de las ciencias naturales, hasta su aplicación en el proceso de la primera revolución industrial y tecnológica de los siglos XVIII-XIX. Todas las invenciones tecnológicas son producto de los descubrimientos científicos que, a su vez, impulsan nuevas investigaciones por las necesidades de nuevas tecnologías. Y así sucesivamente. De manera que si un país no realiza investigación científica, se quedaría atado a la tecnología que le imponen desde afuera. Queriendo ser “moderno” Valera cae en una postura que, en lugar de promover el desarrollo, solo nos puede llevar, como viene ocurriendo, al vasallaje tecnológico. El hecho de que la mayoría de los que usan un celular o cualquier otro aparato no conozca las leyes científicas en que se basan esos mecanismos tecnológicos, no puede ser un pretexto para ignorar y hasta despreciar el estudio de las ciencias y descuidar la investigación científica básica y aplicada. No olvidemos que la tecnología es ciencia aplicada y no un ente independiente de aquélla. La ciencia para el desarrollo no es un mito. Es el factor necesario, aunque no suficiente. La tecnología es su correlato. Los recursos naturales son otro factor importante. Está la educación, muy unida a la ciencia como productora de conocimiento. Pero está la principal fuerza productiva: la fuerza productiva humana: el hombre.

EL CONOCIMIENTO SOBRE LOS HECHOS Y FENÓMENOS ES NECESARIO

Dice Valera que otro de los mitos es saber mucho sobre una cosa para hacer algo con ella. Si se trata del conductor de un tren, de un automóvil o de cualquier otro aparato (puede ser incluso un bolígrafo cuyo funcionamiento tiene que ver con una de las leyes de la presión sobre los cuerpos) no hay ningún problema en que los usuarios sean o no científicos. Es un asunto realmente intrascendente. Pero para que esos artefactos hayan sido construidos ha sido necesario un conjunto de conocimientos profundos sobre los materiales y sobre las leyes del movimiento y otros fenómenos concomitantes. Los ejemplos que señala el autor para dar por innecesario el conocimiento científico y profundo de las cosas (como el que un buen profesor de gerencia puede no ser un buen administrador, p. 12), ignora el hecho de la unidad entre teoría y práctica, que define al buen administrador como alguien que ha estudiado esa carrera y no quien es un “administrador práctico”. En este punto está presente una concepción profundamente empirista de las profesiones, empirismo que ha convertido a la política peruana y a la propia educación peruana en modelo de ineficiencia. El conocimiento especializado es una necesidad de la investigación científica. Se dividen las cosas para analizarlas mejor y las especialidades científicas ayudan a avanzar en el conocimiento del mundo material y social. El problema está en no reconstruir lo analizado para volver a la visión unitaria del mundo y de la sociedad. Del empirismo de esta visión superficial de los hechos no hay ninguna distancia hacia el pragmatismo filosófico y político, ingrediente teórico de la ideología neoliberal actual.

EL MITO DE LA AYUDA EXTERIOR

Este sí es un verdadero mito en toda la vida republicana del Perú y de casi todos los países subdesarrollados, mito alimentado por el sistema educativo republicano, los medios de comunicación de masas, la clase dominante y sus gobernantes. Pero su tratamiento no empieza hoy. José Carlos Mariátegui lo ha enfocado sin denominarlo con esa palabra. Mariátegui tenía otro concepto sobre el mito: el mito revolucionario que le falta al Perú. Fue Carlos Malpica, militante socialista, quien escribió un libro, El mito de la ayuda exterior, en la década de los 60, para demostrar que la “ayuda externa” (hoy le llaman “cooperación internacional”, “alianza estratégica”) no ha contribuido a nuestro desarrollo sino a fortalecer más nuestra dependencia respecto al capitalismo imperialista. Ejemplos abundan. Pero ofrecemos el más reciente: el ingreso de más de 3 mil millones de dólares americanos desde el 2002 al 2007, como capitales especulativos que están fomentando, al lado de otros factores estructurales, la presente inflación. Los mitos 3 y 4, mencionados por Valera, pueden aplicarse, como él lo advierte, a la Amazonía peruana y, en particular, a Loreto, con los ejemplos de la presencia indiscriminada e ilimitada de las transnacionales petroleras, la “visita” de los miembros de APEC, la puesta en venta de las tierras amazónicas, fundamentalmente. Pero Valera debiera de darse cuenta que el mito se encarna hoy en la cabeza de Alan Garría Pérez y de todos los dirigentes apristas que están desarrollando el programa neoliberal fujimorista, adicto a ese mito republicano. Vale la pena aclarar que casi ningún país puede prescindir del apoyo externo (interdependencia). Lo incorrecto está en creer que eso basta, dejando de lado el desarrollo de nuestras potencialidades. Lo exterior no puede sustituir a lo nacional. En el Perú es al revés.

Y una aclaración más para el Ing. Valera: el Plan Marshall fue ideado y promovido para la reconstrucción de Europa con el objetivo especial de hacer frente a la hegemonía que estaba construyendo la ex Unión soviética; fue, realmente, un proyecto de contención anticomunista de los EEUU en Europa, como lo fue después la Alianza para el Progreso de los 60 en América Latina frente a la revolución cubana.

LIMA ES LA EXPRESION CONCENTRADA DEL CENTRALISMO

Valera considera que considerar a Lima como la culpable del centralismo es un mito. No lo es si se entiende perfectamente la percepción de los pueblos del interior ante la concentración largamente hegemónica de los recursos fiscales, del aparato industrial y financiero, del poder político y religioso, de las decisiones administrativas fundamentales, de la convergencia de las migraciones internas, de la calidad de los servicios de salud, educación y vivienda por lo menos para un sector importante de la población. Incluso don Jorge Basadre ha señalado que la burocracia limeña no quiere y tiene miedo a la descentralización. Y hoy Lima es más centralista que ayer: allí se acuerdan y firman todos los contratos con las transnacionales que vienen a las regiones a imponer sus propias condiciones sin que los gobiernos regionales puedan mover un dedo (véase el caso de los achual y su injusto enjuiciamiento). La expresión es la metáfora de una práctica centralista que viene desde la Colonia y atraviesa la República. Que no sea la expresión más correcta, no niega el contenido. Tampoco puede ser un mito si los pueblos del interior de Loreto señalan a Iquitos como la culpable del centralismo en la región Loreto (el mismo autor menciona que en Iquitos se gastó el 70% de los 1000 millones de dólares americanos que ingresaron por concepto de Canon petrolero desde 1978). El error de los dirigentes está en no saber explicar, como lo hicieron José Carlos Mariátegui, Jorge Basadre, Emilio Romero y otros, las causas estructurales del centralismo, llegando a convertir en un verdadero mito la creencia de que la descentralización llegará solamente con más recursos económicos, con estridentes y mercantilizadas elecciones regionales y municipales, con nuevas regionalizaciones, sin tocar los problemas estructurales de fondo que impiden la descentralización de todo el país como parte de un proceso de transformación económica, social y cultural.

Con el neoliberalismo a cuestas, es imposible ese proceso. Si la población del interior del país, que no solamente de Loreto, considera a Lima como la culpable del centralismo (“centralismo limeño”), aunque la expresión no sea la más correcta –lo reiteramos, es porque la ciudad capital expresa, objetivamente, el fenómeno centralista que Abraham Valdelomar definía con un silogismo aristotélico que Luis Alberto Sánchez solía repetir. Valdelomar concluía: “luego, el Perú soy yo”.

RESPETO Y NO IMPOSICIÓN DE LAS CULTURAS

No se sabe dónde puede haber escuchado el Ing. Rony Valera que los loretanos pretendemos imponer nuestra cultura. Por lo pronto, la cultura dominante en Loreto no es nuestra, no es la cultura loretana. La propia fiesta de San Juan hace tiempo que ha dejado de expresar los motivos y las características que tuvo hace cincuenta años, y hasta la misma fiesta es parte del proceso de aculturación bajo el influjo de la religión católica.

En la Amazonía peruana se ha impuesto, penetrando gran parte del tejido cultural de las nacionalidades o etnias originarias, la cultura que muchos antropólogos denominan cultura hegemónica, la cultura de la clase dominante, tanto los valores de la cultura de la élite como la cultura de masas, esta última promovida por la misma clase dominante a través de los medios de comunicación de masas y que contiene esa cultura de la dominación de la que nos habló Augusto Salazar Bondy y que se expresa en la cultura criolla (la criollada, nada que ver con la música criolla) de la viveza, el arribismo y el oportunismo político, el “raje” y el “sobe”, todo para “ascender” y sacar provecho propio. Esta realidad, que abarca a todo el Perú, avasalla a las culturas subalternas que, en el caso de Loreto y toda la Amazonía peruana, van perdiendo su identidad y hasta su capacidad de resistencia para enfrentar esa invasión que llega a través de la penetración del capitalismo y sus valores individualistas (al respecto, puede verse el excelente trabajo de Jaime Regan: Continuidad y cambio de los universos culturales de las poblaciones amazónicas (en I Seminario de investigaciones sociales en la Amazonía. CAAP, CETA, CIAAP/UNAP, CIPA, CONCYTEC, IIAP, INC, UNAP. Iquitos. 1988. Págs. 129-162).

Nadie pretende imponer la cultura loretana al mundo. Más bien la globalización capitalista neoliberal está realizando su labor de destrucción de las culturas amazónicas y nosotros carecemos de un proyecto de cultura amazónica que promueva el respeto a las culturas nativas para que éstas, sin renunciar a su identidad, asimilen los elementos culturales que les permita superar las limitaciones materiales y espirituales en que viven actualmente, en condiciones de desigualdad frente al avasallamiento de que son víctimas. Esta perspectiva no significa afán alguno de imponer nuestra cultura loretana. No podemos imponer lo que aún no tenemos como elemento de unidad, de cohesión. Hay elementos culturales varios (multiculturalidad), pero no algo que pueda llamarse CULTURA AMAZONICA.

Lo anterior nos lleva a encarar el supuesto mito del bosque amazónico como principal recurso económico del que habla Valera. Lo que se está valorando es la biodiversidad y todo el conjunto ecológico amazónico, que incluye, desde luego, el bosque, factor imprescindible en la producción del circuito medioambiental para que la Amazonía sea lo que es y tenga lo que tiene. Defender todo eso no es un mito o un capricho de exacerbados regionalismos, como señalan los, sí, exacerbados neoliberales que quieren la Amazonía para negociar con ella.

Y aquí está la globalización actual a la que debemos enfrentar “cuando llegue”, nos dice Valera. La globalización ya ha llegado: está succionando el petróleo amazónico; porque la globalización no es simplemente la informática ni las comunicaciones con sus computadoras, celulares, etc., sino que es, principalmente, el complejo industrial-comercial-financiero que nos está sometiendo más a las leyes del libre mercado. La globalización está en Andoas, sin leyes laborales y sin derechos humanos, sin biodiversidad que valga ni territorios ocupados por milenios por las poblaciones originarias. Hay que ver no más la situación actual de los nativos achuar, cómo vienen siendo divididos y hasta “fascinados” por el trabajo asalariado y hasta para conformar una service en torno a los intereses de una transnacional como PLUSPETRO. Con el TLC llegará con más fuerza esa globalización capitalista neoliberal. Los APEC no tardarán en venir con sus inversiones para “regalarnos” trabajo, desarrollo y bienestar. Como versificó José María Arguedas, así dicen los doctores.

¿PARA QUE LUCHAR?

Rony Valera señala tres mitos más que para él ya son obsoletos: las consignas “el SUTEP luchando también está educando”, que en el Ecuador es “los maestros luchando también están educando”; “si no hay solución, la huelga continúa”; y el Frente Patriótico de Loreto.

Hay personas y organizaciones que llegan a los frentes de defensa por razones estrictamente personales y no colectivas, otras que por su concepción sindicalista pretenden supeditar a estas organizaciones populares a las decisiones estrictamente gremiales sin comprender el contenido de democracia directa que encierran, que su programa de lucha no solamente es reivindicativa sino de lucha programática en el sentido de que en su seno se va forjando la unidad del pueblo que busca forjar el poder popular organizado. Pretender enterrar a una organización que sigue siendo el referente de lucha de los sectores populares engañados por todos los gobernantes nacionales, regionales y locales, responsabilidades que al señor Valera también le llegan como ex Alcalde, constituye una pretensión política de indudable motivación conservadora. ¿Cuál es su primer argumento? Que el FPL está infiltrado por la izquierda. No ha estado ni está infiltrado. Todos los frentes de defensa en el Perú han sido promovidos y organizados, en primer lugar, por dirigentes y militantes de izquierda, quienes han soportado el mayor peso de la represión. Ciudadanos democráticos, con o sin partido, se han sumado a esas organizaciones porque respondían a sus aspiraciones democráticas y reivindicativas No hay infiltración. Más bien se han infiltrado elementos reaccionarios y de derecha para convertir a los frentes en instrumentos de sus objetivos económicos y hasta para dividirlos. Si los frentes dan la imagen de ser partidos políticos es porque son los que más se preocupan por los problemas el pueblo y del país, mientras que los partidos gobernantes simplemente se aprovechan del poder. Los problemas internos que hoy tiene el FPL no son nuevos. La fuerza de las masas pondrá todo en orden para empezar de nuevo.

El FPL es la continuidad del Frente de Defensa de los años 70-80. El partido del señor Valera (APRA) solo se ha unido a los frentes de defensa cuando ya no le quedaba otra alternativa. Así ha ocurrido también en Trujillo entre el 80 y el 83, con Jorge torres Vallejo, alcalde Aprista de aquellos años. Pero en la década de los 70, cuando el APRA defendía a la dictadura de Morales Bermúdez, era contrario a esa organización de frente único. Nadie puede olvidar el ataque físico del APRA a las huelgas del SUTEP de 1978 y 1979.

Sobre la consigna del SUTEP que relaciona la lucha magisterial con la educación, no puede caducar mientras haya un pueblo que necesita organizarse mejor y defender sus derechos Y es que esa consigna es parte de la tradición histórica de la clase obrera y de todos los que luchan por sus derechos: el contenido de la lucha de los sectores explotados tiene un contenido popular, es decir, de su dinámica emerge una pedagogía de clase que va, más allá de las aulas, a formar la conciencia para cambiar este país. Así como la burguesía usa sus medios de prensa y sus libros para defender sus intereses, para educar a la gente en la defensa del sistema actual injusto, así también los trabajadores luchan y educan al mismo tiempo, o viceversa. De manera que esta consigna no solamente cumple un papel importante en la lucha popular y en la formación de una cultura popular, sino que su vigencia es actual. Además, no solamente el SUTEP usa esa consigna. Se ha convertido en patrimonio de todos los sindicatos magisteriales de América Latina.

Y la consigna que supedita la culminación de una huelga a la solución de los reclamos, es una consigna de agitación, muy bien comprendida en el sentido de continuar la lucha hasta arrancar, por lo menos, una parte de la plataforma. Tiene el mismo significado de la otra consigna que se corea en todos los sindicatos: ¡luchar hasta las últimas consecuencias! Son motivos de agitación y de búsqueda de fortaleza en la lucha. Haya de la Torre, para sembrar mística en sus militantes, inventó la consigna “solo el aprismo salvará al Perú”, con el propósito de cohesionar mejor a su partido en torno a sus supuestos ideales de transformación. Sabían que para gobernar un país hay que unir a otros sectores, pero ellos repetían ese eslogan. Ahora ya no lo repiten porque ya se han unido con otros para gobernar. La cuestión está que no se unieron con los pobres sino con los ricos, con los neoliberales, con los fujimoristas, etc. El APRA sí que tiene motivo suficiente para enterrar su consigna, tal como ya enterró los cincos puntos de su programa de 1931, reemplazándolos por un solo punto: ¡salvo la inversión privada extranjera, todo el ilusión!

Nada casual es la fobia de Valera contra los organismos de lucha de las masas. Estamos viviendo en el Perú una campaña compacta de los sectores neoliberales y sus aliados contra el gremio magisterial. Esta campaña no es nueva, por supuesto. Con la misma furia la desarrolló la dictadura velasquista hasta crear un sindicato paralelo (SERP), así como pretendió liquidar la CGTP a través de otra central (CTRP) y la CCP con otra organización campesina controlada por la dictadura (CNA). La dictadura de Morales Bermúdez usó a los maestros apristas organizados en el ANTAE para destruir el SUTEP. Tampoco fue una excepción el segundo gobierno belaundista y sus comandos de educadores. Nuevamente el APRA en su segundo gobierno pobló las escuelas con personas no tituladas para tomar el SUTEP “desde adentro”. Ya se sabe de las trapacerías del fujimorismo y su corrupción. Por ser bisoño en estas prácticas políticas, el toledismo encargó a Nicolás Linch esta tarea contra el SUTEP, pero también fracasó. Ahora el APRA está usando nuevas armas para desprestigiar a los dirigentes, como la evaluación estandarizada que supuestamente “selecciona a los mejores maestros”, hundiendo más a la educación pública en el caos. En este nuevo escenario habla el Ing. Valera de “mitos” que solamente existen en su tergiversada concepción de la ciencia y la tecnología. No podemos abordar otros temas planteados para no extender en demasía el presente texto, pues el autor ha introducido algunos conceptos, a nuestro criterio, erróneos, como los siguientes: la globalización está diluyendo el centralismo; con las huelgas y paros no se puede tomar el poder (¿quién defiende hoy esta vieja tesis anarquista?, salvo el trostsquismo); la descabellada idea de que “los tres pivotes de la lucha política por el poder” son la fuerza bruta, el dinero y el conocimiento; la tesis pedagógica neoliberal sobre el profesor como responsable de la conducción técnica del proceso enseñanza-aprendizaje; la “libre” elección de la carrera docente.

FINAL

¿Qué propone Rony Valera para reemplazar a los mitos que pretende enterrar y a las organizaciones políticas fracasadas (suponemos que también a su partido)? Nada menos que dar paso a “organizaciones inteligentes”, lo que nos recuerda el eslogan del ex Ministro fujimorista Jorge Trelles Montero, que pregonaba “la inteligencia en acción”, cuyo final ya conocemos.

Lo más positivo del texto de Rony Valera es su invitación a reflexionar sobre lo que podría ser un proyecto de desarrollo de Loreto. Pero nos parece que esa reflexión no solo debe concentrarse en un plan para el futuro inmediato de la región, sino como un proyecto de carácter estratégico, integral y basado, fundamentalmente, en nuestras propias fuerzas.

Pensar un proyecto estratégico requiere considerar a la Amazonía como una gran región y no como está concebida hoy, un archipiélago que impide diseñar programas y proyectos que cohesionen a la población, reduzcan los costos de inversión en infraestructura y administración subnacional, racionalicen los procesos de exportación de bienes elaborados y semielaborados e importación de insumos.

Es de vital importancia que la administración regional, es decir el Estado subnacional, asuma un papel más importante en la administración, la inversión y la comercialización de los bienes y servicios estratégicos, incluyendo la extracción de recursos naturales, puertos, aeropuertos, etc. Si esto no ocurre, el capital privado transnacional seguirá explotando irracionalmente y sin mayores beneficios para el pueblo todos los recursos de la Amazonía peruana.

Iquitos, abril 10 del 2008

EDUCACION PERUANA: EN MEDIO DEL CAOS

DE LA CRISIS AL CAOS

¿Cuántas reformas educativas, o algo que se las parezca o que hayan sido denominadas como tales, se han realizado en el Perú republicano? Si consideramos desde la realizada por el gobierno del Presidente Santa Cruz, 1839, hasta la actual, impuesta por el fujimorismo, más de 20, sin contar las reformas universitarias del siglo XX. ¿Por qué tantas reformas en el Perú? Sin duda alguna porque el sistema educativo en todo el proceso republicano merece, con todo rigor, el calificativo de educación en crisis. Esta verdad histórica, derivada de otra verdad más general, la de la crisis del Estado y la sociedad republicanos, despierta, cada vez que se vuelve más evidente, la preocupación de los gobernantes y de los intelectuales que, precisamente, parecen cerrar los ojos cuando el sistema funciona de acuerdo con sus intereses coyunturales. Así tenemos que en el quinquenio 1985-2000, el gobierno aprista de entonces solamente se interesó por administrar la crisis educativa que se estaba volviendo más evidente desde las décadas 60 y 70, la administración de los escombros de la reforma de los 70 que también fracasó. Lo único que pudo hacer el gobierno aprista fue sustituir a los NEC por las USES, un mero cambio de denominación.

Cuando Manuel Vicente Villarán dio su veredicto lapidario sobre una educación al margen de la formación de los profesionales que necesitaba el Perú para transformar su sistema productivo, estaba escribiendo sobre una crisis que puede llamarse “sistémica”, para usar un término que gusta hoy, pero, en realidad, se trataba, en el caso de Villarán, de la crítica a un sistema educativo que estructuralmente nació con el “síndrome colonial” (Pablo Maccera), aun cuando no tocaba más que una parte de esa crisis: la inconsistencia científica, y tecnológica de la estructura educativa frente a las necesidades de la modernización del país. Hasta don Nicolás de Pierola debió de referirse a la crisis educativa cuando lamentaba que los estudiantes del Perú no manejaban el lenguaje, ni los números, y que la corrupción era el resultado de esa educación. ¿No estamos escuchando o leyendo el mismo lamento en estos años, como la lectura, las matemáticas y los vapuleados valores? Sin embargo, al mencionar la crisis, casi todos los críticos y analistas han caído en el fácil expediente de encargar a la escuela y a los maestros de resolverla, olvidando sus causas histórico-estructurales y su relación dialéctica de causa-efecto. Este señalamiento le correspondió a José Carlos Mariátegui cuando le cupo abordar el “proceso de la instrucción pública” en el cuarto ensayo de su libro fundamental: 7 Ensayos de interpretación de la realidad peruana.

No se puede negar que hubo importantes aportes que podrían haber abierto las puertas para una reforma educativa que nos hubiese permitido avanzar en ciertos aspectos de nuestra educación, como en el caso de México con el afianzamiento de la escuela pública gratuita, laica y obligatoria; o como en los casos de Uruguay, Argentina y Chile desde el siglo XIX hasta los 80, países que supieron incorporar, con ciertas limitaciones propias de países dominados por el capitalismo internacional, los elementos científicos, tecnológicos y culturales del mundo moderno a su sistema de educación. La presencia de José Antonio Encinas y su valiosa experiencia de escuela nueva, los aportes de Luis E. Valcárcel y del Historiador Jorge Basadre en el Ministerio de Educación entre los 40 y los 50; los aportes de la Comisión de Reforma Educativa de los 70 con la presencia de Augusto Salazar Bondy, Emilio Barrantes y Wálter Peñaloza Ramella, son los hitos singulares de propuestas que no pudieron fructificar en un medio totalmente desprovisto de bases económicas y sociales modernas y ligadas a los intereses y aspiraciones de las mayorías del Perú. Esta contradicción entre propuestas progresistas de reformas educativas y la existencia de una estructura económica y social atrasada en todos los órdenes, explica, en gran parte, los fracasos de aquellas reformas mejor planteadas.

Andamos hoy en el caos educativo. Quien más, quien menos, incluso los que apoyaron la reforma educativa neoliberal de los 90, continuada hasta hoy, expresan su desazón frente los resultados de esa reforma. Como si no conocieran la historia de la educación peruana, basándose en las mediciones ordenadas por el Banco Mundial, repiten constantemente que nuestra educación “está en el sótano” porque “somos los últimos en matemáticas” y los “penúltimos en lenguaje”, sin mencionar que la crisis es integral. En este sentido, Nicolás de Piérola tenía una mirada más objetiva y perspicaz. De la crisis hemos pasado al caos, es decir, a una situación casi inmanejable inclusive para administrar esa crisis. Lo sorprendente es que la solución planteada se centra en apabullar a los maestros con una evaluación memorística e impertinente desde el punto de vista pedagógico. Antes de la evaluación, no hubo críticas a ésta. Con los resultados a la vista y conociendo hoy la prueba, abundan los “expertos” para disminuir la validez de la farsa montada por los neoliberales y sus medios de información. Estamos en marzo y no empiezan las clases regularmente. Ya llegamos al mes de abril y continúa la matrícula escolar. El Ministro de Educación ha inaugurado el año escolar y en muchas regiones no hay presupuesto suficiente para pagar a los maestros que deben ser contratados. El proceso “complementario” de la evaluación docente y las propias adjudicaciones de plazas se han convertido en un ir y venir de propuestas en cada región y en cada ugel. Por su parte, los beneficiarios de los “convenios” (escuelas privatizadas, en realidad) exigen hoy que los maestros seleccionados por ellos sean ratificados aun cuando hayan obtenido menos de 8, calificación que, con la lógica de los evaluadores, contradice la afirmación antojadiza de que en esos colegios la educación sí es de calidad (¿?) (¿No obtendríamos los mismos resultados “catastróficos” si aplicamos una prueba similar a todos los maestros de todas las escuelas privadas?

POSICIONES DIVERSAS

Frente al caos reinante, los neoliberales, con el gobierno aprista al frente, mantienen su visión parcializada de la crisis educativa del Perú. La perciben y sienten como exclusiva de la escuela pública y originada por la “baja formación de los maestros”, sin evaluar el desempeño de estos en el campo mismo de su actividad: las aulas. Hay miles de maestros con años de experiencia como contratados que, por no haber aprobado en la reciente evaluación, se quedarán sin trabajo. ¿Dónde está el papel de los Consejos Escolares cuya responsabilidad es evaluar a los maestros de cada escuela? Los neoliberales siguen adelante con sus empíricas propuestas que ya no sirven ni para parchar la crisis educativa.

Los neoliberales “críticos” constituyen un grupo bastante amplio de intelectuales, burócratas del aparato educativo en los últimos 40 años, periodistas de opinión, etc., que primero hicieron piruetas argumentativas para justificar la evaluación estandarizada a los maestros pero apareciendo como críticos a esa concepción parcial que ve a los maestros como los únicos o principales culpables de la actual situación de la educación peruana. Cuando uno lee bien sus artículos y sus opiniones, nota perfectamente su desprecio “intelectual” a los maestros peruanos. No hay de su parte, en el fondo, ningún reconocimiento del trabajo docente en las condiciones deplorables de la escuela pública en el Perú (salarios miserables, niños en estado de desnutrición crónica, maestros con doble ocupación laboral para sobrevivir, gastos adicionales de los maestros para ambientar sus aulas, un ostensible desprecio por los gobernantes de turno y una clase media que prefiere la educación privada para asegurar su arribismo social, etc.). Después de conocer la prueba, muchos de estos “críticos” han empezado a descubrir las incoherencias, impertinencias pedagógicas y las más de una alternativa correcta en muchos ítems, hechos que se habían producido en las evaluaciones estandarizadas anteriores desde el fujimorismo hasta la “magistral” evaluación de Nicolás Linch. Además, aun cuando la prueba no hubiese adolecido de tales rasgos negativos, la concepción misma de su aplicación como único instrumento de selección a los “mejores maestros” es un redondo contrabando pedagógico. En esta posición se encuentran también los miembros del fenecido Consejo Nacional de Educación que hoy están opinando, después de no haberse pronunciado ante la propuesta del Poder Ejecutivo, salvo en aquellos pedidos de elevar el presupuesto de la educación y la necesidad de aplicar el Proyecto Educativo Nacional que el gobierno aprista hizo suyo.

Ante estas dos posiciones, los maestros organizados en el SUTEP enfrentan una situación difícil. Enfrentados entre sí frente a las alternativas de adjudicación, deben buscar, en las propias regiones y provincias, orientaciones coyunturales para mantener una plaza de contrato en el 2008. La incertidumbre en unos casos, la indignación en otros, expresan un estado de ánimo que requiere una dirección firme y cohesionada frente al neoliberalismo aprista, cuyos elementos de represión física y administrativa se están revelando con más fuerza frente a las luchas campesinas, nativas, magisteriales y de todos los sectores que se atreven a exigir sus derechos. Los maestros activos han tenido, en todo este período, una escasa participación. Otro tanto ocurre con los directores de los centros educativos, preocupados ahora porque maestros contratados de buen nivel han perdido su trabajo. No se sienten amenazados con la evaluación, pese a que la nueva Ley de Carrera Pública Magisterial es el nuevo presente griego que les ha entregado el Parlamento y el régimen de Alejandro Toledo. No se dan cuenta, al parecer, que la evaluación docente estandarizada e individualista, que hoy se aplica a los maestros sin trabajo estable y a los desocupados, también se les aplicará a ellos. Ante la impotencia de la dirigencia nacional del gremio para orientar la lucha contra el neoliberalismo aprista, no pocos maestros empiezan a dudar de los dirigentes, sin tener en cuenta que la reforma educativa actual y su fundamento neoliberal constituyen las verdaderas causas de su situación. En ese vacío de orientación y de explicación se mueven el anarquismo senderista y sus aliados de turno para disgregar al SUTEP desde sus bases; y están también los defensores del Colegio de Profesores que pugnan por dar legitimidad y legalidad a su supuesta y propia representación nacional, llevando al magisterio a una falsa polarización con la convocatoria a elecciones regionales del inservible Colegio de Profesores.

UNA NUEVA PERSPECTIVA DE LUCHA

El neoliberalismo en el Perú, con todos sus elementos programáticos y de represión, mantiene su hegemonía y está logrando imponer nuevas medidas privatizadoras y los mecanismos jurídicos y sociales para consolidar este proyecto imperialista. Sus fintas de política exterior con China y frente a la abierta intromisión colombiana en territorio ecuatoriano, le sirven de cobertura para tapar su real política de entreguismo al gran capital transnacional.

No hay otra alternativa de lucha, tanto en el campo de la política práctica como en el campo ideológico, que una posición firme frente al neoliberalismo y sus diversas medidas en todas las esferas de la vida nacional. Sin caer en la provocación ni en propuestas independentistas que viene insinuando algún presidente regional, es posible desarrollar una oposición firme y de resistencia activa, como la que hubo, hasta cierto punto, frente al fujimorismo desde algunos sectores sindicales, políticos y populares de izquierda.

En el campo de la educación no será posible luchar contra las medidas neoliberales que destruyen más la escuela pública, la profesión docente y los derechos de los maestros, sin levantar con firmeza y suficiente comprensión el proyecto educativo del SUTEP, en oposición clara a la reforma educativa neoliberal y en un proceso de recuperación de la conciencia del nuevo magisterio para una lucha de largo aliento por una nueva educación en el Perú. Esta es la idea básica, a nuestro criterio, para desplegar un trabajo colectivo de fortalecimiento del trabajo docente en todas las escuelas, de recuperación de la confianza de los padres de familia en nuestro papel de liderazgo en cada ámbito social, de fortalecimiento del trabajo del gremio en todas las bases, pues el neoliberalismo ha pretendido socavar y destruir los sindicatos en toda América Latina y El Caribe y su visión individualista de la sociedad le lleva a considerar a los sindicatos como los enemigos del desarrollo de los pueblos mientras las transnacionales siguen apropiándose de las ingentes riquezas producidas por los trabajadores.

El trabajo por los proyectos educativos regionales debe ser retomado por los maestros como parte de un proyecto educativo nacional y no contrapuesto a éste. Lo que hoy ocurre es que el Perú carece de un proyecto nacional de desarrollo y, por ende, de un proyecto educativo nacional en correspondencia con aquél. Lo que hay es un proyecto económico neoliberal que hace imposible la descentralización del Perú. En qué medida podemos perfilar un proyecto educativo regional que permita avanzar en el fortalecimiento de la escuela pública y el derecho pleno a la educación gratuita y universal, el respeto a la profesión docente y a los derechos de los maestros, es una cuestión de debemos plantear con claridad. Todos los PER existentes se basan en los planteamientos neoliberales y toman como modelo de organización educativa, así como modelo de pedagogía, los parámetros individualistas y constructivistas que se han venido imponiendo desde los 90. Todos los PER aprobados por cada gobierno regional no significan ningún cambio respecto al modelo neoliberal. Basta considerar la actual evaluación docente y la actual municipalización de la educación: ningún gobierno municipal ni regional lo han propuesto, pues su origen es la imposición. Corresponde a los maestros liderar este trabajo de educación regional, no con la creencia de que vamos a cambiar totalmente la educación del país, sino con una visión de trabajo permanente por una nueva educación en el Perú, cuya plasmación dependerá de los cambios que realicemos en los planos de la economía y de la sociedad. El trabajo educativo y pedagógico es importante para esa perspectiva.

Necesitamos de imbuirnos de un mayor espíritu de lucha por un ideal superior, partiendo de una realidad ajena a las aspiraciones de progreso, de igualdad, de desarrollo y bienestar de nuestro pueblo. Mariátegui nos enseñó a partir del pesimismo de la realidad (percibimos la realidad como injusta, desigual, corrupta, etc.) y del optimismo del ideal (nos dirigimos a la conquista de un nuevo orden social que es posible y necesario a la vez). Consideramos que los pueblos del mundo, los pueblos latinoamericanos en articular, contemplan los problemas de hoy con ese optimismo del ideal, y por eso se oye en todos los foros sociales: ¡otro mundo es posible!

Iquitos, marzo 27 del 2008

NUEVO CONSEJO DE EDUCACION Y FIESTA PRIVATIZADORA

Mientras el Parlamento peruano estaba tratando de discutir una nueva estructura del Consejo Nacional de Educación, el Poder Ejecutivo, el primer poder del Estado en el Perú después de la muerte de Haya de la Torre, ya había elegido a los nuevos integrantes del Consejo Nacional de Educación, con el agravante de que el mismo ministro José Antonio Chang, autor de la “genial” idea del tercio superior, haya enviado al Legislativo un proyecto que le convertiría, si fuera aprobado, en el Presidente del CNE, considerando, además, que los consejeros actúan colegiadamente y ejercen sus funciones con plena autonomía y están prohibidos de actuar individualmente (cita de Constantino Carvallo, en Prohibidos, La República, 29/03/2008, p. 18). Aun cuando esta trapacería jurídico-administrativa no sea aprobada por el Pleno del Congreso, la situación del nuevo CNE no variará respecto a lo que fue el anterior: al final, las medidas fundamentales para seguir manteniendo la reforma educativa dejada por el fujimorismo las ha tomado y aplicado el Ejecutivo sin la intervención de los consejeros, quienes, en el mejor de los casos, solo se han pronunciado recordar que hay un PEN y un mandato para mejorar el presupuesto educativo.

Tanto los consejeros como algunos intelectuales y académicos han venido ponderando el accionar del Consejo Nacional Educativo cuyo mandato feneció el 22 del presente, con el argumento de haber “entregado al país” un PEN que, de aplicarse, la crisis de la educación estaría superada… en el 2021, sin tener en cuenta que el contenido de ese proyecto es casi el mismo del que dejara el Gobierno de Transición del 2000-2001 con el título de Acuerdo Nacional por la Educación; y sin considerar, principalmente, que el verdadero proyecto educativo neoliberal vigente tiene su base legal en la Ley General de Educación 28044, con cuyo contenido los consejeros están de acuerdo. De manera que el PEN, ahora del gobierno aprista, no pasa de ser un conjunto de buenas intenciones que no colisiona con la reforma educativa neoliberal.

En cuanto se conformó el nuevo CNE, uno de sus miembros reelectos, el señor León Trahtemberg, a través del informativo virtual EDUCACION AL DIA, edición del viernes 28 de este mes, retomó su vieja propuesta de conformar una especie de élite magisterial partiendo de la selección de los cinco mil mejores maestros, que podrán seguir aumentando hasta formar una “masa crítica” que garantizaría los mejores logros para superar la crisis. Esta propuesta, que viene de los 90, ya lo había hecho saber al fujimorismo, sin mayor fortuna. Hoy vuelve a lo mismo seguro de que los nuevos consejeros le apoyarán y el Ministro Chang podrá revivir su tercio superior para seleccionar a los mejores maestros.

Trahtemberg avanza más y plantea que los nuevos capacitadores de maestros deben ser seleccionados desde las universidades privadas, nada menos, desbocando su concepción privatizadora de la educación que durante el fujimorismo no tuvo reparos en mostrar cuando aconsejaba al régimen cómo poner en marcha su reforma neoliberal y cómo deshacerse de los maestros en actividad. Sintiéndose como dueño de la situación y sin asumir responsabilidades, como consejero que es y ha sido, del actual caos educativo creado por la evaluación reciente de los maestros, propone que el negocio de la educación es la única alternativa. Desde ya hay que imaginarse el nuevo escenario de la educación en manos de unos miles de maestros que estarían a la cabeza de la gran masa magisterial que para los neoliberales no sirven para nada. No nos olvidamos del papel que cumplieron los reformadores de la década de los 70, seleccionados entre los “mejores profesores” de aquellos tiempos, cuyo trabajo no repercutió positivamente en la educación peruana.

Como no tenemos “maestros de calidad”, Trahtemberg propone recurrir a otros especialistas, académicos, técnicos, etc., para que sean ellos los nuevos abanderados de una reforma que consistiría en preparar maestros en técnicas de lecto-escritura y de conocimientos matemáticos, apelando incluso a los profesores de las academias pre-universitarias, todas privadas. El “experto” sionista no ha podido encontrar mejor momento que éste de mayor caos e incertidumbre para entregar su vieja propuesta privatizadora. Su concepción de capacitación magisterial es demasiado estrecha.

Cual mandarín criollo, enfila hoy sus sables hacia todas las facultades de educación y todos los institutos pedagógicos para cerrarlos “inmediatamente”. Como no puede defender abiertamente a las facultades de educación de las universidades privadas ni a los institutos pedagógicos privados, no le queda más que proponer liquidar las facultades de educación e institutos pedagógicos en su totalidad.

Si este supuesto defensor de la educación del pueblo peruano sería consecuente, empezaría por solicitar la derogatoria del DL 882, impuesto por la dictadura fujimorista en 1996, que precisamente estableció la más amplia libertad y las garantías del Estado para la creación y funcionamiento de centros de educación superior privados, propiciando así la inversión privada en el negocio educativo. Como antiguo consejero oficioso no se interesó por las consecuencias que traería esa aventura privatizadora para la formación docente y para la creación de un mercado más barato de maestros, tanto para el Estado como para los negociantes de la educación, incluyendo a los dueños de los centros de educación por convenio, que hoy vienen exigiendo que se respete su plana docente con la permanencia de maestros que en la reciente evaluación han obtenido ocho o menos. ¿No se da cuenta de estos hechos el “experto” León Trahtemberg? Su propuesta, pues, encubre sus responsabilidades como consejero y como uno de los que más ha denigrado de los maestros peruanos y de su sindicato, el SUTEP.

La fiesta privatizadora que muchos vivieron con el fujimorismo renace hoy con el gobierno aprista. La educación es uno de sus filones, con un remanente importante para ser utilizado en todos los niveles educativos, pero con mayor rentabilidad en la educación superior a través de la apertura del comercio de servicios que contempla el TLC con los Estados Unidos.

¿Hay, realmente, algún viso de propósito sincero por la solución de la crisis de la educación peruana y, en particular, de mejorar la esuela pública en el Perú, por parte de los actuales gobernantes y de sus “expertos” como León Trahtemberg? Su evaluación sesgada del problema educativo y sus propuestas empírico-pragmatistas conducen a elitizar más la educación peruana. En este contexto, el Consejo Educativo Nacional sobra.

Iquitos, marzo 29 del 2008

SOBRE EL COLEGIO DE PROFESORES DEL PERU: VOTO EN CONTRA

Cuando la situación legal de las dirigencias que se disputan la conducción del Colegio de Profesores del Perú no ha sido aún definida por el Poder Judicial al cual recurrieron reclamando su correspondiente legalidad, desde el 2007 la supuesta dirigencia encabezada por el Profesor Carlos Gallardo viene realizando “elecciones” para que los maestros elijan a los decanos y demás componentes de de su consejo directivo en cada una de las regiones. Sin más lógica que el afán de asumir un cargo en el discutible Colegio de Profesores del Perú, algunos docentes han asumido la ilegal e ilegítima convocatoria, pretendiendo sorprender a los demás maestros con una institución que realmente, desde el punto de vista institucional, no existe y, por consiguiente, toda elección carecerá de efectos legales, como viene ocurriendo con el “Colegio de Profesores de Lima”, “elegido” en el 2007 y cuya “decanatura” ha sido otorgada al Profesor Jorge Ruiz Tejedo, no precisamente del grupo político del MDM de Carlos Gallardo ni del de Patria Roja de Soledad Lozano. Pero ahí está él sin arte ni parte en los quehaceres del magisterio y educación nacionales.

No es posible comprender la ubicación y el papel del Colegio de Profesores del Perú, que desde el segundo gobierno de don Fernando Belaúnde Terry se pretendió imponer a los maestros sobre la base de lo establecido por la Constitución Política de 1979 y también por la de 1993, sin considerar los orígenes y aplicación de una institución como son los colegios profesionales. Sus orígenes, en la Edad Media, se encuentran en las corporaciones de artesanos para el ejercicio del oficio correspondiente. Al surgir las profesiones denominadas liberales en el mundo moderno capitalista y bajo el imperio del libre mercado, médicos y abogados, principalmente, debieron de organizarse en Colegios para ejercer su profesión y cobrar sus honorarios. A estos profesionales se fueron agregando otros como los ingenieros, contadores públicos, etc., obligados también a garantizar su idoneidad profesional y el cobro de honorarios, lo que significaba para el Estado el cobro de impuestos. No olvidemos que durante el Virreinato español en América Latina se creó, en pleno siglo XVIII, el Colegio de Abogados.

En el siglo XX hubo estados que obligaron a crear Colegios de Profesores, como en Costa Rica, Canadá, Honduras, con un criterio estrictamente profesionalista, de orientación supuestamente académica para propiciar la superación profesional de los maestros. No es casual que en Honduras los maestros fueron obligados a organizarse en el Colegio de Profesores Superación Magisterial de Honduras (COLPROSUMAH), que nunca significó tal cosa, razón por la cual, durante la década de los 70, los maestros hondureños lo convirtieron en una organización sindical, adecuando su Estatuto para los fines de la defensa de los derechos del magisterio hondureño. En Canadá el Colegio de Profesores es un adorno, pues solamente se dedica a refrendar los títulos de profesor que otorgan las universidades como requisito para que sea nombrado en una plaza docente, cobrando una cuota mensual a cada maestro sin beneficio alguno para éste; Por la inutilidad del Colegio los docentes canadienses tienen su Federación sindical. Igual ha ocurrido en Costa Rica, donde el Colegio ha quedado en el recuerdo y los maestros costarricenses se han organizado en sus sindicatos, tanto de educación básica como de superior. ¿Y en Chile? Desde que los maestros comenzaron su lucha se organizaron en la Asociación General de Profesores de Chile, desde principios del siglo XX, glorioso sindicato que Pinochet reprimió y disolvió a punta de bala, creando el Colegio de Profesores de Chile y obligando a los maestros a filiarse a las AFP, modelo neoliberal de privatización de la seguridad social que copió el fujimorismo en el Perú. Sin embargo, los maestros chilenos supieron convertir al Colegio en un verdadero sindicato, aun sin cambiarlo de nombre como en Honduras. No es verdad, pues, como dijeron ciertos funcionarios y hasta algunos dirigentes magisteriales, que en toda América Latina y hasta en Europa funcionan los colegios de profesores con “exitosos resultados”. Es al revés, todos los maestros del mundo tienen sus sindicatos, afiliados a la Internacional de la Educación y no sus colegios de profesores. En México hay un Colegio, el Colegio de México, pero no tiene nada que ver con lo que estamos hablando, sino con una entidad de intelectuales que se dedica a la investigación y la difusión de la cultura.

El SUTEP, a partir de la referencia anterior y del análisis de los supuestos fines y objetivos de los colegios profesionales, consideró inútil la creación del Colegio de Profesores y, si por razones de fuerza el Estado lo impusiera, se tendría que participar para impedir que sea utilizado como instrumento de debilitamiento y destrucción del sindicato. Esta decisión fue adoptada en el IV Congreso Nacional Ordinario del SUTEP realizado en Chiclayo en 1984. Desde entonces, todos los gobiernos de los 80 y 90 pretendieron imponer el Colegio, sin lograrlo. Hasta que el gobierno de Toledo, a través de un Parlamento tan inútil como el actual, lo logró, obligando a los maestros a colegiarse para ejercer la docencia. No es, pues, una institución buscada y querida por los maestros, sino impuesta por las necesidades del neoliberalismo, pretendiendo crear en los maestros la engañosa sensación de “superación” profesional y social, superación que no ha ocurrido en ningún país donde hubo el tal Colegio.

Si se leen bien los fines y objetivos del Colegio de Profesores del Perú, establecidos en su Estatuto, que además ha sido redactado por el Ministerio de Educación y no por los maestros, encontramos los más ingenuos postulados de la elevación de la calidad de la educación, del ejercicio probo de la docencia, de la superación profesional permanente de los maestros, agregando, para burlarse más, de las posibilidades de superación material y espiritual del profesorado a través de instituciones financieras y de otra índole. Es decir, en el Perú, el Colegio de Profesores podrá generar los más divinos resultados, no logrados por sus homólogos en otros países, y que no los tienen, además, los colegios profesionales de médicos, abogados, etc., en nuestro propio país. Si todos esos fines y objetivos fueran cumplidos por la presencia de los colegios profesionales, hace tiempo que en el Perú no tuviéramos los problemas de la salud, de la administración de justicia, de la producción y comercialización de fármacos bamba, de la administración de justicia, por ejemplo.

Quienes han realizado tanta propaganda para la creación del Colegio de Profesores no podrán demostrar, sin embargo, las virtudes que señalan para esta institución. Por eso es bueno señalar los objetivos reales de su imposición: a) convertir al Colegio en el único organismo de representatividad de los maestros, anulando el papel del sindicato (SUTEP); b) trasladar hacia los maestros, vía el Colegio de Profesores, la exclusiva responsabilidad de los problemas no resueltos de la educación, que no se resolverán ni con cien años de existencia del Colegio; c) responsabilizar a los maestros, a través de su Colegio de Profesores, de su bienestar material, librando al Estado de esa responsabilidad; d) crear en el magisterio peruano un espíritu reacio a reclamar del Estado sus derechos y reivindicaciones concretas, pues su tarea de superación profesional es la única digna de ser tenida en cuenta. ¿Para qué reclamar al Estado si el Colegio puede otorgar a los maestros mejores ingresos?

Causa extrañeza que habiendo razones históricas, profesionales y sociales para advertir a los maestros de la farsa de la colegiatura, haya quienes, en estos momentos, sigan quitándose una institución que ha demostrado su inutilidad y su propósito perverso de paralelizar al sindicato. Lo curioso es que en ambos polos de la contienda se escucha y se lee un grito similar: “colegio democrático, representativo para una educación de calidad y la superación profesional de los maestros”. Con todos los objetivos políticos que se puedan esgrimir para intervenir, en estas nuevas circunstancias, en la dirección del Colegio de Profesores, es una inconsecuencia que se oculte, en el debate, los verdaderos objetivos del neoliberalismo, y se soslaye el verdadero significado del Colegio de Profesores. Esta inconsecuencia se nota mejor cuando hay un debilitamiento de la dirección nacional del gremio, de una parte; de la otra, un afán oportunista de copar un espacio que se enfrente al SUTEP con objetivos políticos y de manejo económico, desde posiciones antigremiales y de defensa de una reforma educativa neoliberal. Hay quienes dividen el trabajo organizativo de los maestros en dos aspectos supuestamente diferentes y hasta contradictorios: el SUTEP con su lucha reivindicativa y el Colegio con su trabajo profesional académico. Una división del trabajo que toda ala experiencia internacional desmiente.

Cuando el Poder Judicial determine, finalmente, cuál es la situación jurídica de ambas partes en la disputa por el Decanato Nacional del CPPe, ambos habrán perdido su oportunidad y habrá una nueva convocatoria. Hasta entonces, los maestros peruanos deben haber superado los problemas organizativos del sindicato, lograr su fortalecimiento y su más amplia unidad; pero también retomar su lucha pedagógica por el proyecto de nueva educación en el Perú a partir de las propuestas sistematizadas en 1992. Una campaña de esclarecimiento se vuelve urgente.

Considerando la existencia de un número considerable de maestros jóvenes formados en medios académicos que han privilegiado los aspectos meramente didácticos de la pedagogía, incluyendo el adiestramiento en “marketing educativo”, descuidando los fundamentos históricos, filosóficos, sociológicos, antropológicos, políticos, se requiere un trabajo permanente de formación pedagógico-sindical. No hacerlo significará otorgar al neoliberalismo el camino más fácil para seguir tergiversando la conciencia de clase de los maestros peruanos para forjar las bases de una nueva educación en el Perú. Para este trabajo no se necesita ningún Colegio de Profesores, sino un sindicato que funcione como tal y asuma el trabajo programático, al tiempo que defiende los derechos de sus afiliados y los del pueblo peruano.

Iquitos, 30 de marzo del 2008

REPRESION CONTRA LOS INDIGENAS ACHUAR EN EL PERU

Los medios de prensa del Occidente capitalista y los jefes políticos de la Unión Europea y, por supuesto, el Presidente Bush, están presionando a la Republica Popular China para que dialogue con el Dalai Lama, jefe y evidente cabecilla de la rebelión que los confucionistas tibetanos y otros grupos políticos separatistas vienen protagonizando, tomando los Juegos Olímpicos de Pekín como elemento de chantaje para doblegar al gobierno chino; pero parece que desconocen lo que viene ocurriendo en el Perú con uno de los grupos indígenas (poblaciones originarias) que pueblan territorio peruano en la parte norte, frontera con el Ecuador. Cuando comparamos las rebeliones de grupos derechistas en América Latina contra gobiernos que no obedecen a los intereses de los Estados Unidos, sus métodos, las circunstancias y su propaganda, inmediatamente nos damos cuenta que en el Tibet esta la CIA. Clarísimo está que ese territorio es de necesidad geopolítica para los Estados Unidos y su estrategia de contención a China, lo que sería muy fácil conseguir con un Tibet bajo el gobierno de los ex componentes de la feudalidad de la vieja China. Pero vayamos a los Achuar.

NACION ORIGINARIA

Los achuar constituyen una de las 46 etnias que aún subsisten en la Amazonía peruana, con una población numerosa de varios miles de habitantes y que conviven en familias y aldeas en un territorio que se encuentra en la frontera con el Ecuador, de tal manera que hay también hermanos achuares en este país.

El territorio achuar es el de la Selva Baja, con el gran río Marañón y sus afluentes de la margen izquierda como entorno ecológico. En su territorio está la gran reserva de biodiversidad del Pacaya-Samiria, pero todo el espacio, y más allá de su territorio, es parte de la gran reserva de vida natural de la Amazonía y del planeta en que vivimos.

Los achuar son parte de las etnias que vienen poblando la Amazonía peruana desde hace 12 mil años, habiendo desarrollado la vida familiar y aldeana, subsistiendo de los frutos de la naturaleza como recolectores, cazadores y pescadores, con pequeña agricultura complementaria. Su vida espiritual se alimentaba de la magia y el misterio que da la naturaleza. Pero cuando llegaron los conquistadores españoles que buscaban las riquezas de “El Dorado”, acompañados por religiosos católicos, la vida de los indígenas empezó a cambiar. Fueron convertidos en sirvientes y soldados cargadores de los conquistadores y obligados a abrazar la religión católica. Cuando el Perú se convirtió en República en 1821 la vida de los achuar no fue mejor, pero ellos seguían defendiendo su territorio y practicando una agricultura que cuidaba el entorno ecológico, defendiendo sus tradiciones míticas, alimentándose en gran parte de la propia naturaleza. Como todo pueblo originario, los achuar quieren su tierra porque en ella encuentran su sustento vital, su energía espiritual, y nadie tiene el derecho de molestarlos en nombre de un supuesto bienestar que les ofrece el capitalismo transnacional.

NUEVOS CONQUISTADORES


El ingreso del capitalismo comercial y extractivo del caucho, las maderas, los peces ornamentales, las resinas, las pieles de animales silvestres y de cocodrilos, llevó hasta los territorios indígenas a los comerciantes y extractores de productos de exportación. Una nueva invasión, más moderna, significó para los achuar, en pleno siglo XX, grandes dificultades para seguir viviendo en paz. Comenzaron a organizarse en federaciones y asociaciones, aliándose con otras etnias para luchar por sus derechos. Con su lucha obligaron a los gobiernos peruanos a legislar a favor de esos derechos, pero al mismo tiempo esos mismos gobiernos permitieron que los extractores de los recursos naturales para la exportación sigan depredando los territorios amazónicos. Entonces los achuar y sus hermanos de otras etnias empezaron a luchar con su propia fuerza, pero sin asesinar a nadie.

Hacia los años 70 empiezan a llegar las empresas petroleras como OXI, PETTY, PRAKLA, OIL y otras que han venido cambiando de nombre de acuerdo con las necesidades de seguir explotando el petróleo de la Amazonía. Las primeras empresas eran de Estados Unidos, Inglaterra y Alemania, pero hoy hay transnacionales de otros países, incluso latinoamericanos, como es la actual empresa PLUSPETROL (argentina) que está operando en territorio achuar y que tiene como base el pueblo de Andoas, con un aeropuerto para sus servicios de transporte rápido. La presencia de otras transnacionales del petróleo están destruyendo la vida de los achuar y demás etnias vecinas. Los ríos y lagos se están contaminando, como es el caso de los ríos Tigre y Corrientes, disminuyendo su riqueza de biodiversidad. Los animales silvestres ya no pueden reproducirse como antes. Los propios achuar se han dividido porque las empresas petroleras sobornan a muchos de ellos para que les permitan explorar, perforar y explotar petróleo. Los están convirtiendo en peones de las empresas con salarios diferenciados para dividirlos. A eso lo llaman progreso para los indígenas. Tanto el gobierno central como el gobierno regional de Loreto apoyan a las transnacionales y no a los indígenas.

LA REPRESION ACTUAL

A principios de este mes se inició en Andoas, base de operaciones petrolíferas de PLUSPETROL, una lucha de los trabajadores de origen achuar por reivindicaciones salariales, a la que la empresa se niega atender. Después de dos semanas de lucha sin conseguir nada, los trabajadores se atrevieron a tomar el aeropuerto, siendo reprimidos con brutalidad por la policía que envió el gobierno central. Numerosos indígenas han sido heridos con bombas lacrimógenas y municiones. Un policía murió y nadie sabe hasta hoy quien lo mató. Esto ocurrió entre el 20 y 22 de marzo. Más de 50 indígenas fueron detenidos, más unos cuantos mestizos. A los detenidos los han traído a Iquitos, capital de la región Loreto con más de 500 mil habitantes. Con la lucha de los sindicatos y del Frente Patriótico de Loreto, han sido liberados 16 indígenas y otros están en la cárcel. Hay abogados que los están defendiendo, pero el gobierno y la policía los acusan de criminales y pretenden llevarlos a Lima para que sean juzgados lejos de su pueblo y de su familia, pese a que en su propio territorio hay juez y fiscal, en la ciudad de San Lorenzo, capital de la provincia de Datem del Marañón. ¿Por qué no los juzgan en su propia provincia? Se nota que quieren hacerlos sufrir para que no vuelvan a reclamar nada. Se nota que puede haber infiltrados mestizos que han dirigido la ocupación del aeropuerto con el fin de que la policía intervenga y los reprima, con un objetivo de escarmiento.

Es necesario que en todo el mundo haya un movimiento de rechazo a estas prácticas de los gobiernos que defienden los intereses de las transnacionales petroleras. En el futuro inmediato será peor en la Amazonía peruana cuando se inicien las exploraciones de decenas de lotes ya concesionados por el gobierno. No solamente se trata de la vida de los indígenas amazónicos, sino de la defensa de la más grande biodiversidad del mundo.

¿Por qué los gobiernos de la Unión Europea se callan frente a estos hechos? ¿Qué es de los organismos de defensa de los derechos humanos y del medio ambiente? ¿Por qué solo se interesan cuando están de por medio los intereses de los Estados Unidos, como ocurre con el Tibet?

Hablemos a todos por la libertad de los indígenas achuar del Perú.

Iquitos, marzo 31 del 2008

viernes, 11 de abril de 2008

VARGAS LLOSA Y SU AMOR CAPITALISTA

Después del estreno de la recientemente escrita y editada obra teatral de don Mario Vargas Llosa, Al pie del Támesis, que por la metáfora del río nos recuerda El cruce del Niágara de Alonso Alegría allá por los años 60, y con un despliegue de propaganda que garantizó la presencia de ese público capaz de pagar entradas vedadas para un profesor o para cualquier persona con reducidos ingresos, no podía faltar las entrevistas al autor para comentar el éxito de la representación y de la concurrencia, lo cual es comprensible luego de cualquier evento medianamente importante para un tipo de producción cultural accesible a los gustos y posibilidades de la burguesía.

La entrevista que nos ha animado a escribir estas modestas líneas es la realizada por una de las voceras mediáticas de los neoliberales que dominan este país, la “Chichi” Valenzuela en su programa “La ventana indiscreta”, que efectivamente no es nada discreta para vender sus contrabandos ideológicos a favor del capitalismo neoliberal. Si solamente la entrevista hubiese abordado el asunto de la obra teatral, quizás no hubiese sido interesante para nosotros escribir algo. Pero entrevistadora y entrevistado aprovecharon la ocasión y la importancia mediática que tiene cualquier estornudo de “El escribidor” para abordar temas de política nacional e internacional y el enfoque comprometido de Vargas Llosa con la parte más poderosa de la escena mundial y su reflejo en el ámbito nacional.

UN TEATRO PARA MINORIAS

Nuestro conocimiento del tema literario es bastante modesto, pero algo nos han enseñado los clásicos de Grecia, Shakespeare, Moliere, Bertolt Brecht, Ibsen, García Lorca, nuestro Sebastián Salazar Bondy, para no mencionar más que a unos cuantos que llevaron a la interlocución abierta los grandes problemas humanos, como para empezar con el tema principal de la entrevista. Ponderar la introspección de un homosexual como si fuera un gran problema que interesa a los pueblos del mundo y sus millones y millones de habitantes que afrontan guerras de agresión, pandemias que ocasionan mayormente la muerte de los pobres, depredación del planeta que plantea la posibilidad o no de la vida humana en el planeta Tierra, la acción explotadora de la globalización capitalista y sus transnacionales (¿no existen los achuar y sus tribulaciones que no pueden curarse con introspecciones?), le lleva al autor de La casa verde a liberar sus inofensivos “demonios” que, según él, en el pasado destilaban disconformidad y rebeldía contra el sistema imperante. El transexual del río Támesis literario cree que su problema interesa a la gran mayoría de la humanidad y busca que todos centren su mirada en sus peripecias impuestas por la inhumanidad del sistema al cual, precisamente, él no se atreve a combatir. Vargas Llosa, para fundamentar el valor de su obra y de su personaje, le otorga la fuerza de la libertad de hacer pública su “opción personal” de vida. Nuevamente Vargas Llosa nos trae personajes que se mueven como veletas del destino, personajes endebles como en la mayor parte de sus novelas., sin proyecto, sin perspectiva, sin la fuerza que produce la inserción en la historia y sus complejidades. Con toda seguridad que nuestra apreciación sobre uno de los elementos de la obra no nos pueden conducir a la misma valoración de la puesta en escena, del director y los actores. Cuando estos son de los mejores, y lo son sin duda alguna, recrean la obra y la convierten en una pieza teatral formalmente bella. Lo contrario puede ocurrir, incluso con Edipo Rey, si los actores no son buenos artistas y si e Director carece de la suficiente imaginación y sabiduría para “dar vida” a los personajes.

LA OPCION POLITICA NEOLIBERAL DEL ESCRITOR

Con las interesadas y, acaso, premeditadas preguntas de la entrevistadora, Vargas Llosa empezó con su catecismo de la libertad individualista y de su credo neoliberal, espetando ante la audiencia la mentira de que Barack Obama representa la quintaesencia de la democracia del pueblo norteamericano, faltando equipararlo con el espíritu democrático de Abraham Lincoln para redondear su ideología neoliberal que Obama, Hillary Clinton y el candidato republicano McCain resumen en aparatosa y maquillada campaña electoral. Para presentar más democráticos a los que donan el dinero y manejan ambas campañas, don Mario considera que el racismo ya ha desaparecido porque el “mulato Obama” está ganando en preferencias a la gringa Hillary, sin darse cuenta que ni los capitostes republicanos podrían ser ya racistas porque tienen a Condolezza Rice en la pirámide del poder político de la administración Bush. Hay que recordad que Obama debió de “librarse” de su pastor asesor para esconder su verdadero compromiso con el poder transnacional estadounidense.

No podía faltar el Tibet ni el afán de tergiversar la verdadera historia de la China y, en particular, de la nación tibetana, cuya inclusión como parte de los dominios de las dinastías feudales de esa milenaria civilización data de muchos siglos, incluso como dominio inglés en los siglos XIX y XX; y que en el mismo Tibet, coludido con el confucionismo, dominó internamente el feudalismo con sus abusivos terratenientes, de los cuales sus campesinos fueron liberados por el Ejército Rojo inmediatamente después de la fundación de la actual República Popular de China. Por supuesto que Vargas Llosa no puede mencionar el hecho de la ambición imperialista de los estados Unidos por tener en Tibet un gobierno con el Dalai Lama para asentar en ese territorio su base geopolítica de contención frente a China. Para él existe simplemente el “afán de libertad” que bulle en los rebeldes que usan los juegos olímpicos como chantaje para entregar ese país a las potencias occidentales capitalistas.

No podía faltar Latinoamérica y el “malvado” Hugo Chávez como desestabilizador de las “sólidas democracias”, como la del Perú, país que está creciendo aunque millones permanezcan en la pobreza frente a la exportación de las inmensas riquezas que amasan las transnacionales con la explotación de nuestros recursos naturales y de nuestros trabajadores. Para no aparecer tan reaccionario, Vargas Llosa pondera a la supuesta izquierda que gobiernan Chile, Uruguay y Brasil, “socialdemócratas” con quienes “se puede dialogar” porque no son esos “izquierdistas cerrados” que siguen a Fidel Castro y Hugo Chávez.

Y llegaron a Alan García, al cual Vargas Llosa se adhirió como ya lo hizo cuanto le visitó en Palacio hace poco, por su “realismo” y el “camino correcto” (frase muy cara a Carlos Boloña después del golpe de Estado de 1992) que está siguiendo con su política económica. Solamente le criticó por su posición frente al problema del Tibet. Como se ve, cuando se trata de defender al capitalismo y sus transnacionales, a Vargas Llosa muy poco le interesa que Alan García apoye a China y no defienda las sagradas libertades de los rebeldes del Dalai Lama. ¿Se está tapando nuevamente la nariz para apoyar al gobierno aprista?

LA VARA DE DON MARIO VARGAS LLOSA

Como dice Mirko Lauer en su columna de hoy (La República, 01/04/2008. p. 6: ¿Si la democracia no se come, qué es lo que se come?): Cuando se contabiliza los avances de la libertad de hacer negocios, hay quienes dicen que hay más democracia, pero cuando se contabiliza el descontento de aquellas poblaciones que al reclamar derechos ponen trabas a los negocios, entonces no hay democracia. Hubo democracia en Venezuela cuando los gobiernos “socialdemócaratas” entregaban a las corporaciones petroleras la más amplia libertad para explotar el recurso y hacer grandes negocios, empobreciendo cada vez más a las mayorías venezolanas. En la entrevista, por la misma razón, Vargas Llosa, cual cruzado de la “democracia latinoamericana”, convoca a cerrar el paso a los demonios izquierdistas, no vaya a ser que las transnacionales comiencen a pagar los impuestos que hoy no pagan, o retribuyan a los trabajadores con algunos soles más que hoy les regatean.

Es indudable que las dos varas de las que habla Mirko Lauer, una para las transnacionales imperialistas y otra para los trabajadores y el pueblo, se ajustan exactamente a las dimensiones de su ideología pragmatista y neoliberal.

Iquitos, abril 01 del 2008

¿ Porqué una nueva Izquierda ?

Narciso Isa Conde

Porque capitalismo de hoy no es igual al que le tocó analizar y combatir a Marx y a Engels.
No es igual ni al capitalismo, ni al imperialismo estudiado y enfrentado por V.I. Lenin.
El capitalismo y el imperialismo actuales no son semejantes a los que nos tocó enfrentar a los revolucionarios (as) de los años 50, 60, 70 e incluso de los 80.
Los aportes teóricos del pensamiento socialista del siglo XIX y del siglo XX, y las experiencias revolucionarias anticapitalistas y antiimperialistas vividas, son imprescindibles para conocer lo que pasa hoy en el sistema capitalista mundial, pero a la vez son insuficientes para explicarnos toda su dinámica y sus efectos, en el presente y más aun para combatirlo eficazmente y lograr la alternativa socialista necesaria.
El patrón tecno-científico del capitalismo ha sufrido cambios relevantes en esta era de la electrónica-informática, la robótica y la biotecnología, camino al auge de la física quántica y de la clonación genética.
El sistema ha sufrido cambios espectaculares en su proceso de gestión, en el auge y la fluidez del capital financiero y de sus componentes especulativos, en el dominio de las mentes a través de su enorme poderío mediático, comunicacional...
Esto a su vez ha implicado grandes reestructuraciones técnicas, ideológicas y gerenciales, provocando modificaciones trascendentes en la composición social y en la cultura dominante.
Igual ha provocado niveles de trasnacionalización muy superiores a las anteriores. La globalización es una nueva fase de la internacionalización del capital, de sus emporios financieros, de sus redes empresariales, de su poder privatizador y concentrador, de sus medios de comunicación, de su uniformización ideológica, de su control de los mercados regionales y del mercado mundial, de su cultura, de su modo de vida y de sus programas recolonizadores.
Es más explotador, más excluyente y más depredador que en toda su existencia.
Todo esto lo ha hecho para contrarrestar la tendencia a la baja de sus ganancias, para controlar mas recursos no renovables en procesos de agotamiento, para incrementar su productividad y lograr tecnologías alternas...
Pero esto a su vez ha determinado que el gran capital lance a la humanidad el foso de una crisis de existencia, de una crisis de civilización.
Y esto ha coincidido con las derrotas de los proyectos anticapitalista de Europa oriental, con la desintegración de la URSS y la conversión de EEUU en la única superpotencia militar, presta a emplear su supremacía en ese campo para conquistar y reconquistar mercados, riquezas naturales y zonas estratégicas.
Al mismo tiempo han tenido lugar las nuevas resistencias y las nuevas rebeldías, protagonizadas por sujetos sociales nuevos o modificados e incluyendo nuevos fenómenos revolucionarios, nuevas formas de pensar y actuar, procesos de gestación de la nueva izquierda revolucionaria.
Las fuerzas del trabajo han sufrido cambios espectaculares.
El tema de género y los movimientos feministas han adquirido más importancia y mucho más relevancia, a partir del crecimiento del pensamiento y la acción sobre esta temática.
También los problemas medioambientales, migratorios y etnoraciales.
Y esto es así –con expresiones y niveles diferentes- en el capitalismo desarrollado y más aun en su periferia empobrecida.
Las rebeldías de las poblaciones originarias discriminadas y excluidas asumen perspectivas de poder político y eso no estaba presente en el pasado.
La cuestión militar no puede ser abordada limitándonos a las formulaciones y experiencias del siglo XX, a las tesis sobre los “brazos armados” de los partidos políticos revolucionarios o de las organizaciones estrictamente militarista.
La soberanía tampoco, a la luz de la internacionalización actual y del auge del nuevo bolivarianismo en nuestra América.
Los ideales de democracia y socialismo tienen una dimensión mas profunda y más vasta a la luz de las experiencias vividas y sufridas.
Lo clasista va mas allá de lo tradicional y lo relacionado con la democracia multiétnica, de género y de generaciones tiene elaboraciones y aportes muy superiores a los de períodos pasados. También los conceptos de ciudadanía, los derechos humanos, la participación y el poder de decisión de los seres humanos.
Y no asumir esos cambios y esos desafíos se traduce en estancamientos y regresiones.

La Izquierda del Siglo XX

Construir una nueva izquierda es uno de los retos más importantes después del primer lustro del siglo XXI, dadas las insuficiencias de la que se forjó en el siglo XX.
La izquierda organizada, la izquierda partidista de la República Dominicana y otros países, está fraccionada y estancada, o en franco retroceso. Y esto tiene que ver con la forma de pensar y actuar de la mayoría de sus dirigentes, extremadamente resistentes a valorar los cambios, a captar lo nuevo y lo diferente, a recrear el proyecto transformador.
Se trata de dirigentes, cuadros y activistas formados en las coordenadas ideológicas de los años 60, 70 y 80, influídos por las corrientes marxistas, marxistas-leninistas, marxistas estalinistas, trokistas y maoístas del siglo XX, sensiblemente dogmatizadas.
Condicionados por las exigencias y concepciones generadas en el largo periodo de la civilización industrial del capitalismo, con su impacto en el centro y la periferia del sistema; ajenos a los cambios registrados en las formas de dominación en el sistema capitalista, en el imperialismo, en el patrón tecno-científico de acumulación y en la superestructura del sistema.
Influídos del reduccionismo clasista y las concepciones que prevalecieron sobre la vanguardia predestinada, el poder personificado en el Estado, el mesianismo revolucionario, el trabajo hacia los viejos sujetos sociales...
Indiferentes o reacios a interiorizar las nuevas teorías sobre los problemas de géneros, las migraciones, las cuestiones medioambientales, las opresiones de razas y etnias, los problemas de la juventud, la niñez y la vejez, el predominio del adultocentrismo y sus efectos, y los nuevos actores políticos-sociales en el contexto del capitalismo neoliberal.
Igual le pasa con la necesidad de nuevas formas de organización, participación, métodos de lucha, concepción sobre la democracia y reformulación del proyecto socialista.
No van más allá de aceptar formalmente algunas nuevas ideas, sin que se sienta su pasión por llevarlas a la práctica, obstruyendo en los hechos su desarrollo y crecimiento sobre nuevas bases. Carecen además de una comunicación y una práctica atractivas y contribuyen con su impotencia y su individualismo a crear un ambiente sórdido en las organizaciones y a reemplazar la libertad de las ideas y el debate serio por la libertad del chisme y las calumnias soterradas. Eso ha pasado incluso con no pocos dirigentes de la Fuerza de la Revolución de nuestro país.
Por razones “ideológicas” se sitúan fuera de la cotidianidad de la gente, de sus necesidades y sentimientos y actúan desde esquemas y construcciones ideológicas predeterminadas que convierten a las organizaciones que dirigen en vanguardias autoreclamadas, en “vanguardias” sin pueblo, lo que equivale a no vanguardias.
Creen que lo saben todo por conocer las leyes de la dialéctica o por haber estudiado algo de marxismo. No leen. No estudian. No le gusta debatir. Ambicionan los cargos y las principalías y no pocas veces actúan con métodos y éticas parecidas a las que predominan en las derechas.
Todo esto explica que una gran parte de las personas honestas con espíritu y sentimientos revolucionarios, con posiciones anticapitalistas, con simpatía por las ideas y procesos de izquierda... se sitúe fuera de las estructuras partidistas de izquierda.
Y así la izquierda sin partido y la fuerza con vocación transformadora no organizadas en partidos, resulta mucho más grande y más calificada que la que pertenece a las formaciones existentes, aunque dispersas.
Y lo peor es que aun reconociendo esa realidad creciente, muchos dirigentes y cuadros de izquierda no se disponen a autotransformarse para construir una fuerza más grande y calificada y desarrollar poder alternativo.

La Izquierda del Siglo XXI

La resistencia a la autotransformación de importante dirigentes y cuadros de la izquierda partidista, claro está, no implica que la renovación no sea posible en una parte más o menos significativa de ella. Sus posibilidades, magnitudes y plazos varían según los casos y circunstancias.
Los procesos de conformación de nuevas izquierdas deben contar con la renovación (autotransformación) de una parte de la izquierda partidista y con las posibilidades de aglutinar y situar en un mismo torrente los sectores mas esclarecidos y más dinámicos de la izquierda independiente, especialmente de su parte mas vinculadas a los movimientos sociales y a las nuevas luchas. En Venezuela, Bolivia y otros países e han logrado avances promisorios en esa dirección.
Hablo de una izquierda comprometida en la lucha contra el capitalismo actual, contra su presente modalidad y su globalización neoliberal. Una izquierda anticapitalista, abanderada de la democracia participativa, de la democracia integral y del nuevo socialismo, imersa en las grandes luchas sociales y presta a asumir la lucha con todos los medios necesarios y en todas las vertientes: política, social, cultural y político-militar.
Que en nuestra América tome como fuentes técnicas el marxismo, el leninismo, el guevarismo, el mariateguismo, las cosmovisiones indígenas, la teología de la liberación, el pensamiento social avanzado de los próceres y maestros de nuestras gestas heroicas.
Una izquierda ecuménica y abierta, firme e innovadora, capaz de asumir todas las rebeldías justas y todas las liberaciones necesarias, capaz de lograr autoridad política en el seno de todos los actores y sujetos del cambio, de los viejos y de los nuevos. Clasista, feminista, antiadultocéntrica, antirracista, militante en el ambientalismo.
Una izquierda presta a asumir la luchas con todos los medios y en todas las modalidades pertenentes: políticas, sociales, culturales, ideológicas, o político-militares.
Que supere tanto el electoralismo como el militarismo tradicionales y conciba las luchas en términos integrales y multiformes.
Que se empeñe en una acumulación de fuerzas que abarque todas las vertientes, proponiéndose romper por diversas vía el monopolio de las armas en manos de las derechas, incluida la disputa por la hegemonía en sectores de las Fuerzas Armadas regulares. Ya sea para emplearla como medio de persuasión o de confrontación, dado que el desarme solo conduce a la imposición del orden dominante por la fuerza.
Hablo en fin, de una nueva izquierda, firme en el enfrentamiento de las raíces de los males engendrados y acumulados históricamente por el capitalismo y en la dominación imperialista, precisa en su estrategia de nuevo socialismo y flexible en las alianzas, prioridades y métodos necesarios para crecer y avanzar en las transiciones hacia ese gran objetivo.
Solidaria con todas las luchas justas, sin discriminación de métodos y modalidades, profundamente latinoamericanista e internacionalista.
En este sentido el proceso venezolano es sumamente aleccionador: allí fuerzas que no estaban en el inventario de los partidos históricos de la izquierda, incluso fuerzas gestadas al interior de las Fuerzas Armadas regulares, dieron el aldabonazo transformador y autotransformador fundiéndose con cuadros renovados de esa izquierda, con corrientes al interior de esas fuerzas y con el pensamiento de izquierda disperso en la sociedad.
En Bolivia, en Ecuador y en sociedades con fuertes componentes indígenas se están construyendo nuevos movimientos de izquierda desde la politización de las luchas de los pueblos originarios amalgamados con la izquierda histórica capaz de autotransformarse.
Y así en otros espacios y procesos del continente.
Los comunistas, los socialistas revolucionarios, los marxistas de todo tipo no tienen que renunciar a nada que no sea al anquilosamiento para convertirse en facilitadores de la construcción de esas nuevas vanguardias por la nueva democracia y el socialismo del siglo XXI.
El Salto Necesario en RD y Más Allá.
A eso aspiro en mi querido y hermoso país. A salir del estancamiento.
Nueve años de experiencia en el nuevo ensayo que constituyó Fuerza de la Revolución, me indican que los frenos y bloqueos para dar el salto fueron mayores y más potente que lo esperado.
FR llegó a ser parte de esa nueva esperanza, pero fue mutilada por el peso de las íntimas convicciones atrasadas y las prácticas retrógradas de la mayoría de sus dirigentes, a pesar de las políticas renovadoras acordadas.
El fantasma del pasado reencarnó en esos dirigentes y atropelló el proyecto. Primero lo estancó y ahora lo esta haciendo retroceder y languidecer con la resistencia de amplios sectores de su base y de su dirección intermedia.
Ni una sola mujer en su dirección.
Ni un solo joven.
Pérdida de influencia en las luchas sociales donde llegó a ser preeminente.
Rebrote del autoritarismo y el militarismo... y paro de enumerar.
El salto en una nueva dirección es realmente imperioso, no importan los riesgos.
Hay que atreverse a lo nuevo.
El Moncada y el Granma fueron lo nuevo en la Cuba de los 50. Los marxistas del 26 de Julio desafiaron los dogmas de entonces.
Asi hicieron los sandinistas en los 70 y 80. Igual el FMLN entonces y ahora.
Chávez y el MRB-200 fueron puras herejías en los 90 y Venezuela es ahora un gran laboratorio para una nueva vanguardia.
Las FARC se politizaron y se separaron del el electoralismo, se enriquecen y transforman cada día. Son partido, ejercito revolucionario y movimiento bolivariano a la vez.
El PT fue en su primera fase un invento exitoso y los SIN TIERRA mas aun.
El Frente Amplio de Uruguay logró durante un buen periodo renovar la izquierda de ese país y mantener unida una alianza progresista más clásica, pendiente todavía de decantamientos o de reveses dada el auge de posiciones reformistas a su interior.
Los zapatistas en México están haciendo historia en creatividad.
En Bolivia la conformación de los nuevos movimientos revolucionarios no sé esta dando por la vía de los partidos y corrientes de la izquierda histórica, aunque cuenten con no pocos cuadros procedentes de ella y con algunas de sus agrupaciones. El fenómeno de los liderazgos y movimientos revolucionarios indígenas ha sido incluso difícil de entender por una izquierda fundamentalmente blanca y mestiza, portadora de otra cultura.
Así también pasa en otras sociedades, registrándose fenómenos parecidos.
El hecho es que no se avanza si no se revoluciona todo lo existente, incluyendo la propia izquierda.
Riesgos hay. Los nuevos caminos no son fáciles y no están libres de desviaciones.
Constancia tenemos de eso en el caso del PT de Brasil y preocupaciones existen respecto al curso del gobierno del Frente Amplio de Uruguay.
En Ecuador el liderazgo creado a raíz de la “revolución del arcoiris” terminó en una traición que afectó gravemente los avances logrados. Eso, sin embargo, no niega de la necesidad de nuevas rutas y nuevos movimientos revolucionarios.
En Perú esta despuntando el triunfo de Ollanta Humala con evidentes valores positivos y preocupantes déficits. Su liderazgo, como el de Chávez, se construyo en una rebeldía innovadora.
Lo viejo es seguro, no tiene riesgo, pero no produce mas que estancamientos, en el mejor de los casos.
Los caminos que no conducen a ninguna parte hay que desecharlos.
Las múltiples y variadas experiencias renovadoras, algunos inconclusas todavía, ofrecen mayores certezas para los que todavía no hemos quedado atrás.
Sus protagonistas están haciendo el papel de zapadores de la historia y nosotros (as) debemos emularlos para no seguir rezagados.
No se trata tampoco de desechar lo viejo para copiar lo nuevo que hacen otros. Se trata de innovar desde nuestra propia historia, también de las experiencias exitosas.
En nuestra República Dominicana tenemos que renunciar a darnos en la cabeza contra la misma pared.
Quienes no quieran avanzar, que se queden atrás. Pero hay que atreverse a dar el salto.
La crisis del partidismo tradicional exige de nuevas vanguardias para construir nuevos poderes, nuevas democracias y nuevo socialismo, inseparablemente abrazados a todas las rebeldías.
La necesidad de una nueva izquierda es algo realmente imperioso aquí y posiblemente en otros países.
Una nueva izquierda que nada tenga que ver con aquellas experiencias derechizantes que condujeron a no pocas organizaciones a perder su identidad revolucionaria y sumergirse en el fango del oportunismo social democratizante y hasta neoliberalizante.
Una nueva izquierda, más a la izquierda en términos de combate al sistema, que todas las anteriores.