martes, 21 de julio de 2009

LA MEDIOCRE INTELLIGENTSIA APRISTA

José Ramos Bosmediano, educador, miembro de la Red Social para la Escuela Pública en América (Red SEPA, Canadá), ex Secretario General del SUTEP.

La palabra intelligentsia, en inglés, se usa frecuentemente en la sociología para designar al grupo intelectual (intelectualidad) de una clase social, de un partido o de un país que cumple el rol de generar ideas para la orientación de sus integrantes, militantes o ciudadanos, respectivamente.Una sociología de la intelligentsia en el Perú en el período republicano nos puede informar de una evolución trunca en cada uno de los sectores que hemos mencionado, pues, desde una visión del Perú, la intelectualidad dominante, de orientación conservadora o mediocremente liberal, ha carecido de fuerza propia. Las ideas que ha difundido no han logrado generar un pensamiento arraigado en la realidad nacional al no corresponder a los intereses del país. Si quisiéramos citar a uno de los más famosos intelectuales de la derecha peruana, José de la Riva Agüero y Osma, sólo encontramos en él al hispanista que reduce la esencia del ser nacional a la herencia española. Orientación no muy diferente corresponde a Víctor Andrés Belaúnde y su teoría de la “síntesis presente”, con la apariencia de una valoración “equilibrada” de lo indígena y lo hispano en la formación de la peruanidad. Los más avanzados intelectuales del liberalismo peruano del siglo XX, como el historiador Jorge Basadre, quizás el más coherente y progresista de los intelectuales de la derecha peruana, no logró superar la visión del “equilibrio” entre lo indígena y lo hispano.El más famoso de los intelectuales de la derecha peruana actual, Mario Vargas Llosa, ha reducido su rol al de un entusiasta y hábil predicador de las ideas de lo que hoy se conoce como el neoconsevadurismo liberal, o simplemente neoliberal, anticomunista profesional con seguidores incondicionales, incluyendo al máximo líder aprista de la actualidad, Alan García Pérez. El caso de Mario Vargas Llosa es singular por su autoría literaria y su prestigio internacional como defensor del orden burgués dominante, lo que explica su presencia permanente en los medios de comunicación que dirigen la opinión pública desde las transnacionales de la información al servicio de la hegemonía de los Estados Unidos y sus socios europeos y latinoamericanos. No es ninguna casualidad que el actual gobierno aprista tenga el aval intelectual del autor de “La casa verde”.A partir de la tercera década del siglo XX una nueva intelligentsia peruana se va perfilando como alternativa a los intelectuales de la derecha tradicional. Esta nueva orientación del pensamiento se enmarca en los nuevos elementos de la cultura peruana: un pujante movimiento obrero que logra conquistar la jornada de las ocho horas de trabajo; una vanguardia literaria que tiene en César Vallejo su más alto exponente; un movimiento de valoración de lo indígena, el indigenismo militante; la presencia del socialismo como corriente internacional ligada a la lucha por la transformación social; el despertar de la conciencia estudiantil progresista que se plasma en el movimiento de la Reforma Universitaria que hace crujir a la intelectualidad conservadora en las universidades peruanas (todas estatales en aquellos tiempos); la investigación histórica que se orienta a rescatar los elementos ancestrales de la cultura peruana; el pensamiento marxista y su aplicación a la interpretación de nuestra realidad con fines de transformación social, con José Carlos Mariátegui; la aparición del pensamiento político reformista con Haya de la Torre y su intento, fallido por improcedente, de amoldar la teoría física del espacio-tiempo a la interpretación de la realidad peruana y su tesis del Estado antiimperialista bajo la conducción de la burguesía nacional, cuyo destino vemos hoy en el modelo del “perro del hortelano” de su discípulo más predilecto, Alan García Pérez. No es verdad, pues, como afirman ciertos intelectuales y “analistas políticos”, que Alan García está traicionando los planteamientos de su Jefe.La inexistencia actual de una intelligentsia aprista.
Aunque no exista como para ser denominada como tal, hay que rastrearla en su evolución para comprender sus exageradas pretensiones actuales, pues tanto el presidente Alan García con algunos de sus libros publicados y sus artículos sobre el “perro del hortelano” (2007), seguidos de su “Carta ...” que apela a la fe de los peruanos (2009), como el dirigente aprista Jorge del Castillo Gálvez con sus artículos de opinión en La República, pretenden orientar a la opinión pública sobre la viabilidad de su política de “cambio responsable” con la “modernidad” neoliberal que impusiera la rapaz dupla Fujimori-Montensinos durante los años 90 del siglo XX.Los tres intelectuales más significativos que ha tenido el APRA son Haya de la Torre, Luis Alberto Sánchez y Manuel Seoane Corrales. El primero como hábil organizador y no menos hábil creador de la doctrina aprista, mezcla de socialdemocracia y reformismo burgués envueltos en una retórica demagógica que José Carlos Mariátegui y el cubano Julio Antonio Mella alertaron en cuanto Haya de la Torre fundó su Alianza Popular Revolucionaria Americana en 1924 en la ciudad de México, una alternativa que se enfrentaba a la tendencia socialista que recorría toda América Latina en aquellos años de los 20 del siglo pasado. Desde su “antiimperialismo” de doble faz (uno bueno y otro malo), el fundador del APRA recorrió un camino de involución ideológica hasta llegar a decir que “no se debe quitar la riqueza al que lo tiene sino crear riqueza para el que no lo tiene”, orientación que fundamentó sus alianzas con la vieja oligarquía representada por Manuel Prado Ugarteche (1956) y por Manuel A. Odría (1963). Sus ensamblajes ideológicos del espacio-tiempo-histórico con la socialdemocracia europea y la teoría del reto-respuesta de Arnold Toynbee no fueron más que justificaciones para seguir defendiendo el injusto orden social existente en el Perú.En cuanto a Luis Alberto Sánchez, su máximo valor radica en sus estudios sobre la literatura peruana y latinoamericana, con algunos estudios sobre la universidad y la cultura peruanas. Ha sido para su partido lo que Gramsci denominó “intelectual orgánico”, tan disciplinado para defender lo indefendible en política y un incasable estudioso de lo que le apasionó desde su primera juventud: la literatura.Manuel Seoane Corrales fue, mientras vivió, un referente importante de la ideología aprista, especialmente en sus planteamientos polémicos contra lo que él llamó los “comunistas criollos”, es decir, los socialistas peruanos. Este anticomunismo opacó en Manuel Seoane al inteligente estudioso de los problemas políticos del siglo XX, especialmente su libro “Las seis dimensiones de la revolución mundial”.Pero la intelligentsia aprista se quedó allí, donde empezó, como una metáfora de la mediocridad intelectual. Poetas y narradores que luego han hecho historia en el desarrollo de la intelectualidad de izquierda, así como políticos de las nuevas generaciones apristas como Luis de la Puente Uceda y Carlos Malpica Santisteban, debieron de emigrar del aprismo para no traicionar sus ideales de transformación social y de justicia. La izquierda fue su natural militancia.

LA MEDIOCRIDAD APRISTA HOY

Leer lo que escribe Alan García no es sino sumergirse en esa cháchara neoliberal que tuvo en la respuesta de masas el movimiento indígena amazónico la mejor prueba de su superficialidad ideológica, su contradicción práctica, aun cuando el gobierno aprista, como representante orgánico de los intereses de las transnacionales, no abandonará su proyecto de privatizaciones y de mayor apertura comercial con el TLC. Peor es el caso de Jorge del Castillo, cuyos artículos en La República delatan la escasa capacidad del jefe aprista para articular ideas importantes. Su papel es el de repetir, con falacias, la propaganda sintetizada en el eslogan “El Perú avanza”. Demostrando su más absoluta falta de mediana solvencia intelectual, en uno de sus últimos artículos, que trata de la Jornada de Lucha del 8 de julio, recurre a la más burda tergiversación de los hechos para “demostrar” el fracaso de un supuesto Paro Nacional que nadie convocó como tal. Artículo tras artículo viene difundiendo la mentira de que su gobierno está construyendo un país con “justicia social” y que hay un complot internacional para que el Perú no progrese. Pero lo más abominable de este articulista es que ha logrado insertarse en La República para ponderar como defensor del pueblo sin haber pasado por la investigación a la que debe ser sometido por su participación en las conversaciones incursas en los actos perpetrados por su compañero de partido Rómulo León Alegría y otros altos funcionarios apristas.Un partido como el APRA, con una ideología que se adapta a cualquier emergencia de las clases dominantes, no solamente no requiere de intelectuales propios, sino que no los puede generar ya. Todo intento de elaborar ideas, como el de Alan García, se convierte en producir pastiches de las ideas que los intelectuales de las clases dominantes imponen; en el caso de aquél, se trata de la vulgarización de las recetas del neoliberalismo en bancarrota ideológica y política. Lo mismo ocurre con el PRI de México y con todas las fuerzas de la derecha latinoamericana que se están enfrentando a las tendencias de transformación que recorren América Latina en este siglo XXI.

1 comentario:

antonio dijo...

Señor Reamos, con todo el respeto que ud. se merece. cuando se refiere a Manuel Seoane Corrales, parece que no ha leido su intervención en pleno conglomerado "comunista o socialista". El jamás dijo que era anticomunista, simplemnete que no era comunista, más bien dió una clase muy profunda para aquellos que fungen serlo, y les aconsejo que lean más a sus ideólogos. Esto mismo le digo a usted lea por favor "Comunistas Criollos" donde los tilda de rabanitos, repitiendo a Lenín que fue el autor de este apelativo.
Antonio La Torre Luna