martes, 21 de julio de 2009

IQUITOS: LA MEMORIA HISTORICA

José Ramos Bosmediano, educador, miembro de la Red Social para la Escuela Pública en América (Red SEPA, Canadá), ex Secretario General del SUTEP

Después de un largo proceso civilizatorio, desde una raíz humana originaria, pasando por la invasión cultural de Occidente, la cultura amazónica del mestizaje se ha afincado en determinadas ciudades: Iquitos, Pucallpa, Contamana, Yurimaguas, Moyobamba, Puerto Maldonado, Requena, Lamas , Tarapoto, entre las más importantes por su significación demográfica y una tradición de elementos culturales que definen ciertos valores comunes que constituyen fuertes motivaciones para la organización y la búsqueda de reivindicaciones regionales, negadas sistemáticamente a través del proceso republicano del Perú. Fuera de las ciudades subsisten, sin embargo, culturas ancestrales en proceso de aculturación acelerada por la penetración del capitalismo en sus modalidad de explotación mercantil de sus recursos naturales y su fuerza humana de trabajo.
El conocimiento del proceso cultural amazónico ha constituido siempre, para los que han estudiado esta realidad, un instrumento para la construcción de una visión objetiva del ser amazónico, como trató de perfilar don Antonio Raimondi con su informe sobre el Loreto del siglo XIX, o Hassel sobre las poblaciones aborígenes de esta gran región al finalizar el citado siglo, para citar sólo a dos estudiosos de la Amazonía peruana.
De todas las ciudades de la Amazonía peruana corresponde a Iquitos, hasta el presente, la expresión más desarrollada del proceso cultural que recoge vertientes de lo autóctono, lo republicano y las influencias de los países fronterizos (Colombia y Brasil, básicamente). En Iquitos se manifiestan los procesos económicos y sociales que los colonialismos externo e interno han logrado imponer, desde una arquitectura que rememora bonanzas para una minoría (la “bonanza” del caucho) hasta la disputa espiritual a través de los credos religiosos, vigente en la actualidad.Un elemento importante de lo amazónico es el acendrado espíritu patriótico, forjado desde el proceso mismo de la primera independencia hasta la heroica defensa de la soberanía nacional, tanto por la resistencia indígena frente a las incursiones brasileñas-portuguesas, cuanto por la defensa de las zonas fronterizas con Ecuador y Colombia.
No es una mera casualidad la formación del Frente Patriótico de Loreto, denominación que recoge el ethos histórico de los amazónicos.La cultura amazónica se encuentra en formación, como ocurre también con la cultura peruana, a partir de diversas vertientes y tradiciones comunes.. A partir de la década de los años 60 del siglo XX, ha surgido en la Amazonía peruana un nuevo impulso de recuperación y construcción de la cultura amazónica, de definición de identidades y de recuperación de la memoria histórica; la investigación histórica con objetivos de sistematización cronológica para la mejor comprensión del proceso que ha seguido la región como parte de la historia del Perú; la creación literaria y artística en general como un proceso colectivo a través de “Bubinzana”, por ejemplo; la organización de los materiales culturales físicos, como es hoy el Museo Amazónico; la recopilación y publicación de la tradición literaria de los pueblos originarios; la identificación y valoración de la arquitectura republicana de Iquitos, la publicación de las crónicas que reflejan las contradicciones entre las comunidades aborígenes y la conquista de los invasores occidentales en ese gran proyecto “Monumenta Amazónica”; la recuperación del folklore amazónico a través de la danza y la música; las expresiones musicales que traducen la psicología, entre la alegría y el humor, del amazónico citadino; una nueva inquietud literaria que busca recuperar el espacio ecológico en proceso de deterioro; el impulso de la lucha organizada de los pueblos amazónicos, como las que tuvieron lugar en los 70, 90 y en estos años del siglo XXI: son los más importantes elementos de un mismo proceso que conduce hacia la “ruta cultural” de nuestra Amazonía, frase que tomo del título de uno de los libros más significativos de Luis E. Valcárcel, “Ruta cultural del Perú”.En ese proceso, sintéticamente anotado, se inscribe hoy el trabajo del poeta y periodista, poeta primero, Javier Dávila Durand, en el Centro Cultural de la Universidad Científica de Iquitos, cuya sede es el segundo piso de una de las construcciones más emblemáticas del Iquitos del siglo XIX, de arquitectura ecléctica y de volúmenes interiores amplios para enfrentar la elevada temperatura regional.
Así como no se puede obviar una visita al Museo Amazónico, hoy no será posible dejar de observar y asimilar la memoria histórica, gráfica y estética de gran parte de la Amazonía peruana, principalmente de Loreto.Lo que está construyendo Javier Dávila Durand es una suerte de introducción a la cultura amazónica expresada y perennizada en recortes periodísticos; documentos oficiales de fechas y hechos memorables para la historia de la región y del propio país; pinturas y poesía ilustrada; fotografías de hechos, personajes y lugares que definen momentos significativos de Iquitos.Javier Dávila, con el apoyo del poeta Carlos Reyes, han organizado una fototeca en permanente proceso de incremento, por tanto, inconcluso como para darle el sentido de construcción indefinida, siempre renovada y acumulativa.El trabajo cultural, que sólo tiene un año, es ya un foco de atracción para quienes buscamos en Iquitos no solamente a la urbe bulliciosa, alegre y acogedora, como es, sino también las manifestaciones de la cultura sintetizada en la memoria histórica, en la cultura objetivada, como dirían algunos filósofos “culturalistas”.Pero este centro cultural es también un recinto de gran utilidad para la educación escolarizada, un auxiliar de primer orden para que los estudiantes de Iquitos observen y asimilen mejor los elementos culturales más significativos de su tierra amazónica, en una ciudad que se debate entre la falta de desarrollo y las aspiraciones de un desarrollo integral, uno de cuyos elementos es la superación espiritual de sus habitantes.Pareciera que Javier Dávila Durand, al tiempo que intuye y escribe poesía, imagina también una ciudad, Iquitos, que instruya, eduque y ayude a asimilar la gran aventura de construir una identidad a través de la memoria histórica.Poetas amazónicos y extranjeros, estudiosos de la Amazonía, héroes de nuestra historia amazónica, pintores y periodistas de imborrable memoria, personajes como Charpentier (“Charpico”), aquel ocurrente periodista y eterno candidato presidencial que ofrecía al pueblo “pan con mantequilla” para burlarse de la demagogia aprista del “pan con libertad”, tienen lugar en la fototeca del centro cultural y nos invitan a reflexionar sobre lo que fue la Amazonía peruana, lo que es hoy y lo que podríamos edificar en el futuro.Ninguno de los gobiernos regionales y municipales que en Loreto han sido, han tenido ni tienen más iniciativa que sembrar cemento de dudosa consistencia. Un hombre con sensibilidad estética y compromiso social, como Javier Dávila Durand, está demostrando que el pan y la belleza (José Carlos Mariátegui) no se oponen como genuinas reivindicaciones de los pueblos, en este caso, de los pueblos amazónicos.

LA MEDIOCRE INTELLIGENTSIA APRISTA

José Ramos Bosmediano, educador, miembro de la Red Social para la Escuela Pública en América (Red SEPA, Canadá), ex Secretario General del SUTEP.

La palabra intelligentsia, en inglés, se usa frecuentemente en la sociología para designar al grupo intelectual (intelectualidad) de una clase social, de un partido o de un país que cumple el rol de generar ideas para la orientación de sus integrantes, militantes o ciudadanos, respectivamente.Una sociología de la intelligentsia en el Perú en el período republicano nos puede informar de una evolución trunca en cada uno de los sectores que hemos mencionado, pues, desde una visión del Perú, la intelectualidad dominante, de orientación conservadora o mediocremente liberal, ha carecido de fuerza propia. Las ideas que ha difundido no han logrado generar un pensamiento arraigado en la realidad nacional al no corresponder a los intereses del país. Si quisiéramos citar a uno de los más famosos intelectuales de la derecha peruana, José de la Riva Agüero y Osma, sólo encontramos en él al hispanista que reduce la esencia del ser nacional a la herencia española. Orientación no muy diferente corresponde a Víctor Andrés Belaúnde y su teoría de la “síntesis presente”, con la apariencia de una valoración “equilibrada” de lo indígena y lo hispano en la formación de la peruanidad. Los más avanzados intelectuales del liberalismo peruano del siglo XX, como el historiador Jorge Basadre, quizás el más coherente y progresista de los intelectuales de la derecha peruana, no logró superar la visión del “equilibrio” entre lo indígena y lo hispano.El más famoso de los intelectuales de la derecha peruana actual, Mario Vargas Llosa, ha reducido su rol al de un entusiasta y hábil predicador de las ideas de lo que hoy se conoce como el neoconsevadurismo liberal, o simplemente neoliberal, anticomunista profesional con seguidores incondicionales, incluyendo al máximo líder aprista de la actualidad, Alan García Pérez. El caso de Mario Vargas Llosa es singular por su autoría literaria y su prestigio internacional como defensor del orden burgués dominante, lo que explica su presencia permanente en los medios de comunicación que dirigen la opinión pública desde las transnacionales de la información al servicio de la hegemonía de los Estados Unidos y sus socios europeos y latinoamericanos. No es ninguna casualidad que el actual gobierno aprista tenga el aval intelectual del autor de “La casa verde”.A partir de la tercera década del siglo XX una nueva intelligentsia peruana se va perfilando como alternativa a los intelectuales de la derecha tradicional. Esta nueva orientación del pensamiento se enmarca en los nuevos elementos de la cultura peruana: un pujante movimiento obrero que logra conquistar la jornada de las ocho horas de trabajo; una vanguardia literaria que tiene en César Vallejo su más alto exponente; un movimiento de valoración de lo indígena, el indigenismo militante; la presencia del socialismo como corriente internacional ligada a la lucha por la transformación social; el despertar de la conciencia estudiantil progresista que se plasma en el movimiento de la Reforma Universitaria que hace crujir a la intelectualidad conservadora en las universidades peruanas (todas estatales en aquellos tiempos); la investigación histórica que se orienta a rescatar los elementos ancestrales de la cultura peruana; el pensamiento marxista y su aplicación a la interpretación de nuestra realidad con fines de transformación social, con José Carlos Mariátegui; la aparición del pensamiento político reformista con Haya de la Torre y su intento, fallido por improcedente, de amoldar la teoría física del espacio-tiempo a la interpretación de la realidad peruana y su tesis del Estado antiimperialista bajo la conducción de la burguesía nacional, cuyo destino vemos hoy en el modelo del “perro del hortelano” de su discípulo más predilecto, Alan García Pérez. No es verdad, pues, como afirman ciertos intelectuales y “analistas políticos”, que Alan García está traicionando los planteamientos de su Jefe.La inexistencia actual de una intelligentsia aprista.
Aunque no exista como para ser denominada como tal, hay que rastrearla en su evolución para comprender sus exageradas pretensiones actuales, pues tanto el presidente Alan García con algunos de sus libros publicados y sus artículos sobre el “perro del hortelano” (2007), seguidos de su “Carta ...” que apela a la fe de los peruanos (2009), como el dirigente aprista Jorge del Castillo Gálvez con sus artículos de opinión en La República, pretenden orientar a la opinión pública sobre la viabilidad de su política de “cambio responsable” con la “modernidad” neoliberal que impusiera la rapaz dupla Fujimori-Montensinos durante los años 90 del siglo XX.Los tres intelectuales más significativos que ha tenido el APRA son Haya de la Torre, Luis Alberto Sánchez y Manuel Seoane Corrales. El primero como hábil organizador y no menos hábil creador de la doctrina aprista, mezcla de socialdemocracia y reformismo burgués envueltos en una retórica demagógica que José Carlos Mariátegui y el cubano Julio Antonio Mella alertaron en cuanto Haya de la Torre fundó su Alianza Popular Revolucionaria Americana en 1924 en la ciudad de México, una alternativa que se enfrentaba a la tendencia socialista que recorría toda América Latina en aquellos años de los 20 del siglo pasado. Desde su “antiimperialismo” de doble faz (uno bueno y otro malo), el fundador del APRA recorrió un camino de involución ideológica hasta llegar a decir que “no se debe quitar la riqueza al que lo tiene sino crear riqueza para el que no lo tiene”, orientación que fundamentó sus alianzas con la vieja oligarquía representada por Manuel Prado Ugarteche (1956) y por Manuel A. Odría (1963). Sus ensamblajes ideológicos del espacio-tiempo-histórico con la socialdemocracia europea y la teoría del reto-respuesta de Arnold Toynbee no fueron más que justificaciones para seguir defendiendo el injusto orden social existente en el Perú.En cuanto a Luis Alberto Sánchez, su máximo valor radica en sus estudios sobre la literatura peruana y latinoamericana, con algunos estudios sobre la universidad y la cultura peruanas. Ha sido para su partido lo que Gramsci denominó “intelectual orgánico”, tan disciplinado para defender lo indefendible en política y un incasable estudioso de lo que le apasionó desde su primera juventud: la literatura.Manuel Seoane Corrales fue, mientras vivió, un referente importante de la ideología aprista, especialmente en sus planteamientos polémicos contra lo que él llamó los “comunistas criollos”, es decir, los socialistas peruanos. Este anticomunismo opacó en Manuel Seoane al inteligente estudioso de los problemas políticos del siglo XX, especialmente su libro “Las seis dimensiones de la revolución mundial”.Pero la intelligentsia aprista se quedó allí, donde empezó, como una metáfora de la mediocridad intelectual. Poetas y narradores que luego han hecho historia en el desarrollo de la intelectualidad de izquierda, así como políticos de las nuevas generaciones apristas como Luis de la Puente Uceda y Carlos Malpica Santisteban, debieron de emigrar del aprismo para no traicionar sus ideales de transformación social y de justicia. La izquierda fue su natural militancia.

LA MEDIOCRIDAD APRISTA HOY

Leer lo que escribe Alan García no es sino sumergirse en esa cháchara neoliberal que tuvo en la respuesta de masas el movimiento indígena amazónico la mejor prueba de su superficialidad ideológica, su contradicción práctica, aun cuando el gobierno aprista, como representante orgánico de los intereses de las transnacionales, no abandonará su proyecto de privatizaciones y de mayor apertura comercial con el TLC. Peor es el caso de Jorge del Castillo, cuyos artículos en La República delatan la escasa capacidad del jefe aprista para articular ideas importantes. Su papel es el de repetir, con falacias, la propaganda sintetizada en el eslogan “El Perú avanza”. Demostrando su más absoluta falta de mediana solvencia intelectual, en uno de sus últimos artículos, que trata de la Jornada de Lucha del 8 de julio, recurre a la más burda tergiversación de los hechos para “demostrar” el fracaso de un supuesto Paro Nacional que nadie convocó como tal. Artículo tras artículo viene difundiendo la mentira de que su gobierno está construyendo un país con “justicia social” y que hay un complot internacional para que el Perú no progrese. Pero lo más abominable de este articulista es que ha logrado insertarse en La República para ponderar como defensor del pueblo sin haber pasado por la investigación a la que debe ser sometido por su participación en las conversaciones incursas en los actos perpetrados por su compañero de partido Rómulo León Alegría y otros altos funcionarios apristas.Un partido como el APRA, con una ideología que se adapta a cualquier emergencia de las clases dominantes, no solamente no requiere de intelectuales propios, sino que no los puede generar ya. Todo intento de elaborar ideas, como el de Alan García, se convierte en producir pastiches de las ideas que los intelectuales de las clases dominantes imponen; en el caso de aquél, se trata de la vulgarización de las recetas del neoliberalismo en bancarrota ideológica y política. Lo mismo ocurre con el PRI de México y con todas las fuerzas de la derecha latinoamericana que se están enfrentando a las tendencias de transformación que recorren América Latina en este siglo XXI.