lunes, 5 de mayo de 2008

LOS FRENTES SON DEL PUEBLO, NO DE LOS PARLAMENTARIOS

Una vez más se realizó la farsa de la llamada Cumbre Amazónica en la ciudad de Pucallpa, precedida por otra similar en Pichanaki. En este lugar, algunos parlamentarios “amazónicos”, entre los cuales no podía faltar el concesionador de bosques de la región Loreto Víctor Isla Rojas, impusieron su fracasado paro del 17 y 18 de marzo, sin haber realizado hasta la fecha una evaluación de sus responsabilidades. Nuevamente en Pucallpa, los días 12 y 13 de abril, los mismos parlamentarios y sus empleados (llamados asesores) dirigieron su “II Cumbre”, desconociendo la presencia del Presidente del FPL como tal, quien debió de asistir para dejar sentada la posición de nuestra organización. Esta nueva reunión fue organizada y dirigida por los parlamentarios Nájar Kokally, Víctor Isla y sus empleados e impusieron un conjunto de acuerdos que nadie discutió en sus bases, como la realización de una “lucha amazónica” que consistiría en paros y movilizaciones “según las posibilidades”, sin haber respondido por su fracaso anterior y sin tener en cuenta que, a nivel nacional, la CGTP y los frentes de defensa vienen coordinando para un Paro Cívico Nacional cuya fecha será fijada oportunamente. En el colmo de la manipulación, los parlamentarios reconocieron como delegado de Alto Amazonas a José Arévalo Bartra, estudiante trotskista de La Cantuta que vive en Lima, que se coludió con un empresario del turismo en Yurimaguas para defender una propiedad usurpada que impedía a humildes pobladores seguir viviendo en esos terrenos. A esta “II Cumbre” no asistieron ni la mitad de los frentes de defensa y los que fueron considerados como tales, Ucayali y Madre de Dios, no han hecho más que adherirse a los burocráticos planteamientos que llevaron los parlamentarios, como el que acuerda realizar una nueva “cumbre” en octubre con sede en Loreto.

No cabe la menor duda que esas “cumbres” están organizadas con reales objetivos de proselitismo político para las elecciones del 2011. Sus promotores se ponen por encima de los frentes para hacer su propaganda personal bajo la sombra del humalismo en el caso de Víctor Isla, promocionando, de paso, a otros personajes que mienten a la población loretana, como Eva Matute, a quien siguen considerando como “presidenta” del FPL. Nosotros no podemos avalar a una burocracia parlamentaria que tergiversa el real significado democrático y popular de los frentes de defensa, organizaciones que deben representar bases realmente existentes y no fantasmas. Cualquier evento que realicemos debe ser preparado por los dirigentes y con las masas organizadas. Las propuestas que se discutan deben ser consultadas. Por esta razón denunciamos que esos eventos parlamentarios no pueden comprometer a ninguna base del FPL; y llamamos a los compañeros de Alto Amazonas que asistieron de buena fe a la “cumbre” de Pucallpa, deslindar y rechazar esos procedimientos, hacer respetar a su base y fortalecer al FPL. Nuestra preocupación actual es fortalecer los frentes provinciales y, por ende, el FPL; y esta tarea nos corresponde a nosotros y no a los parlamentarios. Si ellos quieren apoyar, pueden hacerlo, pero no les permitiremos sustituir a los frentes y a los dirigentes que los representan.

EL NEOLIBERALISMO Y LA REPRESION SE ENSAÑAN CONTRA EL PUEBLO

Desde que asumimos nuestras funciones, en enero del 2008, hemos venido señalando que el gobierno aprista se ha convertido en el mejor defensor y continuador del programa neoliberal que dejó el fujimorismo y que desarrolló el gobierno toledista. Ese programa se expresa hoy en la mayor pobreza del pueblo, lo que obliga al Banco Mundial ordenar aumentar el reparto de alimentos y dinero en efectivo para que los pobres no protesten frente a las grandes desigualdades sociales entre unos cuantos ricos y millones de pobres. A esto el gobierno le llama “justicia social”. La continuación de las privatizaciones amenaza hoy con entregar a los capitalistas extranjeros todos nuestros puertos, con el cuento de la “modernización”, amenaza también a toda la Amazonía peruana con el proyecto de ley 840, que el pueblo loretano rechazó con la Consulta Popular del 24 de febrero, cuyo impacto frenó, hasta hoy, la aprobación del mencionado proyecto. El cacareado crecimiento económico basado en la explotación de los recursos mineros, solo enriquece a las transnacionales; así como el gran comercio, la agro-exportación y las operaciones financieras bancarias, generan grandes utilidades para los inversionistas privados, mientras que el aumento de los precios (inflación) de los productos de consumo golpea más a la gran mayoría de los peruanos, no solo a los más pobres, sino a los que tienen ingresos familiares menos de 2000 soles al mes. La corrupción sigue igual, como el caso del Servicio Integral de Salud en Ica y la farsa de su reconstrucción, el programa de vivienda del Banco de Materiales, las becas del Ministerio de Educación, la defensa que hace el propio Alan García al denunciado Alex Kouri, sólo para citar algunos ejemplos.

Por el lado de la represión, toda protesta es calificada de “ilegal”, “terrorista” o “dirigida por Hugo Chávez”, fantasma que asusta a los que viven explotando a la gente en América Latina. Hay campesinos asesinados por la policía, dirigentes y activistas procesados por las luchas, como el caso de los compañeros de Andoas, los campesinos y dirigentes del Alto Piura (Majaz), los dirigentes de Caballococha (caso del Profesor Rodrigo Rojas Rojas), los jóvenes asistentes a un evento político en Ecuador, etc. El programa neoliberal, como se demostró durante el fujimorismo, no se puede aplicar en paz, necesitó del golpe de Estado del 5 de abril de 1992 para imponer el programa de los ricos a través de una dictadura. Por eso, quien protesta debe ser eliminado políticamente y los “demócratas” Toledo y García usan leyes más drásticas par impedir que las masas reclamen sus derechos.

Frente al programa neoliberal, ningún gobierno regional desarrolla una política alternativa, sólo se adecuan al programa centralista, tal como ocurrió con los gobiernos regionales anteriores.

IZQUIERDA Y NEOLIBERALISMO EN AMÉRICA LATINA

El reciente triunfo del ciudadano católico Fernando Lugo en las elecciones presidenciales del Paraguay, el domingo 20 de abril, ha generado una nueva ola de expectativas sobre el avance de la izquierda en América Latina. En general, todas las corrientes que se oponen, con mayor o menor radicalidad, al neoliberalismo, celebramos el triunfo de Lugo y predecimos la debacle final del programa del “Consenso de Washington”.

Pero no se vaya a considerar que todas las valoraciones del triunfo y de las perspectivas de la izquierda en América Latina tienen el mismo signo, el mismo contenido de clase y, por ende, el mismo camino de lucha. Se nos presentan criterios analíticos y valorativos de diversos significados ideológicos y políticos. Son criterios relacionados con los factores que impulsan la tendencia izquierdista, por un lado; por otro, la perspectiva de esa tendencia, que concierne a los objetivos de lucha contra el neoliberalismo.

Hay quienes, como el sociólogo y ex Ministro toledista Nicolás Linch (véase: Fernando Lugo en Paraguay, en La República, 24/4/2008, p. 18), que consideran la tendencia izquierdista en desarrollo como una consecuencia casi mecánica de que la economía neoliberal, impuesta por los Estados Unidos, estaba condenada a explotar y está explotando (Linch, art. cit.), afirmación que oculta los factores que están acelerando el fracaso neoliberal, en especial la lucha de las masas oprimidas y de los sectores socialistas que impulsaron esa lucha, al lado de sectores que, sin ser socialistas, enfrentan al neoliberalismo con un programa nacionalista consecuente, como es el caso del gobierno bolivariano de Venezuela, al cual Nicolás Linch, desde su ideología profundamente antisocialista (por ende, anticomunista), le endilga el calificativo de “provocador”. Si las masas oprimidas y los partidos y movimientos sociales progresistas y revolucionarios se hubiesen atenido a la sola consideración del “fracaso inevitable” del neoliberalismo, sin desplegar su energía opositora en las calles y en las ideas, indudablemente que el imperialismo estadounidense y sus gobiernos títeres hubieran tenido un mayor espacio a su favor para prolongar la aplicación de su programa salvaje. Para los opositores liberales al neoliberalismo son insignificantes las luchas indígenas en América Latina; el papel del vasto movimiento antiglobalización de los foros sociales; la persistencia de los sindicatos clasistas y de las fuerzas socialistas y comunistas que no arriaron la bandera contra el capitalismo después de la caída del denominado “socialismo real” (1989 como año de referencia por la caída del Muro de Berlín); el rol de permanente enfrentamiento del gobierno y pueblo cubanos al imperialismo de Estados Unidos. En el caso del Perú, la lucha contra el neoliberalismo fue desplegada, con muchas dificultadas, frente a la dictadura fujimorista y su programa, manteniendo esa lucha durante el gobierno de Alejandro Toledo y prosiguiéndola hoy frente al nuevo gobierno aprista, de cuya identidad neoliberal nadie puede dudar ahora.

Y está la otra diferencia de criterios: hasta dónde se puede llegar en la lucha contra el neoliberalismo. Para los opositores liberales o socialdemócratas, la lucha contra el neoliberalismo no puede avanzar más que hasta conquistar un “equilibrio” entre el papel del Estado y el libre mercado en el proceso económico, lo que permitiría sentar las bases de una democracia desarrollada. Este planteamiento, que ha sido elaborado por los pregoneros del “capitalismo con rostro humano”, tanto por Bill Clinton como por los socialdemócratas europeos, también ha fracasado, a tal punto que la propia Hillary Clinton acaba de prometer más ayuda social para los “más pobres” de su país (Bush acaba de repartir 158 mil millones de dólares para que sectores que no son los más pobres de su país puedan pagar sus deudas atrasadas y, de esa manera, ayudar a las grandes corporaciones a cobrar deudas atrasadas con el subsidio del Estado). Quienes acusan al Presidente Hugo Chávez de “provocador” y atacan constantemente a la “dictadura comunista de Cuba”, quisieran que la lucha contra el neoliberalismo no se convierta en el combate contra el capitalismo como sistema de explotación, contra el imperialismo y su globalización actual. Anhelan un orden social que no ponga en peligro el sistema. En síntesis, defienden la tesis de que el capitalismo está en condiciones de garantizar un desarrollo más humano “para todos” (idea clave de la II Internacional socialdemócrata de principios del siglo XX). Con un poquito de humor, en el Perú podríamos derrotar al neoliberalismo blandiendo los pañuelos blancos, bailando un pasacalle de vez en cuando o una gran pandilla amazónica.

Podemos afirmar que la tendencia izquierdista que se ve crecer en América Latina está generada por las luchas de los pueblos oprimidos, de los trabajadores y de las masas indígenas, estas últimas tan importantes en Bolivia, Ecuador, como también en el Paraguay de los campesinos e indígenas guaraníes. Esta resistencia activa ha sido impulsada en unos casos, secundada en otros, aunque no siempre con una orientación muy clara, por las fuerzas y movimientos políticos de izquierda y progresistas. El programa neoliberal, como factor generador de mayores contradicciones de clase (oprimidos/opresores), no se ha aplicado en un escenario “limpio” de luchas sociales. Estas constituyen el factor principal de su fracaso.

Para los amigos del camino de la democracia burguesa “con derechos para todos”, Hugo Chávez es un “provocador” y hasta un “insolente” que osa enfrentarse al imperio y a su administrador Bush. Por eso su terror frente al movimiento bolivariano en el Perú y otros países de América Latina. No pasa por su perspectiva el socialismo, salvo el “socialismo” de la concertación chilena que ha consolidado el neoliberalismo con las más grandes desigualdades sociales y con un millón de mapuches arrojados de sus ancestrales tierras por las transnacionales de la madera y la minería. La izquierda y el socialismo se abren paso, pero no para consolidar el neoliberalismo “con rostro humano”, ni defender la democracia burguesa, sino para construir el socialismo.

Iquitos, abril 24 del 2008

Reflexiones del compañero Fidel

Los vivos y los muertos

Usted puede pensar que su pequeño barco avanza río arriba, pero si la corriente es más fuerte estará retrocediendo.
No hacer vergonzosas concesiones a la ideología del imperio, dije y lo vuelvo a repetir hoy.
Nadie leerá nunca de mi humilde pluma un elogio oportunista que envilezca su conducta.
Por esta razón, apoyo resueltamente la decisión del Partido y el Consejo de Estado de sustituir al Ministro de Educación.
Como se conoce, toda la vida, desde que tuve conciencia revolucionaria, la consagré, en primer lugar, al tema de la educación, desde la Campaña de Alfabetización hasta la universalización de los estudios superiores. Aun bajo condiciones de bloqueo económico y agresión, logramos alcanzar un lugar privilegiado y único en el mundo.
El titular de ese cargo, Luis Ignacio Gómez Gutiérrez, estaba realmente agotado. Había perdido energía y conciencia revolucionaria. No debió pronunciar los últimos discursos y hablar de futuros encuentros de educadores del hemisferio y del mundo, exaltando una obra que fue fruto genuino de numerosos cuadros revolucionarios y no personal, como pretendía hacer creer a los invitados.
Lamento realmente si alguno de nuestros abnegados maestros lo interpretara como una afirmación injusta.
Debo señalar que en el transcurso de diez años ha viajado al exterior más de 70 veces. Durante los tres últimos lo hizo con la frecuencia de un viaje por mes, utilizando siempre el pretexto de la cooperación internacional de Cuba. Por este y otros elementos de juicio, no se tiene ya confianza en él; más claro todavía: ninguna confianza.
¿Quién debía sustituirlo? Era otro aspecto del problema. Debía hacerse, y rápido. Se buscó entre muchos. Con los mejores se confeccionó una lista de quince, dos se habían desenvuelto en ese campo con notable éxito:
Ena Elsa Velázquez Cobiella, Doctora en Ciencias de la Educación, rectora actual del Instituto Superior Pedagógico "Frank País", de Santiago de Cuba. Se graduó en 1980, acumula experiencia docente en las más variadas instancias de la educación, en las cuales se destacó; con 52 años de edad, al triunfo de la Revolución tenía solo dos de nacida en la capital de la antigua provincia oriental.
Cira Piñeiro Alonso, Licenciada en Psicología, graduada con Título de Oro, Directora Provincial de Educación en Granma, 16 años de experiencia en diversas tareas docentes. Su éxito como responsable de la educación en Granma es reconocido por todo el país. Tiene 39 años.
Ambas compañeras, por sus méritos y éxitos, fueron propuestas por la comisión de candidatura y elegidas como diputadas a la Asamblea Nacional.
Las dos serán incorporadas al Ministerio de Educación: Ena Elsa como Ministra y Cira Piñeiro como apoyo a la Ministra y futuro cuadro en el cargo que se le asigne. Serán sustituidas en la actual tarea por profesionales extraídos de la cantera inagotable de nuestro personal docente y revolucionario.
En este especial e importante caso, aparte de mis apreciaciones personales, fui consultado e informado plenamente.
Cuando tuve el privilegio de ser igualmente consultado en vísperas de la elección del Consejo de Estado, no vacilé en proponer que prestigiosos jefes militares —que llenaron de gloria y autoridad moral a nuestro heroico pueblo— como Leopoldo Cintras Frías y Álvaro López Miera, maduros, modestos, llenos de experiencia y energía, con menos edad de quien con rango militar es uno de los más fuertes y amenazantes candidatos a la jefatura del imperio, fuesen propuestos a la Asamblea Nacional como candidatos a miembros del Consejo de Estado. Conozco a otros cuadros bastante más jóvenes que ellos de gran capacidad, excelente preparación y poco publicitados, con los cuales hay que contar.
No me agrada en absoluto herir a nadie, pero no puedo dudar en explicar con toda claridad los hechos para proteger la obra de las generaciones que han aportado sudor, sacrificio y no pocas veces hasta la salud y la vida por la Revolución.
Espero que mis compatriotas comprendan que el trabajo forzoso que me impuso la naturaleza en esta etapa de mi vida me obliga, ante amigos y adversarios, a expresar lo que pienso sin subterfugios y con pruebas morales a mi alcance que son irrebatibles. Asumo, por tanto, la responsabilidad plena por esta decisión, sean cuales fueren las reacciones y consecuencias.
Los libelos enemigos me acusarán de aplicar terror psicológico a partir de la autoridad moral. No lo es en absoluto para los que tengan conciencia de que el verdadero terror psicológico y físico —con infinitos sufrimientos humanos y morales para nuestro pueblo— sería el regreso del dominio imperial sobre Cuba. En ese triste caso, la causa sería no la falta de alfabetización o de cultura, sino de conciencia.
No me resignaré jamás a la idea de que al poder se aspire por egoísmo, autosuficiencia, vanidad y supuesta imprescindibilidad de cualquier ser humano.
Expresaré mi modesta opinión mientras pueda y necesite hacerlo.

¡Los vivos y los muertos lucharemos!

Fidel Castro Ruz
22 de abril de 2008 6 y 18 p.m.

EL PRIMERO DE MAYO Y LA LUCHA DE LOS TRABAJADORES EN EL SIGLO XXI

El primero de mayo de 1886 se sigue sintiendo y se continúa celebrando como un acontecimiento histórico que no ha perdido vigencia, como si la humanidad estaría cargando con los cadáveres de los líderes asesinados en el cadalso y de las masas acribilladas por las balas del gobierno estadounidense de aquel siglo XIX de acelerado desarrollo capitalista en el país de George Washington, demócrata liberal fundador de los Estados Unidos, y de George W. Bush, republicano neoliberal y continuador del “Destino Manifiesto” de ese mismo siglo que hoy, en pleno siglo XXI, se torna más agresivo, inhumano y expansionista con el Consenso de Washington.

Qué frescas las palabras de los líderes anarquistas sobre la inmortalidad de su sacrificio cuando se encontraban en los últimos segundos de su existencia antes de que cayera sobre su cuerpo enhiesto la daga del capitalista que no aceptaba la “violencia” de la huelga obrera como instrumento de lucha por sus reivindicaciones. Qué vigentes las premoniciones de Carlos Marx y Federico Engels sobre las crecientes desigualdades que crea el sistema capitalista y que impone a la clase obrera situarse al frente, como vanguardia, de la lucha para construir una nueva sociedad, como que hoy, millones siguen gritando frente a los foros de Davos que “un nuevo mundo es posible”.

El primero de mayo de 1886 reivindicó la lucha de las mujeres del 8 de marzo de 1859 por la jornada laboral de las 8 horas, lográndola en los Estados Unidos y prendiendo la chispa para luchas posteriores en cada uno de los demás países por esa gran reivindicación que acaso, por el desconocimiento de las motivaciones históricas, se la considera como un hecho simplemente cotidiano en cada aniversario, a tal punto que para el calendario cívico escolar de muchas naciones latinoamericanas sigue siendo el inocente “día del trabajo”, del trabajo “intelectual” y del trabajo “manual”, como la demagogia de los socialdemócratas clasifican a los trabajadores, tratando de borrar el contenido de clase del trabajo proletario en las condiciones de la sobreexplotación capitalista; “trabajadores manuales e intelectuales” que Haya de la Torre en el Perú suscribió con la clara convicción de su identidad con el orden capitalista y con el imperialismo “que trae progreso” a nuestros países.

El primero de mayo de 1886 creó las condiciones prácticas para la unidad proletaria contra la explotación capitalista, más allá de la conquista de las 8 horas y de las demás reivindicaciones que son posibles de conquistar sin desmoronar el orden burgués. Los capitalistas del siglo XIX estaban persuadidos del carácter histórico de la lucha obrera y por eso ordenaron la masacre preventiva de los dirigentes más conscientes del papel histórico del proletariado internacional, de su aún ideología anarquista que daba al movimiento su carácter impetuoso y radical. La burguesía no se equivocó en su objetivo de acabar con el movimiento, pero se equivocó al no lograrlo, pues durante todo el fin del siglo XIX el movimiento obrero siguió desarrollándose en casi todo el mundo, ya no solamente bajo la influencia del anarquismo y anarco-sindicalismo, sino bajo el creciente impulso del movimiento obrero organizado por los socialistas del Manifiesto Comunista de 1848, de Carlos Marx y Federico Engels, cuyas dos primeras líneas trazan la más clara perspectiva de un nuevo período de la lucha de clases: “Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo”; y completando mejor la idea de la futura confrontación: “Todas las fuerzas de la vieja Europa se han unido en santa cruzada para acosar a ese fantasma: el Papa y el zar, Meternich y Guizot, los radicales franceses y los polizontes alemanes”.

Ya no están esos viejos representantes del capitalismo y de la burguesía, pero por lo que representaban tienen hoy su presencia en un conjunto de credos religiosos que se han adaptado a las nuevas condiciones para mantener sus privilegios y expresar su conservadurismo a través del fundamentalismo más agresivo. No hay mucha diferencia entre la política zarista de exterminio a los luchadores sociales de fines del siglo XIX y principios del siglo XX en Rusia con la “guerra preventiva” y las invasiones en el Medio Oriente del gobierno de los Bush y Cía. La diplomacia y la defensa del orden burgués de los Meternich y los Guizot se reflejan bien en la complicidad de los que manejan hoy la ONU, la OEA y los intereses del bloque de la Unión Europea (UE), encubridores de la política imperialista de los Estados Unidos. Los radicales franceses del siglo XIX se reflejan mejor en todos los matices de la social democracia que pregonan hoy la “humanización” del capitalismo o la “profundización” de la democracia burguesa y su “voto universal” para seguir dejando intacto el actual orden mundial. La máquina del Estado burgués sigue apuntalada por soldados y policías masacrando a la clase obrera que lucha por los derechos que las propias constituciones burguesas incluyen en su demagógico contenido.

Para los ideólogos y para los denominados “lideres de opinión” que desde el periodismo se dedican a echar flores a la libre empresa y al libre mercado, al tiempo que pregonan el hundimiento del socialismo como doctrina y como futuro de la humanidad, por tanto que pretenden negar el papel de la clase obrera como protagonista de un nuevo sistema social, no hay más que alinearse con las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y de los TLC, someterse a las leyes laborales que cercenan derechos conquistados hace tiempo, vivir domesticado bajo las costumbres de la más grosera cultura del entretenimiento embrutecedor y consumista. Si reflexionamos sobre los valores y modas que el capitalismo actual impone y difunde para las 3 cuartas partes de la humanidad, nos convencemos de la mundialización de su dinámica y de los intereses de la burguesía, que hoy con el nombre de globalización se expande a los lugares más lejanos subyugando a las sociedades nacionales a la cadena de las transnacionales, recordándonos, nuevamente, lo señalado por el Manifiesto Comunista de 1848: “Mediante la explotación del mercado mundial, la burguesía dio un carácter cosmopolita a la producción y al consumo de todos los países”.

¿Cómo puede ser posible que un sistema que explota a millones de trabajadores y parias y somete a los países más débiles a la lógica devoradora de las transnacionales puede ser capaz de reformarse a sí mismo y sacar de su charca mejores condiciones de existencia? Creer en esa especie de “milagro” es considerar que el esclavismo liberó a los esclavos por su propia comprensión y voluntad y no por las inmensas y numerosas rebeliones de los esclavos en cada uno de los estados esclavistas de Oriente y de la Europa de los césares; o decir también que los campesinos siervos de la gleba no conquistaron su derecho a la libertad y a la tierra por su lucha sino por la sacrosanta voluntad de los señores feudales. Pero en el mundo capitalista de hoy, contradiciendo la lógica de la historia, se yerguen las voces que proclaman la eternidad del orden burgués. En todas partes hay fukuyamas que pregonan la desaparición del socialismo y la inevitabilidad del capitalismo como lo único posible y al cual hay que adherirse para conquistar el reino del bienestar.

El siglo XX ha sido testigo de que la historia tiene un rumbo diferente al período en el que el capitalismo impuso su dominio mundial. Que no solamente la burguesía era capaz de haber derrotado a la vieja nobleza feudal y conservadora que hasta se asustaba frente a los avances de la industria, de la tecnología y de los descubrimientos científicos de Darwin. También la clase obrera impulsó cambios importantes en muchos países bajo las banderas del socialismo, sin dejar de seguir luchando por sus derechos como clase productora. Que la Comuna de Paris de 1871 haya sido derrotada; que la primera experiencia de construcción socialista en Europa haya sido destruida para dar paso a la involución capitalista; que las experiencias socialistas actuales carezcan aún de la fuerza suficiente para abrirse paso como alternativa mundial del desarrollo de la humanidad, no pueden negar la fuerza obrera como factor principal de las conquistas sociales del siglo XX. La clase obrera no está al margen de la lucha antiglobalización ni de los movimientos de resistencia al neoliberalismo en cada uno de los países. Es la fuerza obrera de América Latina, con su lucha permanente aunque muchas veces desarticulada, la que impulsa la tendencia progresista que pone en peligro los privilegios de la gran burguesía internacional y sus transnacionales del petróleo, el gas, los recursos forestales y acuíferos, del monocultivo para el biocombustible, de la minería metálica, y de la fuerza obrera barata y descartable.

El primero de mayo del 2008 en América Latina y el mundo ha sido un nuevo acontecimiento de combate, en Alemania como en los Estados Unidos, en Brasil como en Chile, en Turquía como en España, y principalmente en Cuba con una conciencia elevada del papel de la clase obrera en la construcción del socialismo en condiciones desfavorables frente a un criminal y prolongado bloqueo económico por la mayor potencia capitalista actual. Esa fuerza de reserva que constituyen en Estados Unidos los millones de inmigrantes latinoamericanos, sometidos a la explotación en el país de la “democracia”, al lado de los estudiantes, han dado una batalla importante demostrando que el sistema capitalista es incapaz de resolver los problemas más elementales de la supervivencia.

En el Perú la clase obrera está en lucha y el primero de mayo de este año tiene en el proletariado minero, nuevamente, a su protagonista principal, renaciendo de un prolongado reflujo al que le obligó la vorágine capitalista neoliberal pero también la inexistencia de una conducción clasista organizada con perspectiva socialista, carencia que se observa en la actual situación de la lucha de clases en nuestro país. Cualquier manipulación política del movimiento minero en huelga por el actual régimen aprista, defensor del programa neoliberal cuya consolidación constituye su mayor propósito, será el producto de esa falta de conducción clasista y de la fuerza que el Estado neoliberal tiene para defender a las transnacionales de la minería. El adormecimiento y la lumpenización de un sector proletariado urbano de la construcción civil no son ajenos a su conducción conciliadora, puesta de manifiesto hoy en la presencia del Primer Ministro Jorge del Castillo en los actos de “homenaje” a los mártires de la clase obrera peruana, concesión de profundo contenido ideológico cuando el gobierno aprista es el gobierno que defiende con mayor fuerza a los capitalistas más explotadores y depredadores del país: la burguesía minera. No es diferente la situación de los trabajadores estatales, especialmente de los docentes, cuya derrota reciente está ligada a tácticas concesivas y de innegable contenido oportunista, que felizmente no ha calado en los maestros de base en las regiones y provincias del país, cuya resistencia será fundamental frente a la reforma neoliberal fujimorista que el gobierno aprista sigue desarrollando con el paraguas de ciertos intelectuales ligados a la ideología socialdemócrata y a la pedagogía confesional y privatizadora

Es importante reconocer la lucha de los trabajadores por sus reivindicaciones económicas y sus derechos sindicales, por el incremento de sus salarios y mejores condiciones de trabajo; pero es insuficiente. A la burguesía le parece hasta “justos” los reclamos de los trabajadores aunque se niega a satisfacerlos si estos no desarrollan la lucha sindical. Pero al mismo tiempo niegan a la clase obrera la lucha política, buscando confinarla a la mera lucha económica. Los periódicos de la burguesía “celebran” también el “día del trabajo” y piden a los trabajadores que sigan trabajando por el “progreso del país”.

El sindicalismo libre, así como el reformista socialdemócrata, con sus celebraciones al lado de los representantes de la burguesía, embotan más la conciencia de los trabajadores impidiéndoles avanzar hacia posiciones conscientes de clase y de lucha por la transformación revolucionaria de la sociedad.

Cada vez que el capitalismo asume nuevas estrategias o modelos de dominio sobre las clases explotadas y sobre las naciones y pueblos oprimidos, se hace más necesaria la lucha por el socialismo, por esa lucha que el Amauta José Carlos Mariátegui definió como por “el pan y la belleza”.

El capitalismo o el socialismo -lo señaló el Amauta, sigue siendo el dilema en este siglo XXI que sigue siendo parte del período del imperialismo y la revolución proletaria. Esta convicción debiera de formar parte de la educación obrera y de su lucha.

La alternativa socialista proletaria es una tarea pendiente como continuidad del legado de Mariátegui y de la lucha obrera revolucionaria y de las luchas populares, de las cuales la lucha campesina constituye un factor importante de las grandes batallas del pueblo peruano.

La unidad proletaria constituye una tarea vigente en nuestro país y en toda Latinoamérica. La organización política de los proletarios también, como la base más sólida del frente único revolucionario para la conquista del poder popular y la transformación social con rumbo socialista.

Es necesario resaltar y saludar a los trabajadores y a los pueblos de Venezuela, Ecuador, Bolivia, Argentina, Brasil, Nicaragua, Uruguay y Paraguay, por su papel en el avance de una nueva alternativa que es la tendencia fundamental en América Latina. Especial homenaje merecen los trabajadores y el pueblo cubanos por su heroica defensa del socialismo y su confrontación con el imperialismo estadounidense.

¡VIVA EL PRIMERO DE MAYO!

¡VIVA LA LUCHA POR EL SOCIALISMO!

Iquitos, mayo del 2007.