domingo, 26 de octubre de 2008

FRENTE A LA CRISIS, UN GABINETE CONTINUISTA

Con la difusión del audio sobre los negocios petroleros en la noche del 5 de octubre, la debacle política del gobierno aprista se hizo más evidente, no como para dar paso a su caída, planteado oportunistamente por algunos dirigentes que parecen vivir al margen del movimiento de masas y el análisis de la correlación de fuerzas, sino para que su vapuleado gabinete sea recompuesto que dé la imagen de un supuesto cambio fundamental. Un parche como éste, o un cambio de mayor contenido, podría haberse actuado mucho antes del 2008 si es que el gobierno aprista se hubiese propuesto gobernar en función de los intereses nacionales y del pueblo. Incluso en el presente año podría haber cambiado su gabinete luego de la estrepitosa derrota infligida por el movimiento campesino-nativo que trajo abajo su plan de privatización masiva y acelerada de las tierras de costa, sierra y selva. Pero no. Siendo su objetivo básico consolidar el programa neoliberal y con la unidad de la derecha más apátrida y antipopular a la que representa en el Perú de hoy, seguía aferrándose a una burocracia ministerial adicta al manejo corrupto del Estado, con los más conspicuos neoliberales y fujimoristas que, “tapándose la nariz”, dieron su voto por Alan García Pérez.  

EL DETONANTE DE LA CRISIS POLÍTICA

Así como sin el video Kouri-Montesinos del 2000 no hubiese estallado en mil pedazos la dictadura de la gran burguesía neoliberal de los 90, dando paso a una “transición” intrascendente y a nuevos regímenes neoliberales que desde el 2001 gobiernan el Perú, de igual manera, el audio del 5 de octubre ha sido el detonante de la caída del gabinete encabezado por Jorge del Castillo Gálvez, uno de los políticos apristas más hábiles para usar, por encargo, los métodos de la maniobra propios de la política criolla peruana. Mencionados y comprometidos por los interlocutores del audio, los gobernantes apristas no estaban en condiciones de seguir encabezando un nuevo gabinete en el mismo momento en que la presión pública les obligaba licenciar a un grupo de neoliberales que ha demostrado su pequeño interés de manejarse como los comedidos servidores de las transnacionales. Era necesario un personaje que lave el ambiente, que dé la impresión de diálogo con todos los sectores y que rejuvenezca las arrugas políticas para recuperar la popularidad perdida en los dos años y medio de ejercicio gubernamental. Ese personaje estaba en el norte del Perú, en Lambayeque, buscando un espacio para su candidatura presidencial en el 2011, entrevistado frecuentemente desde Lima como el “mejor presidente regional”, claro, en medio de tanta mediocridad reinante en los gobiernos regionales desde el 2002. Yehude Simon Munaro, otrora militante de izquierda, no pensó dos veces para coger la mejor oportunidad de apuntalar su espacio político. El detonante le ha puesto en la cúspide del gobierno para enmendar los entuertos de su predecesor y apagar los fuegos de los reclamos populares con nuevos procedimientos y usando el recuerdo de viejas afinidades izquierdistas para embaucar a los intonsos, crear ilusiones de “cambio de rumbo” a un gobierno que tiene el suyo con el nombre eufemístico de “cambio responsable”.  



NI DIABLO NI DEMIURGO

Los más ignorantes y primitivos neoliberales, como son los fujimoristas, lanzaron sus dardos anticomunistas contra el nuevo Primer Ministro Yehude Simon. Ni siquiera recuerdan que Simon pronunció un discurso cuando Alberto Fujimori visitó la cárcel donde aquél estaba pagando su condena por “terrorista”, en el cual felicitaba al dictador por haber construido la cárcel “mas moderna” de América Latina, una especie de oda a las prisiones donde, como dice un poema de Ho Chi Minh, “los hombres libres se amontonan...” ¿Quién puede negar la metamorfosis ideológica y política de Yehude Simon desde una posición de izquierda, entre anarquista y reformista, hasta un ferviente creyente en la economía de mercado, en las inversiones extranjeras como palancas necesarias y suficientes para generar el desarrollo de las regiones y del país, su adecuación a la democracia burguesa en su factura neoliberal? Para los fujimoristas el factor Yehude podría significar la frustración de su estrategia de alianza con el gobierno aprista para facilitar la absolución de su jefe extraditado. Este infundado celo fujimorista carece de valor frente al apoyo que recibe el nuevo Premier de los jefes políticos y empresariales neoliberales. Yehude Simon, pues, no es el “diablo” que podría cambiar los cimientos y las condiciones del programa neoliberal ni constituye un peligro para el dominio actual de las clases en el poder del Estado. Lo que sí podría ser factible es su conversión en la alternativa de una candidatura neoliberal de “nuevo rostro” que supere las desgastadas figuras de UN y Cía, y de un partido aprista que carece de elementos electoralmente idóneos para enfrentar las elecciones presidenciales del 2011.

Así como no constituye ningún peligro para el proyecto neoliberal en curso, Yehude Simon tampoco está en condiciones de hacer otra cosa que amagar para que nada cambie. No es el demiurgo que con sus conversaciones con líderes de distintas fuerzas y con sus buenas intenciones podrá resolver los problemas, por lo menos los más urgentes o de alcance inmediato, del país. Por de pronto, no podrá hacer variar la estructura presupuestal básica sujeta al Marco Macroeconómico Multianual (MMM) 2009-2011, pactado con el FMI y de obligatorio cumplimiento a base de “gastos modulados”, como se llama hoy al ahorro estatal en servicios e inversiones para no fallar en el pago de la deuda externa ni subir la presión tributaria que haga pagar más impuestos a quienes más tienen y ganan, incluyendo a las transnacionales. Este es el Rubicón que debe saltarse en el Perú de hoy en materia económica para dar paso a una política económica que rescate la soberanía y se desligue de las ataduras neoliberales y capitalistas, condición sino qua non para empezar a recuperar el rol del Estado en la planificación del desarrollo nacional, económico y social. Esta faena no está en la cabeza de Yehude Simon y, si lo estuviere, no estaría a su alcance, pues, como Primer Ministro, forma parte de un gobierno con un programa inamovible: el programa neoliberal. 

FRACASO NEOLOIBERAL Y LUCHA POPULAR

La crisis política del gobierno aprista es parte de las contradicciones del sistema capitalista en el Perú en su versión neoliberal, de cuyo fracaso en el mundo y en América Latina en particular ya nadie duda. El neoliberalismo se presentó con los demagógicos objetivos de mejorar “la calidad de vida” de los más pobres, mejorar la “calidad de la educación” y crear empleo sobre la base de las inversiones extranjeras que generarían un crecimiento del Producto Interno Bruto cuyos efectos de mediano y largo plazo serían nada menos que generar más inversiones y producir el “chorreo” de ingresos hacia abajo. Del mediano plazo ya hemos pasado al largo plazo si consideramos los casi veinte años desde su aplicación en el Perú y casi treinta en América Latina. Como lo demuestran Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Paraguay, Uruguay, Ecuador, República Dominicana, Brasil y Argentina, de la ortodoxa economía de libre mercado se está pasando a una economía que tenga como centro el poder del Estado para recuperar soberanía, derechos sociales arrebatados al pueblo y la creación de nuevas condiciones para el desarrollo de una sociedad justa y solidaria. Para los neoliberales, este “cambio de época”, como lo designa la Presidenta argentina Cristina Fernández al sustentar la recuperación de la seguridad social pensionaria de manos de los comerciantes y banqueros tramposos, se presenta como el “diluvio” para sus intereses burgueses de explotación de los recursos naturales y de la fuerza de trabajo de millones de asalariados en cada uno de nuestros pueblos. En el Perú los neoliberales se muestran tan temerosos de que pueda cundir lo que están llamando el nuevo “modelo argentino”, que han empezado a ofrecer mayores “garantías” a los afiliados de las AFPs, pues no saben cómo tapar la inmensa suma de 15 mil millones de pérdidas de esos fondos, pérdidas que perjudican a los “ahorristas” pero que para los empresarios no afectan en nada sus millonarias ganancias (200 millones de dólares al año).

El movimiento popular en el Perú, débil aún en su organización y carente de un proyecto político de izquierda socialista que sea más que “oposición constructiva”, viene, sin embargo, luchando y asestando importantes golpes políticos al régimen neoliberal. Con su lucha permanente no permitió que el gobierno de Toledo avance en la consolidación neoliberal, como tampoco está permitiendo que el gobierno aprista actual consolide el proyecto de la gran burguesía en el Perú. Los paros y las movilizaciones nacionales promovidas desde la CGTP; las luchas de las comunidades del interior del país contra la explotación minera metálica y de hidrocarburos; los recientes combates de los campesinos y nativos amazónicos contra el plan de venta masiva de las tierras amazónicas en función del TLC firmado con los Estados Unidos; las luchas reivindicativas de los maestros de todos los niveles educativos, de los trabajadores del Poder Judicial, de los médicos y demás trabajadores del sector Salud y de la Seguridad Social; los movimientos cívicos de las ciudades bajo la conducción de los Frentes de Defensa, son la expresión de un clima de oposición social desde abajo, de descontento creciente de una vasta población que experimenta el mayor enriquecimiento de una minoría explotadora y la mayor pauperización de la mayoría de los peruanos. La tendencia es la polarización de la sociedad peruana entre desposeídos y privilegiados, contradicción que las clases dominantes han pretendido y pretenden resolver con su Acuerdo Nacional, sus “mesas de diálogo” y tantas otras maniobras políticas diversionistas. La presencia de Yehude Simon como cabeza del actual Gabinete Ministerial es otra de esas maniobras. 

De las condiciones en que se produce la lucha de clases en el Perú, se puede deducir que el movimiento popular, para su desarrollo consciente, requiere una orientación de renovación ideológica basada en la alternativa socialista, desde la comprensión de que el programa neoliberal en crisis no es más que la crisis del capitalismo en el Perú, como que la crisis del neoliberalismo en el mundo no es más que la del sistema capitalista. Por lo tanto, esa alternativa no es otra que el socialismo cuyos valores de justicia social, libertad, solidaridad y lucha antiimperialista siguen más vigentes que nunca. No es el liberalismo renovado que nos presentan los socialdemócratas el camino que debe seguir el Perú, pues no pasaría de ser el refugio redivivo de la explotación capitalista con su armatoste “democrático” del parlamentarismo y/o presidencialismo burgueses en crisis.

En la construcción de esa alternativa revolucionaria y socialista el papel de la clase obrera es crucial, con la participación del campesinado y del movimiento indígena, bases sociales fundamentales de organización y lucha. Los intelectuales democráticos y patrióticos, los profesionales que ven recortados su derecho a un ejercicio digno de su especialidad, los trabajadores independientes y empleados del sector publico y privado, son parte de un pueblo que busca una transformación fundamental del país. 

Las banderas concretas de la lucha actual del pueblo peruano, sin embargo, no pueden perderse de vista para seguir avanzando hacia la derrota del neoliberalismo que nos abra paso a la lucha contra el sistema capitalista en el Perú. Ellas tienen que ver con la defensa de la soberanía nacional frente a las transnacionales, la defensa de nuestros recursos naturales y del derecho a la tierra para los campesinos y comunidades nativas, una nueva política agraria que resuelva la propiedad de la tierra y la producción agropecuaria en función del mercado interno en primer lugar, el combate al narcotráfico desde una política agraria de desarrollo integral en el medio rural, la construcción de una seguridad social integral y solidaria bajo la conducción del Estado y de los trabajadores, construcción de un sistema de educación basado en la escuela pública gratuita y universal, un sistema de salud pública bajo responsabilidad del Estado, la democracia popular que supere la formalidad de la democracia burguesa en crisis sobre la base de la democracia directa de masas, la recuperación de los derechos de los trabajadores públicos y privados, la prioridad presupuestal de los servicios públicos que beneficien a las mayorías y la consiguiente revisión y reestructuración de los servicios de la deuda externa, la recuperación del papel empresarial del Estado y su capacidad de conductor de la economía nacional, la reconstrucción del proceso de descentralización y del manejo planificado de los gobiernos regionales y municipales, la lucha contra la corrupción como parte de la lucha por un nuevo sistema económico y social. Estas y otras banderas democráticas y nacionales solo pueden tener una expresión coherente en un proyecto de desarrollo nacional sobre nuevas bases programáticas, que nada tiene que ver con la “economía social de mercado”, ni con la ortodoxia del “libre mercado”, y peor con el planteamiento difuso de la “economía nacional de mercado” que viene planteando el PNP.

Ni los tratados de libre comercio, ni las cumbres de la Unión Europea y de la APEC son alternativas para nuestros problemas. Ambos son las nuevas expresiones del poder imperialista en nuestro país.  

Iquitos, octubre del 2008

lunes, 5 de mayo de 2008

LOS FRENTES SON DEL PUEBLO, NO DE LOS PARLAMENTARIOS

Una vez más se realizó la farsa de la llamada Cumbre Amazónica en la ciudad de Pucallpa, precedida por otra similar en Pichanaki. En este lugar, algunos parlamentarios “amazónicos”, entre los cuales no podía faltar el concesionador de bosques de la región Loreto Víctor Isla Rojas, impusieron su fracasado paro del 17 y 18 de marzo, sin haber realizado hasta la fecha una evaluación de sus responsabilidades. Nuevamente en Pucallpa, los días 12 y 13 de abril, los mismos parlamentarios y sus empleados (llamados asesores) dirigieron su “II Cumbre”, desconociendo la presencia del Presidente del FPL como tal, quien debió de asistir para dejar sentada la posición de nuestra organización. Esta nueva reunión fue organizada y dirigida por los parlamentarios Nájar Kokally, Víctor Isla y sus empleados e impusieron un conjunto de acuerdos que nadie discutió en sus bases, como la realización de una “lucha amazónica” que consistiría en paros y movilizaciones “según las posibilidades”, sin haber respondido por su fracaso anterior y sin tener en cuenta que, a nivel nacional, la CGTP y los frentes de defensa vienen coordinando para un Paro Cívico Nacional cuya fecha será fijada oportunamente. En el colmo de la manipulación, los parlamentarios reconocieron como delegado de Alto Amazonas a José Arévalo Bartra, estudiante trotskista de La Cantuta que vive en Lima, que se coludió con un empresario del turismo en Yurimaguas para defender una propiedad usurpada que impedía a humildes pobladores seguir viviendo en esos terrenos. A esta “II Cumbre” no asistieron ni la mitad de los frentes de defensa y los que fueron considerados como tales, Ucayali y Madre de Dios, no han hecho más que adherirse a los burocráticos planteamientos que llevaron los parlamentarios, como el que acuerda realizar una nueva “cumbre” en octubre con sede en Loreto.

No cabe la menor duda que esas “cumbres” están organizadas con reales objetivos de proselitismo político para las elecciones del 2011. Sus promotores se ponen por encima de los frentes para hacer su propaganda personal bajo la sombra del humalismo en el caso de Víctor Isla, promocionando, de paso, a otros personajes que mienten a la población loretana, como Eva Matute, a quien siguen considerando como “presidenta” del FPL. Nosotros no podemos avalar a una burocracia parlamentaria que tergiversa el real significado democrático y popular de los frentes de defensa, organizaciones que deben representar bases realmente existentes y no fantasmas. Cualquier evento que realicemos debe ser preparado por los dirigentes y con las masas organizadas. Las propuestas que se discutan deben ser consultadas. Por esta razón denunciamos que esos eventos parlamentarios no pueden comprometer a ninguna base del FPL; y llamamos a los compañeros de Alto Amazonas que asistieron de buena fe a la “cumbre” de Pucallpa, deslindar y rechazar esos procedimientos, hacer respetar a su base y fortalecer al FPL. Nuestra preocupación actual es fortalecer los frentes provinciales y, por ende, el FPL; y esta tarea nos corresponde a nosotros y no a los parlamentarios. Si ellos quieren apoyar, pueden hacerlo, pero no les permitiremos sustituir a los frentes y a los dirigentes que los representan.

EL NEOLIBERALISMO Y LA REPRESION SE ENSAÑAN CONTRA EL PUEBLO

Desde que asumimos nuestras funciones, en enero del 2008, hemos venido señalando que el gobierno aprista se ha convertido en el mejor defensor y continuador del programa neoliberal que dejó el fujimorismo y que desarrolló el gobierno toledista. Ese programa se expresa hoy en la mayor pobreza del pueblo, lo que obliga al Banco Mundial ordenar aumentar el reparto de alimentos y dinero en efectivo para que los pobres no protesten frente a las grandes desigualdades sociales entre unos cuantos ricos y millones de pobres. A esto el gobierno le llama “justicia social”. La continuación de las privatizaciones amenaza hoy con entregar a los capitalistas extranjeros todos nuestros puertos, con el cuento de la “modernización”, amenaza también a toda la Amazonía peruana con el proyecto de ley 840, que el pueblo loretano rechazó con la Consulta Popular del 24 de febrero, cuyo impacto frenó, hasta hoy, la aprobación del mencionado proyecto. El cacareado crecimiento económico basado en la explotación de los recursos mineros, solo enriquece a las transnacionales; así como el gran comercio, la agro-exportación y las operaciones financieras bancarias, generan grandes utilidades para los inversionistas privados, mientras que el aumento de los precios (inflación) de los productos de consumo golpea más a la gran mayoría de los peruanos, no solo a los más pobres, sino a los que tienen ingresos familiares menos de 2000 soles al mes. La corrupción sigue igual, como el caso del Servicio Integral de Salud en Ica y la farsa de su reconstrucción, el programa de vivienda del Banco de Materiales, las becas del Ministerio de Educación, la defensa que hace el propio Alan García al denunciado Alex Kouri, sólo para citar algunos ejemplos.

Por el lado de la represión, toda protesta es calificada de “ilegal”, “terrorista” o “dirigida por Hugo Chávez”, fantasma que asusta a los que viven explotando a la gente en América Latina. Hay campesinos asesinados por la policía, dirigentes y activistas procesados por las luchas, como el caso de los compañeros de Andoas, los campesinos y dirigentes del Alto Piura (Majaz), los dirigentes de Caballococha (caso del Profesor Rodrigo Rojas Rojas), los jóvenes asistentes a un evento político en Ecuador, etc. El programa neoliberal, como se demostró durante el fujimorismo, no se puede aplicar en paz, necesitó del golpe de Estado del 5 de abril de 1992 para imponer el programa de los ricos a través de una dictadura. Por eso, quien protesta debe ser eliminado políticamente y los “demócratas” Toledo y García usan leyes más drásticas par impedir que las masas reclamen sus derechos.

Frente al programa neoliberal, ningún gobierno regional desarrolla una política alternativa, sólo se adecuan al programa centralista, tal como ocurrió con los gobiernos regionales anteriores.

IZQUIERDA Y NEOLIBERALISMO EN AMÉRICA LATINA

El reciente triunfo del ciudadano católico Fernando Lugo en las elecciones presidenciales del Paraguay, el domingo 20 de abril, ha generado una nueva ola de expectativas sobre el avance de la izquierda en América Latina. En general, todas las corrientes que se oponen, con mayor o menor radicalidad, al neoliberalismo, celebramos el triunfo de Lugo y predecimos la debacle final del programa del “Consenso de Washington”.

Pero no se vaya a considerar que todas las valoraciones del triunfo y de las perspectivas de la izquierda en América Latina tienen el mismo signo, el mismo contenido de clase y, por ende, el mismo camino de lucha. Se nos presentan criterios analíticos y valorativos de diversos significados ideológicos y políticos. Son criterios relacionados con los factores que impulsan la tendencia izquierdista, por un lado; por otro, la perspectiva de esa tendencia, que concierne a los objetivos de lucha contra el neoliberalismo.

Hay quienes, como el sociólogo y ex Ministro toledista Nicolás Linch (véase: Fernando Lugo en Paraguay, en La República, 24/4/2008, p. 18), que consideran la tendencia izquierdista en desarrollo como una consecuencia casi mecánica de que la economía neoliberal, impuesta por los Estados Unidos, estaba condenada a explotar y está explotando (Linch, art. cit.), afirmación que oculta los factores que están acelerando el fracaso neoliberal, en especial la lucha de las masas oprimidas y de los sectores socialistas que impulsaron esa lucha, al lado de sectores que, sin ser socialistas, enfrentan al neoliberalismo con un programa nacionalista consecuente, como es el caso del gobierno bolivariano de Venezuela, al cual Nicolás Linch, desde su ideología profundamente antisocialista (por ende, anticomunista), le endilga el calificativo de “provocador”. Si las masas oprimidas y los partidos y movimientos sociales progresistas y revolucionarios se hubiesen atenido a la sola consideración del “fracaso inevitable” del neoliberalismo, sin desplegar su energía opositora en las calles y en las ideas, indudablemente que el imperialismo estadounidense y sus gobiernos títeres hubieran tenido un mayor espacio a su favor para prolongar la aplicación de su programa salvaje. Para los opositores liberales al neoliberalismo son insignificantes las luchas indígenas en América Latina; el papel del vasto movimiento antiglobalización de los foros sociales; la persistencia de los sindicatos clasistas y de las fuerzas socialistas y comunistas que no arriaron la bandera contra el capitalismo después de la caída del denominado “socialismo real” (1989 como año de referencia por la caída del Muro de Berlín); el rol de permanente enfrentamiento del gobierno y pueblo cubanos al imperialismo de Estados Unidos. En el caso del Perú, la lucha contra el neoliberalismo fue desplegada, con muchas dificultadas, frente a la dictadura fujimorista y su programa, manteniendo esa lucha durante el gobierno de Alejandro Toledo y prosiguiéndola hoy frente al nuevo gobierno aprista, de cuya identidad neoliberal nadie puede dudar ahora.

Y está la otra diferencia de criterios: hasta dónde se puede llegar en la lucha contra el neoliberalismo. Para los opositores liberales o socialdemócratas, la lucha contra el neoliberalismo no puede avanzar más que hasta conquistar un “equilibrio” entre el papel del Estado y el libre mercado en el proceso económico, lo que permitiría sentar las bases de una democracia desarrollada. Este planteamiento, que ha sido elaborado por los pregoneros del “capitalismo con rostro humano”, tanto por Bill Clinton como por los socialdemócratas europeos, también ha fracasado, a tal punto que la propia Hillary Clinton acaba de prometer más ayuda social para los “más pobres” de su país (Bush acaba de repartir 158 mil millones de dólares para que sectores que no son los más pobres de su país puedan pagar sus deudas atrasadas y, de esa manera, ayudar a las grandes corporaciones a cobrar deudas atrasadas con el subsidio del Estado). Quienes acusan al Presidente Hugo Chávez de “provocador” y atacan constantemente a la “dictadura comunista de Cuba”, quisieran que la lucha contra el neoliberalismo no se convierta en el combate contra el capitalismo como sistema de explotación, contra el imperialismo y su globalización actual. Anhelan un orden social que no ponga en peligro el sistema. En síntesis, defienden la tesis de que el capitalismo está en condiciones de garantizar un desarrollo más humano “para todos” (idea clave de la II Internacional socialdemócrata de principios del siglo XX). Con un poquito de humor, en el Perú podríamos derrotar al neoliberalismo blandiendo los pañuelos blancos, bailando un pasacalle de vez en cuando o una gran pandilla amazónica.

Podemos afirmar que la tendencia izquierdista que se ve crecer en América Latina está generada por las luchas de los pueblos oprimidos, de los trabajadores y de las masas indígenas, estas últimas tan importantes en Bolivia, Ecuador, como también en el Paraguay de los campesinos e indígenas guaraníes. Esta resistencia activa ha sido impulsada en unos casos, secundada en otros, aunque no siempre con una orientación muy clara, por las fuerzas y movimientos políticos de izquierda y progresistas. El programa neoliberal, como factor generador de mayores contradicciones de clase (oprimidos/opresores), no se ha aplicado en un escenario “limpio” de luchas sociales. Estas constituyen el factor principal de su fracaso.

Para los amigos del camino de la democracia burguesa “con derechos para todos”, Hugo Chávez es un “provocador” y hasta un “insolente” que osa enfrentarse al imperio y a su administrador Bush. Por eso su terror frente al movimiento bolivariano en el Perú y otros países de América Latina. No pasa por su perspectiva el socialismo, salvo el “socialismo” de la concertación chilena que ha consolidado el neoliberalismo con las más grandes desigualdades sociales y con un millón de mapuches arrojados de sus ancestrales tierras por las transnacionales de la madera y la minería. La izquierda y el socialismo se abren paso, pero no para consolidar el neoliberalismo “con rostro humano”, ni defender la democracia burguesa, sino para construir el socialismo.

Iquitos, abril 24 del 2008

Reflexiones del compañero Fidel

Los vivos y los muertos

Usted puede pensar que su pequeño barco avanza río arriba, pero si la corriente es más fuerte estará retrocediendo.
No hacer vergonzosas concesiones a la ideología del imperio, dije y lo vuelvo a repetir hoy.
Nadie leerá nunca de mi humilde pluma un elogio oportunista que envilezca su conducta.
Por esta razón, apoyo resueltamente la decisión del Partido y el Consejo de Estado de sustituir al Ministro de Educación.
Como se conoce, toda la vida, desde que tuve conciencia revolucionaria, la consagré, en primer lugar, al tema de la educación, desde la Campaña de Alfabetización hasta la universalización de los estudios superiores. Aun bajo condiciones de bloqueo económico y agresión, logramos alcanzar un lugar privilegiado y único en el mundo.
El titular de ese cargo, Luis Ignacio Gómez Gutiérrez, estaba realmente agotado. Había perdido energía y conciencia revolucionaria. No debió pronunciar los últimos discursos y hablar de futuros encuentros de educadores del hemisferio y del mundo, exaltando una obra que fue fruto genuino de numerosos cuadros revolucionarios y no personal, como pretendía hacer creer a los invitados.
Lamento realmente si alguno de nuestros abnegados maestros lo interpretara como una afirmación injusta.
Debo señalar que en el transcurso de diez años ha viajado al exterior más de 70 veces. Durante los tres últimos lo hizo con la frecuencia de un viaje por mes, utilizando siempre el pretexto de la cooperación internacional de Cuba. Por este y otros elementos de juicio, no se tiene ya confianza en él; más claro todavía: ninguna confianza.
¿Quién debía sustituirlo? Era otro aspecto del problema. Debía hacerse, y rápido. Se buscó entre muchos. Con los mejores se confeccionó una lista de quince, dos se habían desenvuelto en ese campo con notable éxito:
Ena Elsa Velázquez Cobiella, Doctora en Ciencias de la Educación, rectora actual del Instituto Superior Pedagógico "Frank País", de Santiago de Cuba. Se graduó en 1980, acumula experiencia docente en las más variadas instancias de la educación, en las cuales se destacó; con 52 años de edad, al triunfo de la Revolución tenía solo dos de nacida en la capital de la antigua provincia oriental.
Cira Piñeiro Alonso, Licenciada en Psicología, graduada con Título de Oro, Directora Provincial de Educación en Granma, 16 años de experiencia en diversas tareas docentes. Su éxito como responsable de la educación en Granma es reconocido por todo el país. Tiene 39 años.
Ambas compañeras, por sus méritos y éxitos, fueron propuestas por la comisión de candidatura y elegidas como diputadas a la Asamblea Nacional.
Las dos serán incorporadas al Ministerio de Educación: Ena Elsa como Ministra y Cira Piñeiro como apoyo a la Ministra y futuro cuadro en el cargo que se le asigne. Serán sustituidas en la actual tarea por profesionales extraídos de la cantera inagotable de nuestro personal docente y revolucionario.
En este especial e importante caso, aparte de mis apreciaciones personales, fui consultado e informado plenamente.
Cuando tuve el privilegio de ser igualmente consultado en vísperas de la elección del Consejo de Estado, no vacilé en proponer que prestigiosos jefes militares —que llenaron de gloria y autoridad moral a nuestro heroico pueblo— como Leopoldo Cintras Frías y Álvaro López Miera, maduros, modestos, llenos de experiencia y energía, con menos edad de quien con rango militar es uno de los más fuertes y amenazantes candidatos a la jefatura del imperio, fuesen propuestos a la Asamblea Nacional como candidatos a miembros del Consejo de Estado. Conozco a otros cuadros bastante más jóvenes que ellos de gran capacidad, excelente preparación y poco publicitados, con los cuales hay que contar.
No me agrada en absoluto herir a nadie, pero no puedo dudar en explicar con toda claridad los hechos para proteger la obra de las generaciones que han aportado sudor, sacrificio y no pocas veces hasta la salud y la vida por la Revolución.
Espero que mis compatriotas comprendan que el trabajo forzoso que me impuso la naturaleza en esta etapa de mi vida me obliga, ante amigos y adversarios, a expresar lo que pienso sin subterfugios y con pruebas morales a mi alcance que son irrebatibles. Asumo, por tanto, la responsabilidad plena por esta decisión, sean cuales fueren las reacciones y consecuencias.
Los libelos enemigos me acusarán de aplicar terror psicológico a partir de la autoridad moral. No lo es en absoluto para los que tengan conciencia de que el verdadero terror psicológico y físico —con infinitos sufrimientos humanos y morales para nuestro pueblo— sería el regreso del dominio imperial sobre Cuba. En ese triste caso, la causa sería no la falta de alfabetización o de cultura, sino de conciencia.
No me resignaré jamás a la idea de que al poder se aspire por egoísmo, autosuficiencia, vanidad y supuesta imprescindibilidad de cualquier ser humano.
Expresaré mi modesta opinión mientras pueda y necesite hacerlo.

¡Los vivos y los muertos lucharemos!

Fidel Castro Ruz
22 de abril de 2008 6 y 18 p.m.

EL PRIMERO DE MAYO Y LA LUCHA DE LOS TRABAJADORES EN EL SIGLO XXI

El primero de mayo de 1886 se sigue sintiendo y se continúa celebrando como un acontecimiento histórico que no ha perdido vigencia, como si la humanidad estaría cargando con los cadáveres de los líderes asesinados en el cadalso y de las masas acribilladas por las balas del gobierno estadounidense de aquel siglo XIX de acelerado desarrollo capitalista en el país de George Washington, demócrata liberal fundador de los Estados Unidos, y de George W. Bush, republicano neoliberal y continuador del “Destino Manifiesto” de ese mismo siglo que hoy, en pleno siglo XXI, se torna más agresivo, inhumano y expansionista con el Consenso de Washington.

Qué frescas las palabras de los líderes anarquistas sobre la inmortalidad de su sacrificio cuando se encontraban en los últimos segundos de su existencia antes de que cayera sobre su cuerpo enhiesto la daga del capitalista que no aceptaba la “violencia” de la huelga obrera como instrumento de lucha por sus reivindicaciones. Qué vigentes las premoniciones de Carlos Marx y Federico Engels sobre las crecientes desigualdades que crea el sistema capitalista y que impone a la clase obrera situarse al frente, como vanguardia, de la lucha para construir una nueva sociedad, como que hoy, millones siguen gritando frente a los foros de Davos que “un nuevo mundo es posible”.

El primero de mayo de 1886 reivindicó la lucha de las mujeres del 8 de marzo de 1859 por la jornada laboral de las 8 horas, lográndola en los Estados Unidos y prendiendo la chispa para luchas posteriores en cada uno de los demás países por esa gran reivindicación que acaso, por el desconocimiento de las motivaciones históricas, se la considera como un hecho simplemente cotidiano en cada aniversario, a tal punto que para el calendario cívico escolar de muchas naciones latinoamericanas sigue siendo el inocente “día del trabajo”, del trabajo “intelectual” y del trabajo “manual”, como la demagogia de los socialdemócratas clasifican a los trabajadores, tratando de borrar el contenido de clase del trabajo proletario en las condiciones de la sobreexplotación capitalista; “trabajadores manuales e intelectuales” que Haya de la Torre en el Perú suscribió con la clara convicción de su identidad con el orden capitalista y con el imperialismo “que trae progreso” a nuestros países.

El primero de mayo de 1886 creó las condiciones prácticas para la unidad proletaria contra la explotación capitalista, más allá de la conquista de las 8 horas y de las demás reivindicaciones que son posibles de conquistar sin desmoronar el orden burgués. Los capitalistas del siglo XIX estaban persuadidos del carácter histórico de la lucha obrera y por eso ordenaron la masacre preventiva de los dirigentes más conscientes del papel histórico del proletariado internacional, de su aún ideología anarquista que daba al movimiento su carácter impetuoso y radical. La burguesía no se equivocó en su objetivo de acabar con el movimiento, pero se equivocó al no lograrlo, pues durante todo el fin del siglo XIX el movimiento obrero siguió desarrollándose en casi todo el mundo, ya no solamente bajo la influencia del anarquismo y anarco-sindicalismo, sino bajo el creciente impulso del movimiento obrero organizado por los socialistas del Manifiesto Comunista de 1848, de Carlos Marx y Federico Engels, cuyas dos primeras líneas trazan la más clara perspectiva de un nuevo período de la lucha de clases: “Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo”; y completando mejor la idea de la futura confrontación: “Todas las fuerzas de la vieja Europa se han unido en santa cruzada para acosar a ese fantasma: el Papa y el zar, Meternich y Guizot, los radicales franceses y los polizontes alemanes”.

Ya no están esos viejos representantes del capitalismo y de la burguesía, pero por lo que representaban tienen hoy su presencia en un conjunto de credos religiosos que se han adaptado a las nuevas condiciones para mantener sus privilegios y expresar su conservadurismo a través del fundamentalismo más agresivo. No hay mucha diferencia entre la política zarista de exterminio a los luchadores sociales de fines del siglo XIX y principios del siglo XX en Rusia con la “guerra preventiva” y las invasiones en el Medio Oriente del gobierno de los Bush y Cía. La diplomacia y la defensa del orden burgués de los Meternich y los Guizot se reflejan bien en la complicidad de los que manejan hoy la ONU, la OEA y los intereses del bloque de la Unión Europea (UE), encubridores de la política imperialista de los Estados Unidos. Los radicales franceses del siglo XIX se reflejan mejor en todos los matices de la social democracia que pregonan hoy la “humanización” del capitalismo o la “profundización” de la democracia burguesa y su “voto universal” para seguir dejando intacto el actual orden mundial. La máquina del Estado burgués sigue apuntalada por soldados y policías masacrando a la clase obrera que lucha por los derechos que las propias constituciones burguesas incluyen en su demagógico contenido.

Para los ideólogos y para los denominados “lideres de opinión” que desde el periodismo se dedican a echar flores a la libre empresa y al libre mercado, al tiempo que pregonan el hundimiento del socialismo como doctrina y como futuro de la humanidad, por tanto que pretenden negar el papel de la clase obrera como protagonista de un nuevo sistema social, no hay más que alinearse con las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y de los TLC, someterse a las leyes laborales que cercenan derechos conquistados hace tiempo, vivir domesticado bajo las costumbres de la más grosera cultura del entretenimiento embrutecedor y consumista. Si reflexionamos sobre los valores y modas que el capitalismo actual impone y difunde para las 3 cuartas partes de la humanidad, nos convencemos de la mundialización de su dinámica y de los intereses de la burguesía, que hoy con el nombre de globalización se expande a los lugares más lejanos subyugando a las sociedades nacionales a la cadena de las transnacionales, recordándonos, nuevamente, lo señalado por el Manifiesto Comunista de 1848: “Mediante la explotación del mercado mundial, la burguesía dio un carácter cosmopolita a la producción y al consumo de todos los países”.

¿Cómo puede ser posible que un sistema que explota a millones de trabajadores y parias y somete a los países más débiles a la lógica devoradora de las transnacionales puede ser capaz de reformarse a sí mismo y sacar de su charca mejores condiciones de existencia? Creer en esa especie de “milagro” es considerar que el esclavismo liberó a los esclavos por su propia comprensión y voluntad y no por las inmensas y numerosas rebeliones de los esclavos en cada uno de los estados esclavistas de Oriente y de la Europa de los césares; o decir también que los campesinos siervos de la gleba no conquistaron su derecho a la libertad y a la tierra por su lucha sino por la sacrosanta voluntad de los señores feudales. Pero en el mundo capitalista de hoy, contradiciendo la lógica de la historia, se yerguen las voces que proclaman la eternidad del orden burgués. En todas partes hay fukuyamas que pregonan la desaparición del socialismo y la inevitabilidad del capitalismo como lo único posible y al cual hay que adherirse para conquistar el reino del bienestar.

El siglo XX ha sido testigo de que la historia tiene un rumbo diferente al período en el que el capitalismo impuso su dominio mundial. Que no solamente la burguesía era capaz de haber derrotado a la vieja nobleza feudal y conservadora que hasta se asustaba frente a los avances de la industria, de la tecnología y de los descubrimientos científicos de Darwin. También la clase obrera impulsó cambios importantes en muchos países bajo las banderas del socialismo, sin dejar de seguir luchando por sus derechos como clase productora. Que la Comuna de Paris de 1871 haya sido derrotada; que la primera experiencia de construcción socialista en Europa haya sido destruida para dar paso a la involución capitalista; que las experiencias socialistas actuales carezcan aún de la fuerza suficiente para abrirse paso como alternativa mundial del desarrollo de la humanidad, no pueden negar la fuerza obrera como factor principal de las conquistas sociales del siglo XX. La clase obrera no está al margen de la lucha antiglobalización ni de los movimientos de resistencia al neoliberalismo en cada uno de los países. Es la fuerza obrera de América Latina, con su lucha permanente aunque muchas veces desarticulada, la que impulsa la tendencia progresista que pone en peligro los privilegios de la gran burguesía internacional y sus transnacionales del petróleo, el gas, los recursos forestales y acuíferos, del monocultivo para el biocombustible, de la minería metálica, y de la fuerza obrera barata y descartable.

El primero de mayo del 2008 en América Latina y el mundo ha sido un nuevo acontecimiento de combate, en Alemania como en los Estados Unidos, en Brasil como en Chile, en Turquía como en España, y principalmente en Cuba con una conciencia elevada del papel de la clase obrera en la construcción del socialismo en condiciones desfavorables frente a un criminal y prolongado bloqueo económico por la mayor potencia capitalista actual. Esa fuerza de reserva que constituyen en Estados Unidos los millones de inmigrantes latinoamericanos, sometidos a la explotación en el país de la “democracia”, al lado de los estudiantes, han dado una batalla importante demostrando que el sistema capitalista es incapaz de resolver los problemas más elementales de la supervivencia.

En el Perú la clase obrera está en lucha y el primero de mayo de este año tiene en el proletariado minero, nuevamente, a su protagonista principal, renaciendo de un prolongado reflujo al que le obligó la vorágine capitalista neoliberal pero también la inexistencia de una conducción clasista organizada con perspectiva socialista, carencia que se observa en la actual situación de la lucha de clases en nuestro país. Cualquier manipulación política del movimiento minero en huelga por el actual régimen aprista, defensor del programa neoliberal cuya consolidación constituye su mayor propósito, será el producto de esa falta de conducción clasista y de la fuerza que el Estado neoliberal tiene para defender a las transnacionales de la minería. El adormecimiento y la lumpenización de un sector proletariado urbano de la construcción civil no son ajenos a su conducción conciliadora, puesta de manifiesto hoy en la presencia del Primer Ministro Jorge del Castillo en los actos de “homenaje” a los mártires de la clase obrera peruana, concesión de profundo contenido ideológico cuando el gobierno aprista es el gobierno que defiende con mayor fuerza a los capitalistas más explotadores y depredadores del país: la burguesía minera. No es diferente la situación de los trabajadores estatales, especialmente de los docentes, cuya derrota reciente está ligada a tácticas concesivas y de innegable contenido oportunista, que felizmente no ha calado en los maestros de base en las regiones y provincias del país, cuya resistencia será fundamental frente a la reforma neoliberal fujimorista que el gobierno aprista sigue desarrollando con el paraguas de ciertos intelectuales ligados a la ideología socialdemócrata y a la pedagogía confesional y privatizadora

Es importante reconocer la lucha de los trabajadores por sus reivindicaciones económicas y sus derechos sindicales, por el incremento de sus salarios y mejores condiciones de trabajo; pero es insuficiente. A la burguesía le parece hasta “justos” los reclamos de los trabajadores aunque se niega a satisfacerlos si estos no desarrollan la lucha sindical. Pero al mismo tiempo niegan a la clase obrera la lucha política, buscando confinarla a la mera lucha económica. Los periódicos de la burguesía “celebran” también el “día del trabajo” y piden a los trabajadores que sigan trabajando por el “progreso del país”.

El sindicalismo libre, así como el reformista socialdemócrata, con sus celebraciones al lado de los representantes de la burguesía, embotan más la conciencia de los trabajadores impidiéndoles avanzar hacia posiciones conscientes de clase y de lucha por la transformación revolucionaria de la sociedad.

Cada vez que el capitalismo asume nuevas estrategias o modelos de dominio sobre las clases explotadas y sobre las naciones y pueblos oprimidos, se hace más necesaria la lucha por el socialismo, por esa lucha que el Amauta José Carlos Mariátegui definió como por “el pan y la belleza”.

El capitalismo o el socialismo -lo señaló el Amauta, sigue siendo el dilema en este siglo XXI que sigue siendo parte del período del imperialismo y la revolución proletaria. Esta convicción debiera de formar parte de la educación obrera y de su lucha.

La alternativa socialista proletaria es una tarea pendiente como continuidad del legado de Mariátegui y de la lucha obrera revolucionaria y de las luchas populares, de las cuales la lucha campesina constituye un factor importante de las grandes batallas del pueblo peruano.

La unidad proletaria constituye una tarea vigente en nuestro país y en toda Latinoamérica. La organización política de los proletarios también, como la base más sólida del frente único revolucionario para la conquista del poder popular y la transformación social con rumbo socialista.

Es necesario resaltar y saludar a los trabajadores y a los pueblos de Venezuela, Ecuador, Bolivia, Argentina, Brasil, Nicaragua, Uruguay y Paraguay, por su papel en el avance de una nueva alternativa que es la tendencia fundamental en América Latina. Especial homenaje merecen los trabajadores y el pueblo cubanos por su heroica defensa del socialismo y su confrontación con el imperialismo estadounidense.

¡VIVA EL PRIMERO DE MAYO!

¡VIVA LA LUCHA POR EL SOCIALISMO!

Iquitos, mayo del 2007.

sábado, 12 de abril de 2008

MIRKO LAUER Y LA VISION MEDIATICA DE LA EDUCACION

José Ramos Bosmediano, miembro investigador de la Red Social para la Escuela Pública en América, ex Secretario General del SUTEP


La no publicación de nuestra carta aclaratoria por el diario La República de Lima ante las mentiras y algunas otras medias verdades que el escritor y periodista Mirko Lauer escribió en su columna EL OBSERVADOR (La República, 02/04/2008. p. 6) con el título Normales: nuevo eslabón en la cadena de culpas, nos obliga a escribir un nuevo texto para referirnos con más extensión a los contenidos de su artículo, pues en la carta solo habíamos considerado la falacia de la “alianza entre el fujimorismo y el SUTEP”, especie que los senderistas y sus aliados suelen afirmar para ganar acólitos a favor de su alternativa anarco-sindicalista.

EL DESCONCIERTO PEDAGOGICO DE LAUER

Como todo lego que funge de conocedor de una ciencia determinada, Mirko Lauer concluye su artículo autoflagelándose con su propia ignorancia. Dice que

A estas alturas uno empieza preguntándose dónde esta la bolita. ¿El alumno, el maestro, los padres de familia, el Sutep, el Ministerio, la normal? Sin duda que en todas partes, y podemos meter de yapa muchos medios masivos irresponsables. Habría que preguntarse qué tiene la educación privada, además de dinero, que le está faltando a la educación pública.

Las causas de la crisis de la educación peruana -no solamente de la pública- no radica en ninguno de los elementos señalados tomados parcialmente, ni en todos ellos como conjunto. Una concepción atomizada en la interrelación de causa-efecto conduce a una visión ecléctica de los hechos y a criterios que se reproducen diariamente en esos medios masivos irresponsables a los que se refiere el articulista Lauer sin cuidarse de no caer, también, en esa irresponsabilidad, considerando su mayor consistencia cultural frente a la gran mayoría de periodistas.

El desconcierto de Mirko Lauer se explica, suponiendo que sus afirmaciones no obedecen a fobias o encubrimientos, a que ignora el carácter integral de la crisis de la educación peruana, su raíz colonial con una hegemonía ideológica y cultural extranjera impuesta y acumulada, desde el lado de la escuela como educación formal, con reformas educativas ajenas a la realidad peruana, como la del velasquismo con su neoconductismo y su tecnología educativa sistémica y la reforma actual con su constructivismo solipsista; y, desde la otra dimensión del mismo fenómeno educativo, de la educación no formal ejercida por los fenómenos sociales y, particularmente, los medios de comunicación que destruyen, minuto a minuto, gran parte de lo que la escuela pretende hacer con los niños y jóvenes. Cualquier reforma que no rompa con esta contradicción carecerá de valor para la gran mayoría de los peruanos.

Pero lo anterior no se ha producido hoy ni es la única contradicción. La misma herencia colonial enclavada en la educación republicana y en la base económica y social que fundamenta el sistema educativo peruano, definen las causas históricas y estructurales de nuestra crisis educativa que hoy se vuelve trágica (Lauer) porque desde hace 50 años, al descomponerse la semifeudalidad supérstite (J. C. Mariátegui), el viejo sistema educativo ya es incapaz para adecuarse a las necesidades de la explotación capitalista neoliberal, cuyos requerimientos de mano de obra y de formación profesional tratan de ser cubiertos con la reforma educativa de los 90: educar para el resultado inmediato (pragmatismo), mentalidad ultraindividualista (enseñanza por competencias), menos gasto por alumno-maestro(apertura de la educación al libre mercado, “meritocracia”, municipalización de la educación, evaluación docente estandarizada al margen del desempeño profesional par “demostrar” que los maestros peruanos no tienen más derecho que trabajar con sueldos miserables, incluyendo a los maestros universitarios). Si tuviésemos un proyecto nacional de desarrollo diferente al neoliberalismo, no hay duda que habría que plantearse también el nuevo proyecto educativo. Lo que hoy vivimos es el fracaso de la reforma educativa neoliberal y eso no se “cura” con las evaluaciones estandarizadas, ni menospreciando el título pedagógico de los maestros, lo que en realidad está ocurriendo), ni interviniendo a las universidades en su estructura académica desde Palacio de Gobierno, ni mucho menos estableciendo la arbitraria nota l4 como mínima para postular a la profesión docente.

Lo verdaderamente trágico de la educación peruana está en que todas las medidas de política educativa que se están aplicando forman parte de la visión neoliberal de la educación y, como ya está demostrado, el neoliberalismo no ha resuelto ninguno de los problemas de los países subdesarrollados, sino que los está ahondando. Menos, pues, podemos esperar de las reformas de la salud, el poder judicial y hasta algún cambio en el ejercicio mercantilizado del periodismo en el marco de los nuevos parámetros del capitalismo imperialista que domina nuestro país. Lo que el comunruna (Lauer) ve es lo que tiene más cerca de su percepción sensorial, lo que todos los días le dicen los medios de comunicación de masas y lo que ha venido “enseñando” el Banco Mundial, artífice de las reforma educativas y de otras, desde los 90: el maestro como culpable del bajo rendimiento de los alumnos de la escuela pública, de esos maestros que son los mismos, en su gran mayoría, que enseñan, en otro turno o después de jubilarse, en las escuelas privadas y en las que funcionan por convenio con las iglesias (privatizadas con subsidio del Estado), la mayoría de cuyos maestros también fueron “desaprobados” por ESAN.

REDONDA MENTIRA Y MEDIAS VERDADES

Sin recordar la vida política nacional de los 90, Lauer se atreve a decir que La revolución educativa del maestro Alberto Fujimori consistió en ignorar el hecho (se refiere a que las escuelas públicas estaban produciendo alumnos subdesarrollados, nuestro), renovar la clásica alianza con el Sutep y construir aulas, que luego empezaron a caerse; afirmación que contiene una falacia y esconde una verdad.

La falacia, que más se parece a un sofisma, está en la supuesta existencia de una alianza del dictador con el SUTEP, afirmación que no tiene nada que ver con los hechos de esa confrontación que nos cupo protagonizar como dirigente del sindicato magisterial al lado de decenas de los más de 280 mil maestros peruanos en aquel entonces. Tuvimos el honor de escribir en las páginas de opinión de La República cuando la dirigió el Ingeniero Gustavo Mohme Llona y no concedimos ni un milímetro de crítica y oposición radical al neoliberalismo que se nos impuso desde el 8 de agosto de 1990 y no solamente desde el golpe de Estado del 5 de abril del año siguiente, cuyo objetivo fundamental fue avanzar sin obstáculos en la aplicación del modelo del “Consenso de Washington”. Pero más allá de la acción escrita (Genaro Carnero Checa) de un individuo, está la confrontación permanente del gremio con la dictadura: a) la campaña de lucha contra el DL 699 que privatizaba, municipalizaba y hasta militarizaba las escuelas del Estado (1991-1992); b) la campaña contra los decretos leyes 26011, 26012 y 26013 que privatizaban la educación y la municipalizaban con el COMUNED, introducían el bono educativo tipo modelo Pinochet e implantaban la evaluación estandarizada de los maestros; c) la lucha contra el Proyecto de Ley de Educación de Rafael Rey que respondía a los planteamientos neoliberales del fujimorismo en pleno funcionamiento del CCD; d) la lucha del SUTEP contra el golpe de Estado de 1992 como parte de la lucha librada por muchos partidos, intelectuales, honestos periodistas, don Máximo San Román, el Ing. Gustavo Mohme Llona, etc.; e) la lucha del SUTEP por el NO a la constitución neoliberal que hoy los gobernantes de turno y sus periodistas aceptan sin chistar; f) la gran huelga magisterial de mayo a agosto de 1991 por la defensa de la escuela pública y contra el pago de la deuda externa a expensas de los gastos sociales del Estado; g) la lucha pedagógica a través de nuestra propuesta de Ley General de Educación y Cultura elaborada en 1992 y presentada al Parlamento desde 1994, diferente y opuesta a la reforma neoliberal; h) la lucha contra el DL 882 que abre a toda la educación peruana a la inversión privada y el negocio educativo, que hoy muchos recuerdan cuando sus efectos se ven en con el problema de la formación magisterial; i) las permanentes movilizaciones del SUTEP con el gremio de construcción Civil y la CGTP, únicos gremios de significación que quedaban tras la razia antisindical fujimorista; j) la lucha contra ese contrabando de bachillerato con la reducción de los años del nivel secundario con fines de ahorro presupuestal de 1997; k) el deslinde pedagógico contra la propuesta del “nuevo enfoque” constructivista que trasunta solipsismo ontológico y gnoseológico así como orientación pragmatista de la enseñanza “por competencias”; l) la lucha, al lado de los dirigentes de la Federación Médica, contra el nuevo intento de municipalizar la educación y la salud en 1997; m) la participación protagónica del SUTEP en las campañas contra la segunda reelección, con movilizaciones y recojo de firmas entre 1998 en el 2000, sin obviar que en el X Congreso Nacional Ordinario del sindicato se acordó la Jornada de Lucha de mayo del 2000, decisiva en el mayor debilitamiento de la dictadura; n) los numerosos comunicados del SUTEP, precisamente pagados en el diario donde escribe Lauer, cuyos contenidos no tienen nada que ver con atisbos de alianzas ni condescendencias, ni “buenos modales” frente a la dictadura.

Para no abundar más en los episodios del conjunto de esa confrontación, podemos recordar que el Padre Mc Gregor se lamentaba, en un pequeño libro sobre educación y violencia en esos años de los 90, cuyo título y año exactos no podemos citar porque estamos lejos de nuestra residencia, de que un sindicato radical, con una huelga de 109 días, había impedido al Ingeniero Fujimori realizar su reforma educativa. En realidad, le habíamos impedido en parte, pues no logró avanzar como estaba previsto por el Banco Mundial, como lo hizo, por ejemplo, Carlos Saúl Menem en Argentina, con los resultados que conocemos. En esta misma línea, Carlos Boloña llegó a predecir la liquidación del SUTEP en 1993 por constituir un obstáculo para la reforma de la educación. Tampoco podemos dejar de mencionar que desde marzo de 1991 hasta su caída, no hubo diálogo entre el SUTEP y el Ministerio de Educación.

Nos hemos extendido en demostrar que la alianza de la que habla Lauer solo existe en su cabeza poética y en su espíritu poltrón en medio de los frutos que da la vida burguesa a los escritores bien adaptados al liberalismo de estos tiempos. Seguramente podrá decir que había un pacto por abajo, oculto. Pero este argumento carece de validez en todos los sentidos.


La verdad que esconde la afirmación de Lauer en la frase citada se refiere a que supuestamente Alberto Fujimori solamente hizo su alianza con el SUTEP y construyó aulas. ¿Por qué se quiere ocultar la imposición de una reforma educativa neoliberal durante el gobierno fujimorista y solamente se señala una alianza que nunca existió y lo que constituye una simple acción demagógica y encubridora de robo del dinero público, como ha sido la “construcción e inauguración mensual” de locales escolares, como decía la propaganda de aquel entonces? Mirko Lauer, en realidad, está encubriendo el hecho fundamental del fujimorismo en materia educativa: una reforma privatizadora de la educación (véase del DL 882) que se refleja muy bien en la nueva Ley General de Educación (28044) que fue promulgada en el 2003, que a él no le interesó.

UN EMPEDERNIDO MENTIROSO

Una de las afirmaciones de Lauer señala que el actual Ministro de Educación se está enfrentando a la cultura política del SUTEP constituida por la oposición a la evaluación docente, la no diferenciación por el mérito, el resguardo de cuotas políticas y muchos diálogos sobre lo duro que es educar. Lo único que le ha faltado decir a Lauer para ponerse en el nivel de los senderistas es que los dirigentes del SUTEP hemos recibido sueldos del gobierno de turno. Veamos.

Por lo que se ve, Lauer concibe a un sindicato sin el derecho a plantear los problemas de sus afiliados, a dialogar o, como se dice en el lenguaje jurídico-sindical, a negociar las condiciones del trabajo y los problemas laborales, incluso educacionales. Hasta junio de 1984, el derecho al diálogo le estaba negado al SUTEP DESDE SU FUNDACIÓN E 1972. Los diálogos con las dictaduras de Velasco y Morales Bermúdez (1968-1975 y 1975-1988, respectivamente) se dieron baja la presión de la lucha magisterial del gremio) Lo que pasa es que, desde el discreto encanto… (Buñuel) en que vive, este burócrata de la pluma no ve en qué condiciones trabaja un maestro peruano que siempre ha sido maltratado económica y socialmente, que percibe hoy una remuneración de 1000 soles, de los cuales tiene que tocar algo para pagar a los intereses por los préstamos a que se ve obligado permanentemente, además de los gastos para ambientar las aulas. Estas “pequeñeces” no interesan al refinado Lauer ni a los gobernantes ni a los “expertos” en educación.

Fue precisamente el sociólogo Nicolás Linch, que fue Ministro de Educación del gobierno neoliberal de Toledo, quien vendió la interesada tesis de que el SUTEP es enemigo de la evaluación docente, como si la evaluación docente no hubiese sido planteada y plasmada en la Ley del Profesorado de 1984, en la cual se concibe la evaluación pedagógica como un proceso integral, sistemático, permanente y con objetivos de superación del desempeño docente y de ascenso en la carrera pública magisterial, diferente, por supuesto, a la evaluación “meritocrática” del neoliberalismo que mide solamente los conocimientos a través de una prueba estandarizada. En la concepción integral los criterios son múltiples, empezando por el desempeño en el aula, los estudios de post grado, los aportes intelectuales que pueda tener un maestro, el tiempo de servicios como expresión de experiencia acumulada (que se exige para todo trabajo especializado, incluso para los ascensos en la docencia universitaria), la prueba de conocimientos y el trabajo en la comunidad. Uno de los rasgos de los intelectuales hipócritas es el filisteísmo: se destruye al adversario negando o tergiversando sus argumentos para derrotarlo. Hay, pues, dos concepciones sobre la evaluación docente: la pedagógica y científica que se aplica en la propia Europa desarrollada, por un lado; y la neoliberal que nos trajeron desde los 80 (Chile) y que se quiso generalizar desde los 90 (Canadá, EEUU y México, experiencias fracasadas, como la de Chile). El único mérito que existe para un maestro, según Lauer y sus amigos Linch y Chang es resolver una prueba tipo ESAN.

Y hablando de Linch y su tesis del “pensamiento arcaico” en el SUTEP, que Lauer celebra, solo se le recuerda como una estridencia seudo pedagógica para encubrir su “guerra a muerte” contra su rival político “Patria Roja”. Pero esta guerrita casi individual del otrora “radical” de los 70, esconde el verdadero trasfondo de sus argumentos: su afán de afianzar el pensamiento liberal socialdemócrata del “nuevo pacto social” y de derrotar el pensamiento marxista (con “Patria Roja” o con cualquier otro partido que defienda los principios marxistas) como opción revolucionaria hacia el socialismo y el comunismo. Este es el problema central de ese texto. Porque si se aplica la afirmación que encierra sobre que los dirigentes del SUTEP hacen oposición para recibir prebendas y no luchar por el cambio, entonces no hay ningún sindicato en el mundo que se libre del “pensamiento arcaico”, incluyendo a la CCP que su partido dirige y que hoy ha olvidado sus viejas banderas. A Lauer, que alguna vez, durante el velascato, abrigó ideas “progresistas” muy afines con el trotskismo, le cae bien el planteamiento antimarxista de Linch. Habrá un tiempito para desarmar y pulverizar el armatoste de su panfleto. Para concluir con don Nicolás, es bueno recordar que su evaluación docente del 2002 no ha sido diferente a las del fujimorismo ni a la reciente del gobierno aprista: los mismos objetivos encubiertos con la fraseología de la meritocracia y de la “calidad de la educación” y la misma estructura de la prueba; con el agravante de que luego de la evaluación, no todos los maestros que habían aprobado fueron nombrados o contratados, pues el “eficiente” Linch devolvió al Tesoro Público el presupuesto no ejecutado. Por esto le echaron de su recinto ministerial.

En cuanto a las cuotas políticas, un periodista honesto, si sabe de qué está hablando, no debiera de ocultar cuáles son esas cuotas y quiénes han sido los beneficiarios. El señor Lauer no podría mencionar ninguna. Pero habla de generalidades porque lleva en su espíritu la cultura criolla o acriollada de lanzar acusaciones sin necesidad de probarlas. Pero tenemos experiencias en la dirección del SUTEP para referirnos a un elemento de tantas acusaciones: la derrama magisterial. Desde el gobierno aprista de los 80 se pretendió condicionar la administración legal de la derrama a los representantes de los dos sindicatos que intervienen, sin embargo, durante ese período se produjeron tres huelgas magisteriales del SUTEP, con una fuerte represión física y administrativa como respuesta. Durante el gobierno fujimorista se nos mandaba recados para “no poner en peligro la derrama” y cuidarnos de “una posible intervención”, lo que también se produjo durante el toledismo con acusaciones de “malos manejos”; y nadie ignora que El Ministro Chang pretendió intervenir en esa institución para “democratizarla”. Administrar la derrama magisterial es potestad de los dueños del dinero, que son los maestros, e institucionalmente corresponde a sus organismos sindicales que son dos. A los maestros de la Federación Colombiana de Educadores, a los del COLPROSUMAH de Honduras, a los SENTE de México, etc., les corresponde administrar el dinero de sus cooperativas. Ahí no hay cuota sino un derecho. Sin embargo, en el Perú, es el Ministerio de Educación el que impone su cuota de delegados de la “alta dirección” del MINED sin tener un medio sol en derrama magisterial. Cuando alguien no conoce los hechos o pretende tergiversarlos, cualquier mentira puede considerar como cierta y con eso transita alegremente por los espacios periodísticos.

EL DESPRECIO A LA ESCUELA PUBLICA Y A SUS MAESTROS

En el Perú republicano la escuela pública ha nacido en la marginalidad económica, social y cultural de la clase dominante. Esta ha concebido a la educación pública como la escuela de los que no están en condiciones de sufragar el gasto que supone tener a un niño en una escuela privada. El presupuesto estatal para la educación pública, en el mejor de los momentos, no ha pasado del 4.5% del PBI, lo que se pretendió subsanar con la constitución de 1979 que fijaba un porcentaje no menor del 25% del Presupuesto Nacional anual. El mandato constitucional quedó simplemente escrito.

La mezquina política presupuestal de la república peruana es un efecto de la concepción que la clase dominante tiene de la educación y, en particular de la escuela pública como “escuela de los pobres”, que se convirtió, en estos años de neoliberalismo, en “escuela de los más pobres”, pues hay pobres que pueden sufragar la educación de sus hijos en escuelas privadas más baratas, como las de los convenios y tantas escuelas, institutos y universidades con precios más rebajados que los centros educativos de la élite social, todos, aunque no lo creamos, con “excelencia educativa”.

Cuando se leen los enfoques neoliberales sobre la educación, sobre todo lo escrito en el Perú, llegamos a percibir ese desprecio republicano a la escuela pública y a sus maestros. La palabra “maestrito” en boca de gamonales, en todo el siglo XX, constituía la referencia a los maestros de la escuela pública en las provincias y los caseríos de antaño. La situación de estos no era mejor que la de hoy, ni la educación se distanciaba de la pobre y atrasada estructura económica y social dominante. El clientelismo político era una manera de hacer proselitismo a través de la educación.

Los que vienen opinando adversamente sobre la capacidad de los maestros, partiendo de las limitaciones culturales y ciertamente cognoscitivas que existen en cualquier profesional, como existieron también durante toda la República (maestros solo con educación primaria o con primaria incompleta, sin ningún conocimiento de pedagogía, con otra cuota de maestros con solo educación secundaria desde la década de los 40, escaso porcentaje de maestros titulados hasta la década de los 70), como lo señala don Nicolás de Piérola a fines del siglo XIX, digo que esos opinantes llevan en el fondo de sus convicciones el espíritu de esa cultura que los antropólogos o los filósofos de la cultura denominan cultura hegemónica, la cultura que desprecia la cultura popular o se interesa de ella solo para interpretarla desde sus intereses de clase. La cultura de masas es el instrumento para difundir sus afirmaciones, distorsiones y negaciones de todo aquello que no le sirve para mantener su dominio cultural. Es interesante, al respecto, el libro del Profesor David Sobrevilla, Introducción a la filosofía de la cultura y estudio de la cultura peruana actual (Universidad Ricardo Palma, 2007), en el cual resume esta contradicción entre la cultura hegemónica y la cultura popular y el papel de la cultura de masas como una verdadera “industria cultural” para producir efectos que no contribuyen a construir una sociedad mejor. Es la “razón madiática” de que se sirve muy bien Mirko Lauer en sus artículos sobre muchos aspectos de la vida nacional.

Los maestros de la escuela pública y la gran mayoría de los de la escuela privada en el Perú y América Latina forman parte de ese pueblo oprimido y despreciado por la clase dominante. Cuando el discurso neoliberal expandió su interesado enfoque de que el problema de la baja calidad de la educación eran los maestros, el discurso cultural hegemónico atrapó el veneno y reelaboró el discurso para adecuarle a la estrategia de “demostrar” que los maestros son los enemigos de la “educación de calidad”. El argumento se alimenta, de algún modo, con otra afirmación irreflexiva: la educación anterior era mejor; y otra más subyugante: la educación privada es la mejor. Por eso Mirko Lauer concluye su columna diciendo: Habría que preguntarse qué tiene la educción privada, además de dinero, que le está faltando a la educación pública. Lo que le falta, decimos nosotros, es una nueva base económica y social para afianzar su espíritu nacional y democrático que no tiene la educación privada. Si en algo están fallando los maestros peruanos, no es, como afirman interesadamente los neoliberales, en la solución de esa mediocre prueba estandarizada, sino en educar para transformar este país. Esa es su responsabilidad.

Iquitos, abril 04 del 2008

MITOS Y REALIDADES SOBRE EL DESARROLLO

(A propósito de Mitos que impiden el desarrollo regional de Loreto)

José Ramos Bosmediano, miembro investigador de la Red Social para la Escuela Pública en América, ex Secretario General el SUTEP


En las ediciones del lunes 7 y martes 8 del presente mes (pp. 12-13 en ambas ediciones), el Ing. Rony Valera ha escrito, en dos partes, el artículo que referimos en el subtítulo. Al lado de afirmaciones parciales que son correctas, hay serios errores y tergiversaciones conceptuales que debilitan el conjunto de su contenido. Por eso decidimos escribir un comentario sobre el texto citado.

Para conocimiento de quienes lleguen a leer estas líneas, el Ing. Rony Valera es un militante aprista y, como tal, ha sido Alcalde de la provincia de Maynas (Loreto). En el 2006 escribió el artículo Descentralizar la educación primaria (Kanatari, Iquitos, No. 1144), en cual, obviamente, defiende la municipalización de la educación y la necesidad de los “bonos” en bienes de consumo para retribuir a los maestros por su trabajo. Vayamos a los contenidos más relevantes de su artículo, sin tener en cuenta el orden de los mitos que menciona.

EL MITO DE LA CIENCIA

La creencia en que la ciencia constituía el factor necesario y suficiente para el desarrollo de las sociedad humana correspondió a la filosofía positivista del siglo XIX, que en nuestro país se prolongó hasta las primeras tres décadas del siglo XX. En la segunda mitad de ese siglo ya nadie podía seguir afirmando semejante falsedad. El cientificismo actual se refiere más a la fundamentación empirista del conocimiento, pero no a la creencia anterior. Pero dejar de lado la creencia en la ciencia como el único factor del desarrollo no significa convertirla en innecesaria frente a la técnica, como afirma Rony Valera al decir que todas las cosas que usamos son producto de la tecnología y no de la ciencia (p. 12). En líneas anteriores hace afirmaciones que distorsionan la relación entre ciencia y tecnología, señalando que son primas hermanas. La filosofía de la ciencia concibe a ambos elementos como parte de un solo proceso de creación e innovación, una unidad que tiene su elemento principal en la ciencia a partir del mundo moderno, desde el desarrollo de la investigación científica, especialmente en el campo de las ciencias naturales, hasta su aplicación en el proceso de la primera revolución industrial y tecnológica de los siglos XVIII-XIX. Todas las invenciones tecnológicas son producto de los descubrimientos científicos que, a su vez, impulsan nuevas investigaciones por las necesidades de nuevas tecnologías. Y así sucesivamente. De manera que si un país no realiza investigación científica, se quedaría atado a la tecnología que le imponen desde afuera. Queriendo ser “moderno” Valera cae en una postura que, en lugar de promover el desarrollo, solo nos puede llevar, como viene ocurriendo, al vasallaje tecnológico. El hecho de que la mayoría de los que usan un celular o cualquier otro aparato no conozca las leyes científicas en que se basan esos mecanismos tecnológicos, no puede ser un pretexto para ignorar y hasta despreciar el estudio de las ciencias y descuidar la investigación científica básica y aplicada. No olvidemos que la tecnología es ciencia aplicada y no un ente independiente de aquélla. La ciencia para el desarrollo no es un mito. Es el factor necesario, aunque no suficiente. La tecnología es su correlato. Los recursos naturales son otro factor importante. Está la educación, muy unida a la ciencia como productora de conocimiento. Pero está la principal fuerza productiva: la fuerza productiva humana: el hombre.

EL CONOCIMIENTO SOBRE LOS HECHOS Y FENÓMENOS ES NECESARIO

Dice Valera que otro de los mitos es saber mucho sobre una cosa para hacer algo con ella. Si se trata del conductor de un tren, de un automóvil o de cualquier otro aparato (puede ser incluso un bolígrafo cuyo funcionamiento tiene que ver con una de las leyes de la presión sobre los cuerpos) no hay ningún problema en que los usuarios sean o no científicos. Es un asunto realmente intrascendente. Pero para que esos artefactos hayan sido construidos ha sido necesario un conjunto de conocimientos profundos sobre los materiales y sobre las leyes del movimiento y otros fenómenos concomitantes. Los ejemplos que señala el autor para dar por innecesario el conocimiento científico y profundo de las cosas (como el que un buen profesor de gerencia puede no ser un buen administrador, p. 12), ignora el hecho de la unidad entre teoría y práctica, que define al buen administrador como alguien que ha estudiado esa carrera y no quien es un “administrador práctico”. En este punto está presente una concepción profundamente empirista de las profesiones, empirismo que ha convertido a la política peruana y a la propia educación peruana en modelo de ineficiencia. El conocimiento especializado es una necesidad de la investigación científica. Se dividen las cosas para analizarlas mejor y las especialidades científicas ayudan a avanzar en el conocimiento del mundo material y social. El problema está en no reconstruir lo analizado para volver a la visión unitaria del mundo y de la sociedad. Del empirismo de esta visión superficial de los hechos no hay ninguna distancia hacia el pragmatismo filosófico y político, ingrediente teórico de la ideología neoliberal actual.

EL MITO DE LA AYUDA EXTERIOR

Este sí es un verdadero mito en toda la vida republicana del Perú y de casi todos los países subdesarrollados, mito alimentado por el sistema educativo republicano, los medios de comunicación de masas, la clase dominante y sus gobernantes. Pero su tratamiento no empieza hoy. José Carlos Mariátegui lo ha enfocado sin denominarlo con esa palabra. Mariátegui tenía otro concepto sobre el mito: el mito revolucionario que le falta al Perú. Fue Carlos Malpica, militante socialista, quien escribió un libro, El mito de la ayuda exterior, en la década de los 60, para demostrar que la “ayuda externa” (hoy le llaman “cooperación internacional”, “alianza estratégica”) no ha contribuido a nuestro desarrollo sino a fortalecer más nuestra dependencia respecto al capitalismo imperialista. Ejemplos abundan. Pero ofrecemos el más reciente: el ingreso de más de 3 mil millones de dólares americanos desde el 2002 al 2007, como capitales especulativos que están fomentando, al lado de otros factores estructurales, la presente inflación. Los mitos 3 y 4, mencionados por Valera, pueden aplicarse, como él lo advierte, a la Amazonía peruana y, en particular, a Loreto, con los ejemplos de la presencia indiscriminada e ilimitada de las transnacionales petroleras, la “visita” de los miembros de APEC, la puesta en venta de las tierras amazónicas, fundamentalmente. Pero Valera debiera de darse cuenta que el mito se encarna hoy en la cabeza de Alan Garría Pérez y de todos los dirigentes apristas que están desarrollando el programa neoliberal fujimorista, adicto a ese mito republicano. Vale la pena aclarar que casi ningún país puede prescindir del apoyo externo (interdependencia). Lo incorrecto está en creer que eso basta, dejando de lado el desarrollo de nuestras potencialidades. Lo exterior no puede sustituir a lo nacional. En el Perú es al revés.

Y una aclaración más para el Ing. Valera: el Plan Marshall fue ideado y promovido para la reconstrucción de Europa con el objetivo especial de hacer frente a la hegemonía que estaba construyendo la ex Unión soviética; fue, realmente, un proyecto de contención anticomunista de los EEUU en Europa, como lo fue después la Alianza para el Progreso de los 60 en América Latina frente a la revolución cubana.

LIMA ES LA EXPRESION CONCENTRADA DEL CENTRALISMO

Valera considera que considerar a Lima como la culpable del centralismo es un mito. No lo es si se entiende perfectamente la percepción de los pueblos del interior ante la concentración largamente hegemónica de los recursos fiscales, del aparato industrial y financiero, del poder político y religioso, de las decisiones administrativas fundamentales, de la convergencia de las migraciones internas, de la calidad de los servicios de salud, educación y vivienda por lo menos para un sector importante de la población. Incluso don Jorge Basadre ha señalado que la burocracia limeña no quiere y tiene miedo a la descentralización. Y hoy Lima es más centralista que ayer: allí se acuerdan y firman todos los contratos con las transnacionales que vienen a las regiones a imponer sus propias condiciones sin que los gobiernos regionales puedan mover un dedo (véase el caso de los achual y su injusto enjuiciamiento). La expresión es la metáfora de una práctica centralista que viene desde la Colonia y atraviesa la República. Que no sea la expresión más correcta, no niega el contenido. Tampoco puede ser un mito si los pueblos del interior de Loreto señalan a Iquitos como la culpable del centralismo en la región Loreto (el mismo autor menciona que en Iquitos se gastó el 70% de los 1000 millones de dólares americanos que ingresaron por concepto de Canon petrolero desde 1978). El error de los dirigentes está en no saber explicar, como lo hicieron José Carlos Mariátegui, Jorge Basadre, Emilio Romero y otros, las causas estructurales del centralismo, llegando a convertir en un verdadero mito la creencia de que la descentralización llegará solamente con más recursos económicos, con estridentes y mercantilizadas elecciones regionales y municipales, con nuevas regionalizaciones, sin tocar los problemas estructurales de fondo que impiden la descentralización de todo el país como parte de un proceso de transformación económica, social y cultural.

Con el neoliberalismo a cuestas, es imposible ese proceso. Si la población del interior del país, que no solamente de Loreto, considera a Lima como la culpable del centralismo (“centralismo limeño”), aunque la expresión no sea la más correcta –lo reiteramos, es porque la ciudad capital expresa, objetivamente, el fenómeno centralista que Abraham Valdelomar definía con un silogismo aristotélico que Luis Alberto Sánchez solía repetir. Valdelomar concluía: “luego, el Perú soy yo”.

RESPETO Y NO IMPOSICIÓN DE LAS CULTURAS

No se sabe dónde puede haber escuchado el Ing. Rony Valera que los loretanos pretendemos imponer nuestra cultura. Por lo pronto, la cultura dominante en Loreto no es nuestra, no es la cultura loretana. La propia fiesta de San Juan hace tiempo que ha dejado de expresar los motivos y las características que tuvo hace cincuenta años, y hasta la misma fiesta es parte del proceso de aculturación bajo el influjo de la religión católica.

En la Amazonía peruana se ha impuesto, penetrando gran parte del tejido cultural de las nacionalidades o etnias originarias, la cultura que muchos antropólogos denominan cultura hegemónica, la cultura de la clase dominante, tanto los valores de la cultura de la élite como la cultura de masas, esta última promovida por la misma clase dominante a través de los medios de comunicación de masas y que contiene esa cultura de la dominación de la que nos habló Augusto Salazar Bondy y que se expresa en la cultura criolla (la criollada, nada que ver con la música criolla) de la viveza, el arribismo y el oportunismo político, el “raje” y el “sobe”, todo para “ascender” y sacar provecho propio. Esta realidad, que abarca a todo el Perú, avasalla a las culturas subalternas que, en el caso de Loreto y toda la Amazonía peruana, van perdiendo su identidad y hasta su capacidad de resistencia para enfrentar esa invasión que llega a través de la penetración del capitalismo y sus valores individualistas (al respecto, puede verse el excelente trabajo de Jaime Regan: Continuidad y cambio de los universos culturales de las poblaciones amazónicas (en I Seminario de investigaciones sociales en la Amazonía. CAAP, CETA, CIAAP/UNAP, CIPA, CONCYTEC, IIAP, INC, UNAP. Iquitos. 1988. Págs. 129-162).

Nadie pretende imponer la cultura loretana al mundo. Más bien la globalización capitalista neoliberal está realizando su labor de destrucción de las culturas amazónicas y nosotros carecemos de un proyecto de cultura amazónica que promueva el respeto a las culturas nativas para que éstas, sin renunciar a su identidad, asimilen los elementos culturales que les permita superar las limitaciones materiales y espirituales en que viven actualmente, en condiciones de desigualdad frente al avasallamiento de que son víctimas. Esta perspectiva no significa afán alguno de imponer nuestra cultura loretana. No podemos imponer lo que aún no tenemos como elemento de unidad, de cohesión. Hay elementos culturales varios (multiculturalidad), pero no algo que pueda llamarse CULTURA AMAZONICA.

Lo anterior nos lleva a encarar el supuesto mito del bosque amazónico como principal recurso económico del que habla Valera. Lo que se está valorando es la biodiversidad y todo el conjunto ecológico amazónico, que incluye, desde luego, el bosque, factor imprescindible en la producción del circuito medioambiental para que la Amazonía sea lo que es y tenga lo que tiene. Defender todo eso no es un mito o un capricho de exacerbados regionalismos, como señalan los, sí, exacerbados neoliberales que quieren la Amazonía para negociar con ella.

Y aquí está la globalización actual a la que debemos enfrentar “cuando llegue”, nos dice Valera. La globalización ya ha llegado: está succionando el petróleo amazónico; porque la globalización no es simplemente la informática ni las comunicaciones con sus computadoras, celulares, etc., sino que es, principalmente, el complejo industrial-comercial-financiero que nos está sometiendo más a las leyes del libre mercado. La globalización está en Andoas, sin leyes laborales y sin derechos humanos, sin biodiversidad que valga ni territorios ocupados por milenios por las poblaciones originarias. Hay que ver no más la situación actual de los nativos achuar, cómo vienen siendo divididos y hasta “fascinados” por el trabajo asalariado y hasta para conformar una service en torno a los intereses de una transnacional como PLUSPETRO. Con el TLC llegará con más fuerza esa globalización capitalista neoliberal. Los APEC no tardarán en venir con sus inversiones para “regalarnos” trabajo, desarrollo y bienestar. Como versificó José María Arguedas, así dicen los doctores.

¿PARA QUE LUCHAR?

Rony Valera señala tres mitos más que para él ya son obsoletos: las consignas “el SUTEP luchando también está educando”, que en el Ecuador es “los maestros luchando también están educando”; “si no hay solución, la huelga continúa”; y el Frente Patriótico de Loreto.

Hay personas y organizaciones que llegan a los frentes de defensa por razones estrictamente personales y no colectivas, otras que por su concepción sindicalista pretenden supeditar a estas organizaciones populares a las decisiones estrictamente gremiales sin comprender el contenido de democracia directa que encierran, que su programa de lucha no solamente es reivindicativa sino de lucha programática en el sentido de que en su seno se va forjando la unidad del pueblo que busca forjar el poder popular organizado. Pretender enterrar a una organización que sigue siendo el referente de lucha de los sectores populares engañados por todos los gobernantes nacionales, regionales y locales, responsabilidades que al señor Valera también le llegan como ex Alcalde, constituye una pretensión política de indudable motivación conservadora. ¿Cuál es su primer argumento? Que el FPL está infiltrado por la izquierda. No ha estado ni está infiltrado. Todos los frentes de defensa en el Perú han sido promovidos y organizados, en primer lugar, por dirigentes y militantes de izquierda, quienes han soportado el mayor peso de la represión. Ciudadanos democráticos, con o sin partido, se han sumado a esas organizaciones porque respondían a sus aspiraciones democráticas y reivindicativas No hay infiltración. Más bien se han infiltrado elementos reaccionarios y de derecha para convertir a los frentes en instrumentos de sus objetivos económicos y hasta para dividirlos. Si los frentes dan la imagen de ser partidos políticos es porque son los que más se preocupan por los problemas el pueblo y del país, mientras que los partidos gobernantes simplemente se aprovechan del poder. Los problemas internos que hoy tiene el FPL no son nuevos. La fuerza de las masas pondrá todo en orden para empezar de nuevo.

El FPL es la continuidad del Frente de Defensa de los años 70-80. El partido del señor Valera (APRA) solo se ha unido a los frentes de defensa cuando ya no le quedaba otra alternativa. Así ha ocurrido también en Trujillo entre el 80 y el 83, con Jorge torres Vallejo, alcalde Aprista de aquellos años. Pero en la década de los 70, cuando el APRA defendía a la dictadura de Morales Bermúdez, era contrario a esa organización de frente único. Nadie puede olvidar el ataque físico del APRA a las huelgas del SUTEP de 1978 y 1979.

Sobre la consigna del SUTEP que relaciona la lucha magisterial con la educación, no puede caducar mientras haya un pueblo que necesita organizarse mejor y defender sus derechos Y es que esa consigna es parte de la tradición histórica de la clase obrera y de todos los que luchan por sus derechos: el contenido de la lucha de los sectores explotados tiene un contenido popular, es decir, de su dinámica emerge una pedagogía de clase que va, más allá de las aulas, a formar la conciencia para cambiar este país. Así como la burguesía usa sus medios de prensa y sus libros para defender sus intereses, para educar a la gente en la defensa del sistema actual injusto, así también los trabajadores luchan y educan al mismo tiempo, o viceversa. De manera que esta consigna no solamente cumple un papel importante en la lucha popular y en la formación de una cultura popular, sino que su vigencia es actual. Además, no solamente el SUTEP usa esa consigna. Se ha convertido en patrimonio de todos los sindicatos magisteriales de América Latina.

Y la consigna que supedita la culminación de una huelga a la solución de los reclamos, es una consigna de agitación, muy bien comprendida en el sentido de continuar la lucha hasta arrancar, por lo menos, una parte de la plataforma. Tiene el mismo significado de la otra consigna que se corea en todos los sindicatos: ¡luchar hasta las últimas consecuencias! Son motivos de agitación y de búsqueda de fortaleza en la lucha. Haya de la Torre, para sembrar mística en sus militantes, inventó la consigna “solo el aprismo salvará al Perú”, con el propósito de cohesionar mejor a su partido en torno a sus supuestos ideales de transformación. Sabían que para gobernar un país hay que unir a otros sectores, pero ellos repetían ese eslogan. Ahora ya no lo repiten porque ya se han unido con otros para gobernar. La cuestión está que no se unieron con los pobres sino con los ricos, con los neoliberales, con los fujimoristas, etc. El APRA sí que tiene motivo suficiente para enterrar su consigna, tal como ya enterró los cincos puntos de su programa de 1931, reemplazándolos por un solo punto: ¡salvo la inversión privada extranjera, todo el ilusión!

Nada casual es la fobia de Valera contra los organismos de lucha de las masas. Estamos viviendo en el Perú una campaña compacta de los sectores neoliberales y sus aliados contra el gremio magisterial. Esta campaña no es nueva, por supuesto. Con la misma furia la desarrolló la dictadura velasquista hasta crear un sindicato paralelo (SERP), así como pretendió liquidar la CGTP a través de otra central (CTRP) y la CCP con otra organización campesina controlada por la dictadura (CNA). La dictadura de Morales Bermúdez usó a los maestros apristas organizados en el ANTAE para destruir el SUTEP. Tampoco fue una excepción el segundo gobierno belaundista y sus comandos de educadores. Nuevamente el APRA en su segundo gobierno pobló las escuelas con personas no tituladas para tomar el SUTEP “desde adentro”. Ya se sabe de las trapacerías del fujimorismo y su corrupción. Por ser bisoño en estas prácticas políticas, el toledismo encargó a Nicolás Linch esta tarea contra el SUTEP, pero también fracasó. Ahora el APRA está usando nuevas armas para desprestigiar a los dirigentes, como la evaluación estandarizada que supuestamente “selecciona a los mejores maestros”, hundiendo más a la educación pública en el caos. En este nuevo escenario habla el Ing. Valera de “mitos” que solamente existen en su tergiversada concepción de la ciencia y la tecnología. No podemos abordar otros temas planteados para no extender en demasía el presente texto, pues el autor ha introducido algunos conceptos, a nuestro criterio, erróneos, como los siguientes: la globalización está diluyendo el centralismo; con las huelgas y paros no se puede tomar el poder (¿quién defiende hoy esta vieja tesis anarquista?, salvo el trostsquismo); la descabellada idea de que “los tres pivotes de la lucha política por el poder” son la fuerza bruta, el dinero y el conocimiento; la tesis pedagógica neoliberal sobre el profesor como responsable de la conducción técnica del proceso enseñanza-aprendizaje; la “libre” elección de la carrera docente.

FINAL

¿Qué propone Rony Valera para reemplazar a los mitos que pretende enterrar y a las organizaciones políticas fracasadas (suponemos que también a su partido)? Nada menos que dar paso a “organizaciones inteligentes”, lo que nos recuerda el eslogan del ex Ministro fujimorista Jorge Trelles Montero, que pregonaba “la inteligencia en acción”, cuyo final ya conocemos.

Lo más positivo del texto de Rony Valera es su invitación a reflexionar sobre lo que podría ser un proyecto de desarrollo de Loreto. Pero nos parece que esa reflexión no solo debe concentrarse en un plan para el futuro inmediato de la región, sino como un proyecto de carácter estratégico, integral y basado, fundamentalmente, en nuestras propias fuerzas.

Pensar un proyecto estratégico requiere considerar a la Amazonía como una gran región y no como está concebida hoy, un archipiélago que impide diseñar programas y proyectos que cohesionen a la población, reduzcan los costos de inversión en infraestructura y administración subnacional, racionalicen los procesos de exportación de bienes elaborados y semielaborados e importación de insumos.

Es de vital importancia que la administración regional, es decir el Estado subnacional, asuma un papel más importante en la administración, la inversión y la comercialización de los bienes y servicios estratégicos, incluyendo la extracción de recursos naturales, puertos, aeropuertos, etc. Si esto no ocurre, el capital privado transnacional seguirá explotando irracionalmente y sin mayores beneficios para el pueblo todos los recursos de la Amazonía peruana.

Iquitos, abril 10 del 2008

EDUCACION PERUANA: EN MEDIO DEL CAOS

DE LA CRISIS AL CAOS

¿Cuántas reformas educativas, o algo que se las parezca o que hayan sido denominadas como tales, se han realizado en el Perú republicano? Si consideramos desde la realizada por el gobierno del Presidente Santa Cruz, 1839, hasta la actual, impuesta por el fujimorismo, más de 20, sin contar las reformas universitarias del siglo XX. ¿Por qué tantas reformas en el Perú? Sin duda alguna porque el sistema educativo en todo el proceso republicano merece, con todo rigor, el calificativo de educación en crisis. Esta verdad histórica, derivada de otra verdad más general, la de la crisis del Estado y la sociedad republicanos, despierta, cada vez que se vuelve más evidente, la preocupación de los gobernantes y de los intelectuales que, precisamente, parecen cerrar los ojos cuando el sistema funciona de acuerdo con sus intereses coyunturales. Así tenemos que en el quinquenio 1985-2000, el gobierno aprista de entonces solamente se interesó por administrar la crisis educativa que se estaba volviendo más evidente desde las décadas 60 y 70, la administración de los escombros de la reforma de los 70 que también fracasó. Lo único que pudo hacer el gobierno aprista fue sustituir a los NEC por las USES, un mero cambio de denominación.

Cuando Manuel Vicente Villarán dio su veredicto lapidario sobre una educación al margen de la formación de los profesionales que necesitaba el Perú para transformar su sistema productivo, estaba escribiendo sobre una crisis que puede llamarse “sistémica”, para usar un término que gusta hoy, pero, en realidad, se trataba, en el caso de Villarán, de la crítica a un sistema educativo que estructuralmente nació con el “síndrome colonial” (Pablo Maccera), aun cuando no tocaba más que una parte de esa crisis: la inconsistencia científica, y tecnológica de la estructura educativa frente a las necesidades de la modernización del país. Hasta don Nicolás de Pierola debió de referirse a la crisis educativa cuando lamentaba que los estudiantes del Perú no manejaban el lenguaje, ni los números, y que la corrupción era el resultado de esa educación. ¿No estamos escuchando o leyendo el mismo lamento en estos años, como la lectura, las matemáticas y los vapuleados valores? Sin embargo, al mencionar la crisis, casi todos los críticos y analistas han caído en el fácil expediente de encargar a la escuela y a los maestros de resolverla, olvidando sus causas histórico-estructurales y su relación dialéctica de causa-efecto. Este señalamiento le correspondió a José Carlos Mariátegui cuando le cupo abordar el “proceso de la instrucción pública” en el cuarto ensayo de su libro fundamental: 7 Ensayos de interpretación de la realidad peruana.

No se puede negar que hubo importantes aportes que podrían haber abierto las puertas para una reforma educativa que nos hubiese permitido avanzar en ciertos aspectos de nuestra educación, como en el caso de México con el afianzamiento de la escuela pública gratuita, laica y obligatoria; o como en los casos de Uruguay, Argentina y Chile desde el siglo XIX hasta los 80, países que supieron incorporar, con ciertas limitaciones propias de países dominados por el capitalismo internacional, los elementos científicos, tecnológicos y culturales del mundo moderno a su sistema de educación. La presencia de José Antonio Encinas y su valiosa experiencia de escuela nueva, los aportes de Luis E. Valcárcel y del Historiador Jorge Basadre en el Ministerio de Educación entre los 40 y los 50; los aportes de la Comisión de Reforma Educativa de los 70 con la presencia de Augusto Salazar Bondy, Emilio Barrantes y Wálter Peñaloza Ramella, son los hitos singulares de propuestas que no pudieron fructificar en un medio totalmente desprovisto de bases económicas y sociales modernas y ligadas a los intereses y aspiraciones de las mayorías del Perú. Esta contradicción entre propuestas progresistas de reformas educativas y la existencia de una estructura económica y social atrasada en todos los órdenes, explica, en gran parte, los fracasos de aquellas reformas mejor planteadas.

Andamos hoy en el caos educativo. Quien más, quien menos, incluso los que apoyaron la reforma educativa neoliberal de los 90, continuada hasta hoy, expresan su desazón frente los resultados de esa reforma. Como si no conocieran la historia de la educación peruana, basándose en las mediciones ordenadas por el Banco Mundial, repiten constantemente que nuestra educación “está en el sótano” porque “somos los últimos en matemáticas” y los “penúltimos en lenguaje”, sin mencionar que la crisis es integral. En este sentido, Nicolás de Piérola tenía una mirada más objetiva y perspicaz. De la crisis hemos pasado al caos, es decir, a una situación casi inmanejable inclusive para administrar esa crisis. Lo sorprendente es que la solución planteada se centra en apabullar a los maestros con una evaluación memorística e impertinente desde el punto de vista pedagógico. Antes de la evaluación, no hubo críticas a ésta. Con los resultados a la vista y conociendo hoy la prueba, abundan los “expertos” para disminuir la validez de la farsa montada por los neoliberales y sus medios de información. Estamos en marzo y no empiezan las clases regularmente. Ya llegamos al mes de abril y continúa la matrícula escolar. El Ministro de Educación ha inaugurado el año escolar y en muchas regiones no hay presupuesto suficiente para pagar a los maestros que deben ser contratados. El proceso “complementario” de la evaluación docente y las propias adjudicaciones de plazas se han convertido en un ir y venir de propuestas en cada región y en cada ugel. Por su parte, los beneficiarios de los “convenios” (escuelas privatizadas, en realidad) exigen hoy que los maestros seleccionados por ellos sean ratificados aun cuando hayan obtenido menos de 8, calificación que, con la lógica de los evaluadores, contradice la afirmación antojadiza de que en esos colegios la educación sí es de calidad (¿?) (¿No obtendríamos los mismos resultados “catastróficos” si aplicamos una prueba similar a todos los maestros de todas las escuelas privadas?

POSICIONES DIVERSAS

Frente al caos reinante, los neoliberales, con el gobierno aprista al frente, mantienen su visión parcializada de la crisis educativa del Perú. La perciben y sienten como exclusiva de la escuela pública y originada por la “baja formación de los maestros”, sin evaluar el desempeño de estos en el campo mismo de su actividad: las aulas. Hay miles de maestros con años de experiencia como contratados que, por no haber aprobado en la reciente evaluación, se quedarán sin trabajo. ¿Dónde está el papel de los Consejos Escolares cuya responsabilidad es evaluar a los maestros de cada escuela? Los neoliberales siguen adelante con sus empíricas propuestas que ya no sirven ni para parchar la crisis educativa.

Los neoliberales “críticos” constituyen un grupo bastante amplio de intelectuales, burócratas del aparato educativo en los últimos 40 años, periodistas de opinión, etc., que primero hicieron piruetas argumentativas para justificar la evaluación estandarizada a los maestros pero apareciendo como críticos a esa concepción parcial que ve a los maestros como los únicos o principales culpables de la actual situación de la educación peruana. Cuando uno lee bien sus artículos y sus opiniones, nota perfectamente su desprecio “intelectual” a los maestros peruanos. No hay de su parte, en el fondo, ningún reconocimiento del trabajo docente en las condiciones deplorables de la escuela pública en el Perú (salarios miserables, niños en estado de desnutrición crónica, maestros con doble ocupación laboral para sobrevivir, gastos adicionales de los maestros para ambientar sus aulas, un ostensible desprecio por los gobernantes de turno y una clase media que prefiere la educación privada para asegurar su arribismo social, etc.). Después de conocer la prueba, muchos de estos “críticos” han empezado a descubrir las incoherencias, impertinencias pedagógicas y las más de una alternativa correcta en muchos ítems, hechos que se habían producido en las evaluaciones estandarizadas anteriores desde el fujimorismo hasta la “magistral” evaluación de Nicolás Linch. Además, aun cuando la prueba no hubiese adolecido de tales rasgos negativos, la concepción misma de su aplicación como único instrumento de selección a los “mejores maestros” es un redondo contrabando pedagógico. En esta posición se encuentran también los miembros del fenecido Consejo Nacional de Educación que hoy están opinando, después de no haberse pronunciado ante la propuesta del Poder Ejecutivo, salvo en aquellos pedidos de elevar el presupuesto de la educación y la necesidad de aplicar el Proyecto Educativo Nacional que el gobierno aprista hizo suyo.

Ante estas dos posiciones, los maestros organizados en el SUTEP enfrentan una situación difícil. Enfrentados entre sí frente a las alternativas de adjudicación, deben buscar, en las propias regiones y provincias, orientaciones coyunturales para mantener una plaza de contrato en el 2008. La incertidumbre en unos casos, la indignación en otros, expresan un estado de ánimo que requiere una dirección firme y cohesionada frente al neoliberalismo aprista, cuyos elementos de represión física y administrativa se están revelando con más fuerza frente a las luchas campesinas, nativas, magisteriales y de todos los sectores que se atreven a exigir sus derechos. Los maestros activos han tenido, en todo este período, una escasa participación. Otro tanto ocurre con los directores de los centros educativos, preocupados ahora porque maestros contratados de buen nivel han perdido su trabajo. No se sienten amenazados con la evaluación, pese a que la nueva Ley de Carrera Pública Magisterial es el nuevo presente griego que les ha entregado el Parlamento y el régimen de Alejandro Toledo. No se dan cuenta, al parecer, que la evaluación docente estandarizada e individualista, que hoy se aplica a los maestros sin trabajo estable y a los desocupados, también se les aplicará a ellos. Ante la impotencia de la dirigencia nacional del gremio para orientar la lucha contra el neoliberalismo aprista, no pocos maestros empiezan a dudar de los dirigentes, sin tener en cuenta que la reforma educativa actual y su fundamento neoliberal constituyen las verdaderas causas de su situación. En ese vacío de orientación y de explicación se mueven el anarquismo senderista y sus aliados de turno para disgregar al SUTEP desde sus bases; y están también los defensores del Colegio de Profesores que pugnan por dar legitimidad y legalidad a su supuesta y propia representación nacional, llevando al magisterio a una falsa polarización con la convocatoria a elecciones regionales del inservible Colegio de Profesores.

UNA NUEVA PERSPECTIVA DE LUCHA

El neoliberalismo en el Perú, con todos sus elementos programáticos y de represión, mantiene su hegemonía y está logrando imponer nuevas medidas privatizadoras y los mecanismos jurídicos y sociales para consolidar este proyecto imperialista. Sus fintas de política exterior con China y frente a la abierta intromisión colombiana en territorio ecuatoriano, le sirven de cobertura para tapar su real política de entreguismo al gran capital transnacional.

No hay otra alternativa de lucha, tanto en el campo de la política práctica como en el campo ideológico, que una posición firme frente al neoliberalismo y sus diversas medidas en todas las esferas de la vida nacional. Sin caer en la provocación ni en propuestas independentistas que viene insinuando algún presidente regional, es posible desarrollar una oposición firme y de resistencia activa, como la que hubo, hasta cierto punto, frente al fujimorismo desde algunos sectores sindicales, políticos y populares de izquierda.

En el campo de la educación no será posible luchar contra las medidas neoliberales que destruyen más la escuela pública, la profesión docente y los derechos de los maestros, sin levantar con firmeza y suficiente comprensión el proyecto educativo del SUTEP, en oposición clara a la reforma educativa neoliberal y en un proceso de recuperación de la conciencia del nuevo magisterio para una lucha de largo aliento por una nueva educación en el Perú. Esta es la idea básica, a nuestro criterio, para desplegar un trabajo colectivo de fortalecimiento del trabajo docente en todas las escuelas, de recuperación de la confianza de los padres de familia en nuestro papel de liderazgo en cada ámbito social, de fortalecimiento del trabajo del gremio en todas las bases, pues el neoliberalismo ha pretendido socavar y destruir los sindicatos en toda América Latina y El Caribe y su visión individualista de la sociedad le lleva a considerar a los sindicatos como los enemigos del desarrollo de los pueblos mientras las transnacionales siguen apropiándose de las ingentes riquezas producidas por los trabajadores.

El trabajo por los proyectos educativos regionales debe ser retomado por los maestros como parte de un proyecto educativo nacional y no contrapuesto a éste. Lo que hoy ocurre es que el Perú carece de un proyecto nacional de desarrollo y, por ende, de un proyecto educativo nacional en correspondencia con aquél. Lo que hay es un proyecto económico neoliberal que hace imposible la descentralización del Perú. En qué medida podemos perfilar un proyecto educativo regional que permita avanzar en el fortalecimiento de la escuela pública y el derecho pleno a la educación gratuita y universal, el respeto a la profesión docente y a los derechos de los maestros, es una cuestión de debemos plantear con claridad. Todos los PER existentes se basan en los planteamientos neoliberales y toman como modelo de organización educativa, así como modelo de pedagogía, los parámetros individualistas y constructivistas que se han venido imponiendo desde los 90. Todos los PER aprobados por cada gobierno regional no significan ningún cambio respecto al modelo neoliberal. Basta considerar la actual evaluación docente y la actual municipalización de la educación: ningún gobierno municipal ni regional lo han propuesto, pues su origen es la imposición. Corresponde a los maestros liderar este trabajo de educación regional, no con la creencia de que vamos a cambiar totalmente la educación del país, sino con una visión de trabajo permanente por una nueva educación en el Perú, cuya plasmación dependerá de los cambios que realicemos en los planos de la economía y de la sociedad. El trabajo educativo y pedagógico es importante para esa perspectiva.

Necesitamos de imbuirnos de un mayor espíritu de lucha por un ideal superior, partiendo de una realidad ajena a las aspiraciones de progreso, de igualdad, de desarrollo y bienestar de nuestro pueblo. Mariátegui nos enseñó a partir del pesimismo de la realidad (percibimos la realidad como injusta, desigual, corrupta, etc.) y del optimismo del ideal (nos dirigimos a la conquista de un nuevo orden social que es posible y necesario a la vez). Consideramos que los pueblos del mundo, los pueblos latinoamericanos en articular, contemplan los problemas de hoy con ese optimismo del ideal, y por eso se oye en todos los foros sociales: ¡otro mundo es posible!

Iquitos, marzo 27 del 2008